Al igual que está ocurriendo en el norte de Italia los sacerdotes de Madrid están cerca de su pueblo y comparten con él sus padecimientos, incluso cuando se trata de sufrir el coronavirus en sus propias carnes.
Madrid es con mucha diferencia la región de España más azotada por el virus. Con más de 5.700 diagnosticados y más de 300 muertos esta región vive una emergencia sanitaria, y entre estos casos también está el clero de la Archidiócesis de Madrid, que sufre con su pueblo, y en algunos casos también enferma con él.
Varios sacerdotes de Madrid ingresados
Según confirman desde el Arzobispado de Madrid a Religión en Libertad en estos momentos hay varios sacerdotes ingresados en distintos hospitales de Madrid afectados por el coronavirus. Y la gravedad varía de unos a otros.
Al menos dos de ellos están en la Unidad de Cuidados Intensivos con pronósticos graves y otros 5 se encuentran hospitalizados en planta, con un pronóstico mejor que sus compañeros. Además, la semana pasada falleció también el diácono permanente José María Venturo.
Rezar por los enfermos y fallecidos
Desde el Arzobispado de Madrid piden que todos los fieles rezar por los enfermos, los fallecidos y por sus familias, así como por todos aquellos que están cuidando de ellos en este duro momento de prueba.
Del mismo modo, ReL se ha hecho eco de la situación de uno de los peores focos del coronavirus en España, Valdemoro, ciudad situada a poco más de 30 kilómetros al sur de la ciudad de Madrid. Allí sus 10 sacerdotes están al pie del cañón y por ello hay varios contagiados, entre ellos el padre Jon García, hospitalizado en estos momentos, y otros más como el padre Patxi Bronchalo ya con síntomas de la actuación del virus.
El triste precedente de Italia
En Italia, por su parte, el panorama es desolador especialmente en el norte del país. Cada día mueren sacerdotes debido al coronavirus y otros se contagian. A fecha de 18 de marzo, al menos 26 sacerdotes habían fallecido ya debido al virus, muchos de ellos mayores pero también algunos con poco más de 50 años.
Así, por ejemplo, el obispo de Parma, Enrico Solmi, que ha perdido ya cinco sacerdotes, se lamentaba así de esta situación: “Es doloroso ver que también los sacerdotes se enferman, a veces por celo pastoral, y van más allá de la puerta de triaje donde, comprensiblemente, nadie puede entrar. Luego, alternando esperanzas y recaídas, nos dejan. Cinco sacerdotes de la diócesis han muerto desde el comienzo de esta epidemia. Ellos también compartieron este via crucis y el Obispo sigue sintiendo una punzada por su muerte, como un golpe que hace doblar las rodillas, el dolor que me invade a mí y al presbiterio, a las comunidades”.