Benigno Blanco lleva en la solapa de su traje un pin. Son unos pies de tamaño diminuto, aunque con sus dedos y su forma reconocibles. Y es que así son los pies de un embrión de 10 semanas y que, según la ley actual, se podría abortar. Sorprendido por el cambio de rumbo del PP en esta cuestión, se prepara para la gran manifestación del 22 de noviembre, un grito «provida» que pretende –todavía no pierde la esperanza–, que Rajoy rectifique.
–Estamos teniendo muy buena respuesta, pues vendrán autobuses de todas las provincias. Además, hemos repartido 130.000 dípticos informativos y más de 50.000 carteles, y se ha lanzado una aplicación móvil. En estos momentos, recibimos un gran eco. Y es que hay una gran parte de la población española que da mucha importancia a la cuestión del aborto y que se siente decepcionada con la decisión de Mariano Rajoy de retirar la reforma de la ley actual.
–Estoy seguro de que serán cientos de miles, de que las calles de Madrid se verán como pocas veces. Lo importante, en cualquier caso, es que seamos muchos. En este sentido, puedo anunciar que la manifestación será un éxito, incluso con mayor asistencia de la que organizamos en su día cuando gobernaba Zapatero.
–Es sorprendente, porque no hay ningún precedente, que se retire una ley que nace de un compromiso expreso, y que da lugar a un anteproyecto sobre el que resolvieron favorablemente, aunque con matices, todos los órganos consultivos.
–Por consenso no se ha aprobado ninguna ley en la democracia. Además, en esta legislatura algunas se han sacado adelante sin consenso. Si este argumento no vale para otras leyes, tampoco vale para la del aborto. Es muy difícil que en esta cuestión coincidamos todos.
–Estoy seguro de que le saldrá mal. Rajoy tendría que explicarnos las razones reales, pero tengo muy claro que quienes votan pensando en el aborto libre nunca han votado al PP y, sin embargo, muchos votantes del PP sí le damos importancia al aborto. Por ello, creo que esto le genera más pérdida de votos que la decisión contraria. Probablemente, ninguno pensemos exclusivamente en esta cuestión, pero cuando te tocan las narices con un tema tan sensible como éste, sí lo haces. Estoy convencido de que perderá muchísimos apoyos por esta decisión.
–Incluso gente importante del partido me ha preguntado si debe dimitir o no. Les he dicho que no, si están dispuestos a dar la batalla dentro, pues no se lucha sólo dimitiendo. Sí es cierto que echo en falta que algunos líderes populares que siempre se han declarado «provida» digan alto y claro que siguen apostando por mantener el compromiso histórico del PP con la vida.
–No es el tema de la manifestación. Nosotros queremos proclamar ante toda la sociedad que no estamos dispuestos a acostumbrarnos al aborto, ni a dar la batalla por perdida. No hay una palabra definitiva de Rajoy y, aunque no somos ilusos, el 22-N queremos dar una oportunidad para que reconsidere su decisión sobre el aborto. Si no cambia, hay razones de sobra para no votar al PP en unas elecciones generales. Creo que en España somos tantos los que damos importancia a este tema que si el Partido Popular abandona esa bandera y ese nicho, otros lo ocuparán.
–Todos tenemos una responsabilidad. Si los políticos renuncian a la suya, nos toca a la sociedad civil ocupar ese hueco. Son varias las tareas. Hay que promover leyes justas, pues no se puede permitir que la Ley considere un derecho que se pueda acabar con la vida de un niño en cualquier circunstancia. Además, tenemos que dar la batalla de la solidaridad, la de ponerse al lado de la mujer embarazada, para que no tenga que recurrir al aborto para resolver sus problemas. Y, del mismo modo, debemos ocuparnos del frente cultural, porque el aborto se ha convertido en una ideología que hay que combatir.
–Están ganando, pero estamos dándole la vuelta. El aborto es un gran problema para la humanidad, pero muy reciente. Por ejemplo, en Estados Unidos ya va por delante la conciencia provida. Me haría ilusión que España fuese el primer país de Europa Occidental que empezase esta reversión y, por ello, apoyamos tanto la «ley Gallardón». No era nuestro modelo, pero sí un paso importante.
– Llegaremos a ello, porque es tal la barbaridad del aborto... Como lo fueron en su día la esclavitud o la tortura. Si lo pensamos en frío, nos encontramos con que la realidad del aborto es la de una mujer que se siente sola y abandonada, que decide hacer algo terrible y dramático, y que ese algo supone que un niño muere violentamente. Cuando una sociedad legaliza eso, está legalizando la violencia contra el hombre como forma de resolver problemas sociales. Es aberrante.
–La individualidad del ser humano, y también de cualquier otro ser vivo, surge cuando se forma su patrimonio genético en la fecundación. Un patrimonio genético que es único, distinto al de sus padres, y que le acompañará hasta la muerte. Si analizase el ADN de un embrión el primer día de su existencia y 50 años después un pelo suyo en una escena de un crimen, podría condenarle ante un tribunal. Lo que le define está desde el primer día. Esto hoy ya no es discutible y, por eso, los que defienden el aborto buscan disculpas ideológicas, que no es otra cosa que negar la realidad de las cosas.
–Muchísimas mujeres abortan en un ambiente de gran coacción, de presión brutal, de chantaje, porque uno de los efectos de una ley permisiva como la que tenemos es que abandona a la mujer ante el aborto. Como la ley ofrece esa salida a sus problemas, nos desentendemos diciendo a la mujer que aborte, que no nos cuente su vida. Con RedMadre, intentamos cortar esta dinámica.
–He dicho en sede parlamentaria, para sorpresa de algún diputado, que el aborto es una solución machista para encubrir la irresponsabilidad sexual de los varones. No se entiende que en nombre del feminismo haya mujeres que defiendan el aborto. Es un verdadero fraude ideológico. Las leyes de aborto generan verdadera violencia de género contra la mujer, porque la abocamos al aborto por ser mujer. A veces se dice que los que estamos en contra del aborto queremos obligar a las mujeres a ser madres. La mujer es madre desde que está embarazada. Y a partir de ahí, la opción es ser madre de un niño vivo o de un niño muerto. El gran fraude de los que defienden el derecho a decidir es que no hablan del niño no nacido. Hablan del aborto como si no hubiese niño.
–RedMadre ha demostrado que sí, si apoyamos a la mujer. De hecho, su experiencia dice que ocho de cada diez mujeres que reclama ayuda no aborta. Si el Estado hiciese esto, podríamos evitar miles de abortos, desaparecerían el 80 por ciento. Y es que el aborto es una vuelta a la selva, donde nos desentendemos de una parte de la humanidad, los no nacidos y las mujeres embarazadas, como si no nos importasen. El aborto es incongruente con una sociedad que se dice defensora de los derechos humanos. Por eso, pido a Rajoy que rectifique, que no pasa nada, y cumpla lo que prometió.