La diócesis de Alcalá de Henares no interrumpió las misas durante la pandemia de coronavirus y el estado de alarma, aunque con la dispensa muchos fieles pudieron seguir las celebraciones por otras vías. Su decisión fue muy criticada y fue una de las pocas diócesis de los países europeos más afectados que actuó de esta manera.
Monseñor Reig Pla ha defendido esta decisión. En primer lugar porque el Estado de Alarma no obligaba ni a cerrar templos ni a suspender misas, y porque además siguió una política de “precaución” haciendo pruebas PCR a sus sacerdotes.
"¿Había alguna dificultad, en estos textos oficiales, para que se pudiera celebrar el culto en las iglesias? Ninguna. Por tanto, dije a los sacerdotes: ya que van a restringir la movilidad, nosotros hacemos lo mismo que hacíamos antes, pero como los grupos van a ser más pequeños, aumentemos si es necesario el número de misas", afirma el obispo de Alcalá en una entrevista con Mundo Cristiano que recoge Europa Press.
¿Por qué lo hizo? Según Reig Pla para “custodiar el derecho de los fieles” y “poner en evidencia la libertad de la Iglesia”. En su opinión, “como cedas en una parte, acabas cediendo en todo”.
En Alcalá también se celebró la procesión del Corpus, siempre manteniendo las distancias y con las precauciones sanitarias pertinentes
El obispo asegura que para él “era muy importante salvaguardar la libertad de la Iglesia en la sociedad, siempre con una exquisita mirada a las disposiciones de carácter sanitario, de precaución. Los sacerdotes han estado desinfectando los bancos, limpiando el suelo, los vasos sagrados", señala.
Además, informa que en su diócesis no ha fallecido ningún sacerdote del clero secular y de las parroquias de Alcalá de Henares. Cuando fue posible convocó a todos los sacerdotes para hacerse una prueba PCR en el mismo obispado, para descartar que estuvieran contagiados por el coronavirus.
Sin embargo, Reig Pla asegura que en el marco de la pandemia sí han fallecido dos sacerdotes mayores por otras circunstancias y siete en la residencia de mayores de los jesuitas. "Allí ha sido duro", asegura.
Reig Pla reconoce que le "llamó la atención" que la asistencia religiosa no estuviese entre los considerados como trabajos esenciales porque, a su parecer, es lo "más esencial" para los creyentes durante "la agonía".
A su juicio, esta pandemia es "un momento de prueba" porque "pone en evidencia la propia fragilidad". "El Señor consiente estas cosas para nuestra reflexión, para que consideremos cómo estamos viviendo o qué criterios orientan nuestra vida", ha indicado. También añade que es "un tiempo de gracia, porque el Señor es el único que del mal puede sacar bien".
Esta emergencia, según precisa, llama a la sociedad a replantearse diversos aspectos como "el individualismo", que "propone que la persona viva de forma autónoma, desvinculada incluso de su propio cuerpo (puede hacer con él lo que quiera), de la familia, de la tradición, de Dios" y "de su patria". También asegura que invita a "reconsiderar el valor de toda vida humana".