Ahora el Papa ha aprobado el segundo milagro, el necesario para canonizar a la religiosa. Técnicamente, "autorizó a la Congregación de la Causa de los Santos la promulgación del decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión de la beata".
Desde un punto de vista médico, el milagro es una curación inexplicable. Sucedió en 2012 en Sevilla bajo control hospitalario. Francisco José Carretero, "er Carre", un miembro de la hermandad de la Macarena en la que procesionaba siempre como armao se recuperó tras sufrir un ataque al corazón por el que permaneció 12 días ingresado en la UCI sin que los médicos tuvieran ninguna esperanza de recuperación. Pero su madre era muy devota de siempre de Sor Ángela de la Cruz y de María de la Purísima.
Muchos rezaron a Dios por Francisco José mediante la intercesión de la beata. A los 12 días despertaba sin secuelas. Dado que los médicos no pueden atribuir su recuperación a ninguna medida terapéutica ni natural, se atribuye a la oración.
Hasta ahí, un milagro médico como muchos otros que la Iglesia acepta en sus procesos de beatificación y canonización, con el punto a su favor de estar enraizado en el tejido social de la religiosidad popular andaluza.
La beata -ya casi santa- Madre María de la Purísima con San Juan Pablo II
La peculiaridad viene por las descripciones que ha dado Francisco José a la prensa acerca de su experiencia al borde de la muerte. La Iglesia certifica que la oración a Madre María de la Purísima le sanó, pero él no vio a la religiosa en su experiencia, sino a la Virgen de la Esperanza, que además le hablaba con lenguaje poco elevado.
"´¿Tú qué coño haces aquí?´ Eso me dijo a mí la Virgen de la Esperanza. Haga el favor de ponerlo como le he dicho - explica el armao a un periodista, describiendo su encuentro mariano en la antesala de la muerte.
Además, Francisco José, que ha recibido la generosa curación de Dios, no ha transformado mucho su vida espiritual. "Yo no soy precisamente un meapilas, hace por lo menos veinte años que no me confieso", admite en 2015.
Y tampoco es un ejemplo de evangelizador contundente: "Yo no sé si Dios existe, la que existe seguro es la Virgen de la Esperanza. Seguramente Dios también existirá. Lo que sí puedo decirle con certeza es que ahí arriba hay algo", explica cuando le entrevistan.
En lo que sí ha cambiado es en que ya no tiene miedo a las supersticiones: "Antes era muy supersticioso, ahora no me importa ir al cementerio o cruzarme con un tuerto".
Porque lo que la Iglesia constata -la intercesión de una religiosa desde el Cielo- es distinto (no contrario) a lo que vivió Francisco José, cuyo punto de vista incluye otros elementos.
"Estaba en el bar, era ya casi la hora de cerrar y estábamos recogiendo. Noté que me faltaba el aire, me fui para la cocina y me senté en una silla. Entré en coma y me desperté doce días después. De lo único que he conseguido acordarme es que el jueves antes estuve en el Vizcaíno tomando una cerveza con una amiga", explicó.
"Yo el túnel ése no lo he visto", puntualiza refiriéndose al túnel de luz que muchas personas describen tras pasar experiencias cercanas a la muerte. Y continúa así:
»Lo que vi fue como si la cofradía estuviera de regreso por el Arco y la Resolana y mucha gente entrando en la Basílica, aunque la gente no iba vestida de nazareno. Era como una manifestación. Había gente a los lados viendo la cofradía y, por medio, en vez de los nazarenos, gente. Entré e hice lo mismo que hago cada vez que entro. Siempre voy primero a rezarle al Señor de la Sentencia, luego a la Virgen del Rosario y termino con la Virgen de la Esperanza. Bueno pues esa vez me fui al altar del Señor de la Sentencia, pero el altar estaba tapiado. Después miré al altar de la Virgen del Rosario y también estaba tapiado.
»¿Esto qué es?, me pregunté. Y en ese momento, la Virgen de la Esperanza, que estaba en su altar vestida con un manto rojo y una saya blanca, me dijo hablando como hablan las macarenas viejas: ´¿Tú qué coño haces aquí?´ Eso me dijo a mí la Virgen de la Esperanza. Haga el favor de ponerlo como le he dicho.
»La Virgen me hablaba como las macarenas viejas: ´¿Te quiere í ya de aquí, que hasta los setenta y cinco años no tienes que venir? Y me lo dijo así, echando las manos por delante. ´Que te vayas de aquí ya´. Me acuerdo que le dije: ´mire usted´, yo hablándole a la Virgen de usted, ´yo lo que hago es seguir a la gente´. Y ella volvió a decirme: ´que te vayas ya, que no quiero verte por aquí hasta que tengas setenta y cinco años´.
Virgen de la Esperanza Macarena de Sevilla
Francisco José explica que veía en la basílica en su visión mucha gente: "Lleno a rebosar. Pero su aspecto era extraño, con los ojos claros, como en la película esa del Pueblo de los Malditos... y se movían como autómatas en medio de un silencio total. Un silencio sepulcral. Y yo diciendo, ´haced el favor, dejarme paso que me voy´".
