El Arzobispo de Valencia ha presidido la fiesta de la Transverberación de Sta. Teresa en el Monasterio de La Encarnación de Ávila durante la tarde del pasado miércoles 26 de agosto.

El Cardenal Antonio Cañizares ha celebrado la Misa de la Fiesta de la Transverberación de Sta. Teresa de Jesús en el Monasterio de la Encarnación de Ávila, lugar donde la Santa vivió parte de su vida como carmelita y donde profesó como religiosa.

Concelebraron el obispo de Salamanca, D. Carlos López Hernández, el obispo emérito de Segovia, D. Ángel Rubio Castro, más de 20 sacerdotes, varios diáconos y un nutrido grupo de seminaristas. Se trata de la última celebración del decenario con motivo de la fiesta de este fenómeno místico que la propia Santa relata en el Libro de su vida.

Este año ha cobrado un valor muy especial debido al V Centenario del nacimiento de la santa abulense.
 
El Arzobispo de Valencia ha recordado durante su homilía que en “el acontecimiento de la Transverberación, también en la Eucaristía, tenemos la verdad de Dios que tanto ama al hombre y la verdad del hombre, que es amado por Dios y es saciado por Él; aquí se asienta la verdadera civilización y nuestro único futuro, capaz de generar esperanza, paz y sosiego”.

A través del fenómeno místico de la Transverberación la persona logra una unión íntima con Dios, siente traspasado el corazón por un fuego sobrenatural. Santa Teresa lo experimentó y lo cuenta en el Libro de su Vida.

Mons. Cañizares recordaba las palabras de la Santa “Quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta” y ha afirmado con rotundidad: “Ahí se condensa la más verdadera y genuina antropología, de la que andamos tan carentes en nuestro tiempo, y en cuya ausencia radica el fondo de la crisis y quiebra humana, cultural y social que atravesamos. (…) Por eso la quiebra moral y de humanidad que hoy padecemos está unida inseparablemente a la “crisis de Dios”, a su ausencia del espacio humano y cultural, camuflada incluso por una religiosidad vacía. Todo cambia, si hay Dios o no hay Dios. Vivimos según el cliché: No hay Dios, y si lo hay, no interesa.”
 
Apostasía silenciosa...
Y haciendo memoria de las palabras de San Juan Pablo II acerca de la apostasía silenciosa ha afirmado: “Una sociedad sin Dios se vuelve contra el hombre. Quien no conoce a Dios no conoce al hombre, y quien olvida a Dios destruye la humanidad del hombre (…) Este es el gran y principal problema de nuestro tiempo: la carencia de una sana antropología que no se construye al margen de Dios y menos contra Él, como nos ofrece en su búsqueda de Dios, en su oración, adoración y contemplación".

En este sentido, el Cardenal Cañizares no ha dudado en afirmar que “en esta ausencia de Dios se funda la crisis de nuestra cultura; en esa ausencia se gesta una sociedad que padece una profunda quiebra moral, una grave caída y pérdida de referencias y valores morales, de lo que es bueno y malo por sí y ante sí más allá de la decisión para el comportamiento personal y social".

El purpurado valenciano concluía exhortando y animando a que Dios sea el centro de nuestra vida: “Es imprescindible que con el magisterio, el testimonio y la intercesión de Santa Teresa, una santa de los tiempos modernos y para ellos, sea conocido y amado Dios por encima de todo, como reclama la memoria agradecida de la Transverberación”.