La web del Arzobispado de Barcelona se acaba de hacer eco de una historia muy interesante. Tras ochenta y ocho años, la imagen de un pequeño Niño Jesús ha vuelto a la Basílica de Santa María del Pi, cumpliendo con el compromiso del galés Philip Artur Dee, quien la rescató en medio de un incendio causado al inicio de la Guerra Civil.
Philip, que se encontraba en Barcelona en julio de 1936 para participar en la Olimpiada Popular, salvó a este Jesús de madera, que apenas mide 26 cm de altura, y se lo llevó a Gales con el propósito de un día devolverlo. Por último, ha sido su hija, Maralyn Westbury, que este lunes ha devuelto la imagen cumpliendo con la promesa de su padre difunto.
Conmovedor hallazgo
Fue el pasado mes de mayo cuando ella se puso en contacto con la Basílica de Santa María del Pi, en un correo en el que explicaba cómo había encontrado entre las pertenencias de su padre una cajita de madera con este Niño Jesús en el interior.
Tal y como decía en el correo, en el interior de la caja también había una carta escrita por el propio Phillip, en la que el difunto relataba que había sido testigo del incendio en la Basílica y explicaba el conmovedor hallazgo de la imagen del Niño Jesús en medio de los escombros, "con los ojos fundidos a causa del fuego, que hacía parecer que las lágrimas corrían por el rostro".
Antes de poder encontrar a alguien a quien devolver la imagen, Phillip fue repatriado hacia Inglaterra. Este lunes, los feligreses de la parroquia esperaban conmovidos la llegada de éste de la hija de Phillip con el Jesús. Maralyn llegó con la familia cuyos representantes de la Iglesia los recibieron en la puerta principal y entraron por la puerta lateral del Ave Maria, precisamente, por donde habían entrado los milicianos en 1936.
Toda la comitiva acudieron a la Capilla de la Cinta, donde depositaron la imagen en una cuna que se había preparado. El archivero y conservador de Santa María del Pi, Jordi Sacasas, ha sido uno de los encargados de gestionar el regreso de la imagen del niño Jesús y también el primero en leer el correo de la hija.
Asegura que se "quedó muy parado y enseguida vi cuál era la dimensión y el interés que podía tener". Asimismo destaca el contraste del poco valor artístico de la misma imagen con el gran valor simbólico que ha tenido. Tal y como expone Sacasas, fue "un acto muy entrañable", y "el sentido que tenía ese gesto, que pese a ser muy humilde está lleno de sentido. Un sentido de reconciliación entre los pueblos y la gente, un mensaje de amor y respeto a todos".
Antes de finalizar el acto, todos los presentes se encontraron en el patio interior de la Basílica, donde brindaron. En agradecimiento a Marylin por ese gesto, se la obsequió con un libro sobre la historia de la Iglesia del Pi.