Con tan sólo 36.000 habitantes, la diócesis de Ciudad Rodrigo, en Castilla y León, en la frontera con Portugal, es la más pequeña de España. Su último obispo, Raúl Berzosa, renunció al cargo en enero de 2019.

Hay voces que hablan de unificarla con la vecina diócesis de Salamanca. En la ciudad en sí (12.000 habitantes) y alrededores, son mayoría las voces que se oponen, incluso entre muchos no creyentes, porque tener una diócesis da mucha vida a una zona rural y apartada como esa.

Entre las voces que hablan a favor de esta pequeña diócesis está el matrimonio de actores y profesores de interpretación Assumpta Serna y Scott Cleverdon, que han conocido la ciudad a través del cine, con la productora de películas cristianas de Pablo Moreno (empezaron en 2017 con Red de libertad , en la que Assumpta interpretaba a la religiosa Helena Studler, que ayudaba a escapar a prisioneros de los nazis). Pablo Moreno filma casi todas sus películas en la ciudad, su provincia y alrededores.

"El alma de la España tradicional está en juego. No hay que tener miedo. Hay que pelear por ella. Aunque te sientas muy moderno, diferente, aunque no seas creyente", dicen en una exhortación abierta.

En el vídeo, 'batallitas' de inicio del rodaje de La Sirvienta en Ciudad Rodrigo, sobre Santa Vicenta María Lopez Vicuña

Copiamos a continuación el sentido alegato de Assumpta Serna y Scott Cleverdon.

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Iglesia abierta, corazón de la comunidad, Ciudad Rodrigo en el corazón

por Assumpta Serna y Scott Cleverdon

Hemos visto en estos últimos cuatro años en Ciudad Rodrigo una ciudad que palpitaba con su gente a través de la productora de Pablo Moreno, Juan Carlos Sánchez, Rubén y María y un largo equipo de 49 personas. Lo que nos une, son ganas de contar en películas historias que son ejemplos de vida, con alta calidad profesional.

Experiencias que nos han enseñado a los actores que veníamos de otras zonas y de otras ideas, la riqueza que tiene la esencia de esta España rural que ahora, después de la pandemia, nos parece tan apetecible

Ciudad Rodrigo atrae y sigue atrayendo a personas de todas las Comunidades de España. El comentario generalizado de aquellos que vienen por primera vez: "Qué bonita la ciudad y he conocido a tantas buenas personas".

Las buenas personas no se educan solas. Entre otras escuelas públicas, un seminario que ha luchado por mantenerse en un post-modernismo sin escucha. Un Seminario abierto siempre a todos, que se moderniza con técnicas de comunicación, que se esfuerza en mejorar en su misión de comunicar la Palabra.

El alma de la España tradicional está en juego. No hay que tener miedo. Hay que pelear por ella. Aunque te sientas muy moderno, diferente, aunque no seas creyente.

Ciudad Rodrigo es una ciudad bella, llena de artesanos que cuidan a sus vecinos. Falta solo ir por la calle y ver cómo unos se preocupan por otros. Porque están cerca, porque se escuchan, porque les conocen y a los que vuelven, les cuidan y les miman.

Creo que Ciudad Rodrigo, esta ciudad tan hermosa, merece un obispo que proteja el alma de nuestra España rural y que introduzca manantiales de expresión cultural, como se venía haciéndolo últimamente: la feria de teatro de Ciudad Rodrigo, la Pasión, múltiples conferencias o sermones llenos de verdad, emocionantes, en pueblos casi desiertos…

Cine al aire libre, libros sobre filosofía y sobre religión, pensamientos abiertos a influencias, costumbres que escuchan las nuevas técnicas, las nuevas generaciones, personas valientes, que han decidido no irse.

La cadena es solo tan fuerte como su anillo más débil. Lo tradicional es la balanza necesaria para que no nos equivoquemos tanto en nuestras decisiones frías en los despachos de las ciudades.

Para que una red funcione, la tradición tiene que ser fuerte en los anillos de la periferia. Las ciudades que están cerca de otras fronteras de influencia, ofrecen debilidad si no las cuidas, si se da la responsabilidad a personas que no conoces y que desde fuera, no conocen. Personas opacas, que prohíben la libre comunicación, preocupadas sólo por hacer valer sus propias ideas o para ser servidores de los deseos de otros, siempre ajenos a la historia y a la
tradición local.

La Iglesia no debe separarse de la cultura de la comunidad, sino al contrario, buscar más lazos con ella. Porque juntos, crecemos mejor.

Y los que nos dedicamos al cine, debemos respetar todas las ideologías y considerar el efecto que las exposiciones pictóricas, teatrales o audiovisuales tienen en todo tipo de personas. Porque el espíritu necesitamos cuidarlo con buenas acciones, limpias, transparentes, de verdadera escucha al pensamiento del otro.

