Eso mismo hacía el miércoles de la semana pasada, cuando se percató de que un coche que había estado aparcado delante suyo tomaba de nuevo la calle, pero cayendo del capó del automóvil una cartera.
Pedro la cogió y echó a correr tras el coche, pero el conductor ni se percató de su pérdida. El nigeriano, algo asustado, buscó testigos entre los vecinos del barrio sobre el suceso que acababa de vivir, y cuando pasó la primera patrulla de la Policía Nacional, entregó la cartera.
A los 20 minutos, la policía fue a buscarlo para contarle que ya habían localizado al propietario de la cartera, y que la misma contenía la friolera de 3.150 euros en efectivo, y seis cheque por valor de 13.000 euros.
“El dinero no era mío, yo no podía quedármelo, y a Dios no le hubiera gustado que lo hubiese hecho. Yo prefiero pedirle ayuda para tener suerte con mis estudios de medicina”, dice Pedro Angelina con gran inocencia.
Peter Angelina es médico por la Universidad de Lagos (Nigeria), pero como su título no puede ser convalidado en España, lleva cinco años estudiando Medicina en la Universidad de Sevilla. Con lo que gana vendiendo pañuelos de papel en el semáforo de la calle Díaz de Solís se paga los estudios, que complementa con la pequeña ayuda que recibe de su padre, que es jefe de policía en Nigeria.
Pedro, que es católico, dice que él no es bueno, que el único bueno es Dios. Desde hace nueve años ayuda en la Eucaristía de la parroquia de San Joaquín.
“Yo tengo a mucha gente que me ayuda aquí. Siempre voy a misa y conozco a muchas personas de la parroquia”, comenta Pedro a los periodistas.
"¡Haría falta que en el mundo existieran más personas como él!", dice una feligresa emocionada: "Es una persona excepcional".
El propietario de la cartera llena de billetes quiso agradecerle a Pedro ese gesto de honradez y le abordó el otro día en el semáforo donde trabaja todos los días: “Vino el otro día para conocerme y no le pregunté ni su nombre. Solo le pregunté que si todo lo que le había devuelto la policía estaba bien. Me dijo que sí y quiso darme 100 euros. Yo no los quise aceptar, pero me los metió en el bolsillo. Ahí los tengo”, dice señalando su abrigo. Sólo se sabe que el dueño de la cartera es un sevillano de 42 años que ha preferido guardar su anonimato.