Aprovechando que se desarrolla durante estos días la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, todos los obispos españoles se han trasladado este miércoles al Cerro de los Ángeles para celebrar allí juntos la Eucaristía en el marco del Año Jubilar por el centenario de la consagración de España al Sagrado Corazón.
Tras reunirse en la explanada que hay junto al santuario, los obispos traspasaron la Puerta Santa y posteriormente el cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal, presidió la Misa.
Promover esta devoción en las diócesis
En su homilía, el también arzobispo de Valladolid dijo que con esta misa “sintonizamos gozosamente, junto con los fieles cristianos en la devoción al Corazón de Jesús; al tiempo que expresamos nuestro deseo de promoverla en nuestras Diócesis. Hace un tiempo tuvo una inmensa eclosión y manifestación popular entre nosotros (desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la primera mitad del XX) y últimamente de nuevo ha resurgido”.
El Corazón de Cristo y experiencias místicas
El cardenal Blázquez recordó que en Europa hay tres santuarios que recuerdan experiencias de “carácter místico” en los que el Corazón de Jesucristo “se ha comunicado a personas elegidas en sus designios salvíficos para comunicarnos su amor y misericordia”.
En primer lugar mencionó a Santa Margarita María de Alacoque, que en tres visiones de Cristo recibió el encargo de propagar el culto al Sagrado Corazón. El mensaje fue divulgado por su director, el jesuita San Claudio de la Colombière, y cuyo verdadero auge tuvo lugar en el siglo XIX. Esta religiosa murió en el monasterio de Palay-le-Monial (Francia) el 17 de octubre de 1690.
En segundo lugar, el purpurado se refirió a las “revelaciones de orden místico” que acontecieron en Valladolid a partir del 4 de mayo de 1733 al padre Bernardo de Hoyos, y beatificado en 2010.
“Desde allí, utilizando una expresión de fisiología humana del corazón, se ha bombeado la devoción dentro y fuera de España. La basílica santuario de Valladolid es como un pulmón espiritual que comunica oxígeno a un mundo a veces fatigado por agobios e incertidumbres. La experiencia y misión del beato Bernardo de Hoyos se asemejan a las de Santa María Margarita de Alacoque”, ha afirmado en su homilía.
El tercer santuario está en Polonia. Blázquez indicó que “la elegida en esta ocasión fue una religiosa Santa María Faustina Kowalska, que nació, vivió y murió en el siglo de las dos guerras mundiales. Ella fue apóstol de la Divina Misericordia. El Señor le comunicó: ‘Di, hija mía, que soy el amor y la misericordia misma’. El Papa Juan Pablo II en su encíclica Dives in misericordia escribió: La misericordia es “como el segundo nombre” del amor, que manifiesta la infinita capacidad de Dios de perdonar nuestros pecados. Al canonizar a sor Faustina, el 30 de abril del año 2000, instauró la fiesta de la Divina Misericordia coincidiendo con el II domingo de Pascua”.
Pero además de estos tres santuarios, convertidos “en fuente de piedad, experiencias personales del amor y de la misericordia del Señor”, el presidente de la Conferencia Episcopal también mencionó otros lugares en los que se da esta devoción de manera particular. Citó el Tibidabo en Barcelona, la plaza del Corazón de Jesús en Bilbao, y como no el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de España y lugar en el que Alfonso XIII consagró el país entero al Corazón de Jesús.
Las riquezas espirituales de esta devoción
De este modo, el cardenal prosiguió con su homilía afirmando que “es conveniente que el significado bíblico de corazón nos ayude a percibir las riquezas espirituales de la devoción al Corazón de Jesús. La palabra corazón significa centro de la persona, amor, compasión y misericordia, interioridad habitada por el Espíritu, sinceridad, autenticidad y verdad del hombre, lugar donde se goza de modo inefable con el amor y se sufre indeciblemente con la traición; intimidad donde germina lo nuevo e inicia el retorno a la casa paterna el hijo distante; donde la Palabra de Dios es acogida y meditada”.
Para el presidente de la Conferencia Episcopal Española, “el Corazón de Jesús ofreciendo amor y perdón aparece como faro luminoso en el horizonte de las personas y de la humanidad cuando triunfa la inclemencia, la dureza de las personas, las luchas y rupturas, la prepotencia de los poderosos, el rechazo de los descartados, la exclusión de los que llaman a las puertas”.
Por último, el cardenal Blázquez concluyó su sermón recordando que “el Corazón de Jesús ardiente y coronado de espinas nos garantiza y testifica que para el Señor somos más preciosos que un hijo para su madre. La confianza en el Señor que nos ama cordialmente debe vencer nuestros miedos y zozobras, también los originados por la situación actual de la Iglesia y de la humanidad. Nada podrá separarnos del amor de Dios, ni la tribulación, ni la angustia, ni la persecución ni la vida ni la muerte. ‘El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades’. ‘Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío’”.