E insiste: "No fue un sueño. Lo viví".
La Iglesia no entra a valorar las experiencias o visiones que haya vivido Francisco José: para el proceso de canonización lo importante es constatar que hubiera sanación sobrenatural y que se hubiera pedido la intercesión de la beata y se le pudiera atribuir a ella.
No es infrecuente -sobre todo en la España del siglo XXI- que muchas personas que se curan milagrosamente por la intercesión de algún santo o beato tengan cierta simpatía y agradecimiento por él, sin que eso transforme su vida espiritual, sin que acudan a misa los domingos o se confiesen. Es más infrecuente que difundan una devoción a una tercera figura (en este caso la Virgen de la Esperanza) que no sea directamente Dios o el santo del milagro. Tampoco es frecuente que el receptor del milagro tenga su propio testimonio... que incluye a la Virgen usando interjecciones vulgares.
El milagro para la beatificación de Madre María de la Purísima, en cambio, sí implicó frutos de conversión.
La protagonista fue una niña de La Palma del Condado (Huelva), Ana María Rodríguez Casado, que había nacido con una cardiopatía congénita y sin vena cava inferior, por lo que llevaba marcapasos desde los 13 meses. Una noche de enero de 2004, cuando tenía tres años, se desplomó en brazos de su madre. Se le había roto el cable del marcapasos provocándole una parada cardiorrespiratoria. Había sufrido el síndrome de stock adam. La falta de oxígeno en el cerebro le provocó importantes secuelas neurológicas. La niña volvió a su casa en una silla de ruedas, sin hablar, no conocía a nadie.
Dos Hermanas de la Cruz dieron a su madre una estampa de María de la Purísima. "Yo no sabía quién era, pero me dijeron que me encomendara a ella. Cogí la estampa y dije: Si eres santa sólo te pido que mi hija me vea y me conozca. No te pido más. Aunque se quede en la silla de ruedas, pero que esos ojitos me vean".
Le pasó la foto por la cabeza. Tras rezar, las hermanas se marcharon prometiendo volver al día siguiente para hacer una novena. Minutos después, Paloma escuchó la voz de su hija: "Mamá Paloma", exclamó primero. "Abuela Dolores", dijo después. "Hubo una mejoría instantánea. Salí a la calle corriendo, gritando que era un milagro".
Pero la recuperación no quedó ahí. Ana María le pidió a su padre que la ayudara a levantarse de la silla de ruedas. La niña, aunque había mejorado notablemente, aún no era capaz de mantener una conversación. "Le hice una novena a Madre María de la Purísima y al pasar unos días mi padre pasó por casa y la escuchó hablar perfectamente. La niña tenía la estampa de Madre en la mano y le dijo ´ella es la que me ha curado´". El equipo médico, impresionado y sorprendido ante su evolución, manifestó que su curación había sido "excepcional, no previsible y difícilmente explicable".
La niña hizo su primera comunión con 10 años en la beatificación de María de la Purísima, con 45.000 asistentes, en 2010. "Para mí, Madre María Purísima es mi mejor amiga", explicaba la niña a la prensa.
Ana María, curada por intercesión de Madre María de la Purísima, celebra su Primera Comunión en 2010 en la beatificación de la religiosa en el estadio de la Cartuja de Sevilla
Y Paloma, la madre de Ana María, explicó su crecimiento espiritual: "Conocía a Dios de oídas. Ahora he entrado en el camino. Lo estoy descubriendo". Siempre había tenido "temor a Dios" más que "amor a Dios". "Yo no era muy creyente porque no podía entender por qué había que temer a Dios", explicaba. "Lo más grande en mi vida es Dios, pero María de la Purísima es una aliada al que me aferro en los momentos difíciles, y también en los de alegría".
En cualquier caso, la canonización de Madre María de la Purísima se produce en un tiempo récord, algo más de 4 años después de su beatificación en el estadio de la Cartuja de Sevilla. La fecha que se baraja para la ceremonia es el próximo mes de octubre, coincidiendo con la clausura del Sínodo de la Familia.
»La llamada a la santidad ha sido dada por Dios, y el Evangelio es muy radical y exigente. ¿Podemos vivir lánguidamente sabiendo cuánto depende para la Iglesia y para las almas de nuestra entrega o no al Señor?
»Es hora de empezar... De abrir las puertas al Redentor dejando que Él invada nuestro corazón y se apodere de nuestra voluntad para que la salvación sea total en nosotras, llamadas por Dios a la santidad por especial vocación.
»Da pena ver almas llamadas a volar como águilas por el cielo de la santidad, que no acaben de levantar el vuelo por estar tan atadas a sí mismas. La santidad es una entrega total en manos del Señor de todo nuestro ser, sobre todo de nuestro “yo” y esto, ¡qué difícil se nos hace!
»No busquemos intereses humanos que nunca nos darán la paz, ni llenarán nuestro corazón. Nuestra vocación es tan hermosa que merece la pena, como el mercader del Evangelio, venderlo todo para comprar la tierra donde se encuentra el tesoro.