Pablo Iglesias, que en menos de un año ha pasado de ser un anónimo profesor de Políticas a la principal amenaza electoral para PP y PSOE, es muy consciente del malabarismo de “tener que ganar a la vez que construyes el partido”.

Desde que Podemos consiguiera cinco escaños en el Parlamento Europeo, su vida transcurre entre aviones y sobresaltos por los “ataques” que, dice, se publican contra destacados miembros de su formación.

¿Con quién se identifica? “Hombre, no soy como Jesucristo, pero a mí la interpretación que hace Francisco del Evangelio me convence. Creo que ahora mismo Bergoglio y yo estamos en la misma barricada”.

Describe su ambición política, citando a Gramsci, como aquella “que ayuda a levantar proyectos colectivos de cambio social”. Asegura que “nosotros no nos podemos permitir la mentira. Se nos mira con una lupa con la que no se ha observado a nadie”.

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En noviembre, cuando el Papa visitó el Europarlamento, el líder de Podemos transmitió vía Twitter su fascinación por el discurso del Sumo Pontífice: "Bergoglio critica el burocratismo de la UE y las prácticas ostentosas de sus jefes. Buen discurso"

Unos minutos después Iglesias añadió: "Qué dignidad podrá encontrar quien no tiene qué comer o el mínimo necesario para vivir o el trabajo que le otorga dignidad" Bien Bergoglio!".