Si cada Iglesia es un barco y tiene su capitán, la flota en la diócesis de Ciudad Rodrigo, necesita de un buen Almirante, para ser coherente y operar localmente con toda la fuerza. Localmente, se comunica mejor cuando siguiendo los mismos objetivos, se distribuyen con cuidado, sabiendo profundamente las necesidades de sus vecinos, conociendo sus deseos más profundos, habiendo escuchado con alegría, su alma.

Sé que hoy no está de moda ensalzar lo tradicional en las ciudades donde hay tantas distracciones, prisas y objetivos alejados del espíritu de nuestro ser y de nuestra alma.

Pero qué bien nos sentimos cuando estamos rodeados de paredes gruesas, de lugares de recogimiento para la reflexión y el silencio.

Creo sinceramente, que una Iglesia abierta, poderosa en objetivos humanos, comunicativa y transparente es vital para cuidar, con proximidad y naturalidad a las personas de Ciudad Rodrigo.

Es en el corazón de las comunidades rurales, donde ha sido, es y siempre debería estar el templo de la espiritualidad, lo que nos da sentido y fortaleza en nuestras costumbres y pasado. La enorme cantidad de Iglesias en sus murallas, hablan de lo que los ciudadanos de Ciudad Rodrigo quieren ser.

Assumpta Serna y su esposo Scott Cleverdon piden un cine con valores... y un obispo en Ciudad Rodrigo que lo apoye

La comunidad pide una Iglesia rejuvenecida, comunicativa, que trasciende de ideologías y de políticas, con un objetivo simple: el de proteger, hacer crecer e inspirar la bondad, la generosidad y la compasión de gente de todas las edades y particularmente, el concepto que no está de moda en las ciudades: la familia.

En términos tradicionales, soy pobre, por no tener mi propia familia, pero por mi trabajo como profesora, el contacto que he desarrollado con amigos trabajando en el cine, hemos creado con mi marido, Scott Cleverdon y yo, una comunidad online durante la pandemia, rica de buenos actores y cineastas, aplicando mi creencia sobre la ética y la transparencia.

No es un accidente que, entre todos, la hayamos bautizado: La Familia de Cine. Y ha sido Ciudad Rodrigo, Pablo Moreno y todo su equipo quienes han puesto su semilla, mostrando su labor sincera. Y más importante, es su equipo quien sigue dando frutos, incansablemente, con sus películas que relatan ejemplos de vida, llenos de valores y emociones.

En la primavera del 2021, Ciudad Rodrigo y sus gentes han vuelto a dar esperanza rodando la película La Sirvienta, con 18 actores y actrices de nuestra familia de cine de todas las edades y experiencias que han llegado de todos los puntos de España atraídos y confiados en las palabras, los hechos y el espíritu de Pablo.

Con un esfuerzo enorme para cuidar a las personas, los Capitanes de este barco, han ofrecido esperanza, generosidad y amor, no solo a los de la Familia de Cine, sino al propio equipo, a 20 personas de la zona que se han puesto delante de la cámara, y a 60 actores escogidos rigurosamente por Pablo para dar entrada y alentar a actores que se han quedado en Castilla y León, esperando la oportunidad de volver a trabajar con él.

Son muchas personas que se han sentido tocadas por el conocimiento en cada aventura, en cada película… Ha sido una experiencia que todos recordarán, que todos han sentido como suya. Algunos como la primera. Y con qué buen pie han entrado, con qué generosidad nos hemos sentido todos bienvenidos.

El sol hace su curso desde el alba. Las nubes y sus colores pintan con delicadeza de ocres sus murallas. Pero aquí, en cada interior, en cada palacio que generosamente nos han prestado y hemos cuidado, detenemos entre todos el tiempo y hacemos y decimos, como la vida que imaginamos, la que entresacamos de biografías de esta persona buena que fue Vicenta María en el s.XIX, que fundó la congregación de María Inmaculada, la del servicio doméstico…

Todos, creyentes o no creyentes, católicos o protestantes o de otros muchos apellidos, hemos podido ver aquí, si hemos sabido escuchar, una Iglesia que no sólo es reliquia con la que nos tropezamos, sino una Iglesia que reclama su lugar como el corazón de la comunidad y con todo el derecho. A todos los que hemos traspasado el umbral de esta pequeña ciudad y diócesis de Ciudad Rodrigo nos han tratado como al hijo pródigo.

Porque no importa cuánto tiempo has estado fuera. Cuando entras, vuelves a casa.

Gracias a los valientes de Ciudad Rodrigo. Gracias a nuestro barco, a los capitanes. Y espero firmemente que un día pronto podremos saludar al que le dará continuidad… al buen Almirante.