Fueron detenidos y juzgados. La sentencia condena a cada uno a 5 años de cárcel, resultado al que se ha llegado por un acuerdo entre la fiscalÃa, el juez y la defensa.
Los acusados reconocieron ser culpables de haber cometido robo con violencia, lesiones y una detención ilegal, que robaron 1.745,70 euros usando la tarjeta de crédito y que dejaron atado 12 horas en su casa al párroco.
Tras romper el cristal de la puerta de entrada, dos de ellos entraron y otro se quedó fuera vigilando. Ataron de pies y manos al párroco con una funda de almohada y cables de un teléfono y de un cargador, y le sustrajeron unos 30 ó 40 euros, además de una tarjeta bancaria, de la que le pidieron el PIN verdadero, amenazándole con volver si no era correcto.
Con esa tarjeta, sacaron dinero de cajeros de Ponteareas y Tui; pagaron consumiciones y servicios en un club de alterne de O Porriño; y pagaron compras en una gasolinera de la carretera Ponteareas-As Neves; en total, 1.745,70 euros.
Mientras, la vÃctima permaneció atada en su vivienda unas 12 horas, hasta que fue encontrado por su asistenta por la mañana. Como resultado del ataque, sufrió lesiones en las muñecas y en los tobillos y tiene una cicatriz de 11 centÃmetros.
Aunque el fiscal pedÃa al principio 10 años de cárcel para cada asaltante, al final se ha contentado con 5 años de media para cada uno.
Javier P.O., juzgado el agravante de drogadicción, ha sido condenado a cinco años y cuatro meses de prisión y a una multa de cuatro euros diarios durante un mes.
VÃctor M.L., con el atenuante muy cualificada de confesión y colaboración con la policÃa, ha sido condenado a cinco años de cárcel y multa de seis euros diarios durante un mes.
Francisco S.M., con agravante de reincidencia y atenuante de drogadicción, ha sido condenado a cinco años y tres meses de prisión y a pagar seis euros diarios durante un mes.
En declaraciones a Europa Press, su abogado ha indicado que "dentro de lo que cabe" están "satisfechos" con estas penas, puesto que han conseguido "una rebaja considerable".
El párroco recuperó el dinero correspondiente a los cargos en la tarjeta bancaria y ha renunciado a posibles indemnizaciones o al pago por los daños en la puerta de la vivienda o por las heridas sufridas.
En declaraciones a los medios antes de la vista, el párroco vÃctima del robo, Jaime González Couñago, ha reducido el asalto que sufrió a una "anécdota" y ha señalado que, a pesar de todo, tuvo "suerte" puesto que los ladrones "se portaron bien" con él.
"Salvo atarme, no tuvieron una mala palabra ni un mal gesto, la despedida que me hicieron fue estupenda" y "el trato personal con ellos, exquisito", ha afirmado.
AsÃ, ha recordado el asalto a la casa rectoral de Padrón (A Coruña) ocurrido el pasado mes de septiembre de 2014, en el que resultó herido el cura de esta localidad y falleció su asistenta. "Cuando vi el otro dÃa el párroco de Escravitude mallado... eso sà me crearÃa un trauma", ha señalado.
Según ha trasladado, tras superar "el trauma inicial de encontrar allà a los encapuchados", los asaltantes y él estuvieron "hablando con distensión de sus problemas", y la "única amenaza" que recibió fue cuando le pidieron la clave de la tarjeta de crédito.
"Me dijeron: mira, danos el pin de la tarjeta bien dado, porque si tenemos que volver a lo mejor la cosa varÃa", ha explicado.
Asimismo, respecto a permanecer 12 horas atado, ha reconocido que "la noche fue espantosa, sin saber qué hora era, en la oscuridad, esperando que la torre diera las ocho de la mañana" mientras se le hinchaban las manos por las ataduras.
"Me encerraron, me quitaron los teléfonos, arrancaron todo, cerraron la habitación, ¿por qué me tenÃan que atar de tal manera?", se ha cuestionado.
El sacerdote ha comentado que uno de los jóvenes durante el asalto le pidió perdón y dijo que le estaban robando porque necesitaban el dinero.
En realidad, explica el párroco, "no necesitaban nada pero algo tenÃan que decir".
"Si de verdad cogen el dinero y al dÃa siguiente me entero de que esos hijos que decÃan que tenÃan (que no tenÃan, parece ser) fueron al supermercado y les llevaron de comer, pues mira..., pero para irse de putas no, eso no...", ha argumentado.
"Si miras una familia feliz por lo menos, no los disculpo pero sà me lo explico, pero cuando me enteré de que anduvieron en Porriño toda la noche de fiesta ya te duele más en el corazón, porque ya vinieron allà a mentir", ha remarcado el párroco.
Finalmente, el cura ha manifestado su esperanza de que no le vuelva a ocurrir una experiencia similar. "Que no me venga otra, y si viene que venga asÃ, pero que me aten con una cuerda y no con cables", ha resaltado antes de manifestar su deseo de "que todos los ladrones fueran asÃ, pero que no ataran el cliente, que se fueran".