"Dijo el Señor Dios: "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada" (Gen 2,18). Y esa ayuda fue la mujer, y con el género humano formado por hombres y mujeres, surgió la familia, gran fuerza contra la soledad. Génesis 2,24: "El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". El matrimonio, en el plan de Dios, genera unidad, y previene de soledades.

Luego llegó la muerte, una fuerza que sí genera mucha soledad... sobre todo cuando no hay hijos ni parientes.

Que la soledad es un problema en la España moderna (envejecida y dañada por las rupturas) es algo ya admitido. Desde 2015 el Observatorio SoledadES (www.soledades.es), con el apoyo de fundaciones y aseguradoras, estudia datos sobre la soledad.

Para los cristianos es interesante porque saben lo que Dios piensa de la soledad: "no es bueno que el hombre esté solo". Además, desde siempre saben que la soledad es a menudo fruto de la pobreza, la enfermedad y el infortunio. Dios pide siempre visitar enfermos y acompañar a viudas y huérfanos, definición bíblica del pobre abandonado: "Dios en su santa Morada es padre de los huérfanos y defensor de las viudas: él instala en un hogar a los solitarios y hace salir con felicidad a los presos” (Sal. 68, 6-7).

El Observatorio de la Soledad en España ha lanzado el Barómetro de la Soledad 2024, con nuevos datos, aunque también con algunas carencias importantes como veremos. Se basa en 2.900 encuestas telefónicas detalladas a personas mayores de 18 años (así, queda fuera la soledad del adolescente, que se sospecha es altísima) y compara las respuestas de los que declaran soledad con las de quienes no la sienten (pero quizá la sintieron en el pasado).

Uno de cada 5 en España hoy sufre soledad

Una persona de cada cinco personas en España (un 20%) sufren soledad no deseada hoy, en 2024. Además, 1 de cada 7 personas en España (13%) sufre soledad desde hace 2 o más años. De los que sufren soledad, dos tercios la sufren desde hace más de dos años.

Además, de las personas que actualmente no se sienten solas, más de una de cada tres (36%) declara que vivió en el pasado una etapa en la que se sintió bastante o muy sola. Pero se puede ver de otra forma: el 29% de la población española en total dice que en el pasado se sintió sola, pero hoy no siente soledad, lo que indica que es algo de lo que se puede salir.

La soledad afecta menos a la edad adulta y madura, y afecta mucho más a los jóvenes adultos (el estudio no investiga adolescentes) y a ancianos muy mayores, de más de 75 años. Además, afecta más a los ancianos de ciudad que a los de campo.

Más de la mitad de las personas que sufren soledad no deseada afirman tener menos relaciones familiares y de amistad de las que desean, un 53% y un 63% respectivamente. De cada 10 personas que sufren soledad, 4 dicen que la calidad de sus relaciones familiares es mala o regular (entre la población que no siente soledad, sólo un 15% dice que tiene malas relaciones familiares).

Cuando alguien estudie los factores con los que el cristianismo puede ayudar contra la soledad, quizá habría que investigar la capacidad de la fe cristiana para mejorar relaciones mediante su insistencia en el perdón y la reconciliación: el esfuerzo en sanar familias rotas tiene un efecto contra la soledad, que vemos que va ligada a malas relaciones familiares.

Internet permite conectar, pero no vence a la soledad

Relacionarse con amigos y parientes por Internet en vez de hacerlo en persona, es un indicativo de soledad. El porcentaje de personas que se relacionan principalmente online con su familia es del 45% entre las personas que sufren soledad (sólo un 25% de las que no sufren soledad dicen que su relación familiar es sobre todo por Internet). El 38% de las personas que sufren soledad se relaciona con sus amistades principalmente online (solo declaran tal cosa el 17% de las personas sin soledad).

Internet permite a los emigrantes contactar con sus familias, y también a los que les cuesta desplazarse (ancianos, discapacitados) pero tener una intensa vida en Internet no parece reducir, sino más bien aumentar la soledad, y probablemente más entre los jóvenes.

Otro factor importante es el desempleo: los parados tienen una tasa de soledad más del doble que las personas ocupadas (36% frente a 16%). Entre 30 y 55 años la prevalencia de la soledad entre las personas en desempleo es el triple que entre las ocupadas: es una consecuencia de la vulnerabilidad social de las personas.

¿Es la pobreza causa de soledad?

La soledad está también relacionada con la capacidad económica. La prevalencia de la soledad no deseada es más del doble en la población que vive en los hogares que llegan con dificultad a fin de mes (30%) que en los que llegan con facilidad (13,3%). Pero hay que tener en cuenta que muchos de esos hogares son, precisamente, de viudos o viudas solas, o bien de inmigrantes pobres, lejos de sus familias, o de madres solas (abandonadas) volcadas en sus hijos.

El estudio sospecha que los económicamente pobres tienen menos posibilidades de "participar en actividades sociales en las que relacionarse". Visto desde una visión consumista, puede ser así: ir al bar tiene un coste. Visto desde un punto de vista cristiano, se justifica menos: cualquiera -excepto el incapacitado de moverse- puede ir a misa diaria, rezar el Rosario con feligreses, saludar paisanos y vecinos y parroquianos.

Otro factor más probable es que quien tiene más ingresos, por lo general, tiene mejor salud, y la buena salud protege contra la soledad.

Pese a que se habla mucho del papel de los curas rurales contra la soledad en el campo, esta soledad afecta sobre todo a viudos y viudas muy ancianos. El estudio muestra que en las poblaciones de menos de 10.000 habitantes es donde menos soledad se declara. Donde se declara más soledad es en los pueblos de tamaño mediano (de diez mil a 50.000 habitantes). Hay que insistir: el colectivo con más soledad son los jóvenes, y en el campo español hay pocos jóvenes. De los que haya allí, muchos declaran sentir soledad, pero son pocos en cifras absolutas.

La soledad en la juventud es muy elevada en las zonas rurales y disminuye en las grandes urbes. Sin embargo, entre las personas mayores sucede a la inversa, la soledad es mucho mayor en las grandes urbes que en las zonas rurales.

La enfermedad y la migración, otras causas

La soledad, como ya detectaba la Biblia, va muy ligada a la enfermedad: entre los que declaran tener mala salud, es 6 veces mayor que entre los sanos. Las personas con discapacidad sufren una prevalencia de soledad no deseada 30 puntos superior a las personas sin discapacidad (50 frente a 19). Por eso, la Biblia y la Iglesia siempre han animado a visitar a enfermos, viudas y huérfanos.

La Biblia también ha pedido ser siempre generoso con el migrante y el extranjero. También él vive soledad no deseada: entre los nacidos en el extranjero, o entre los que tienen un padre o madre nacido en el extranjero, hay casi el doble de soledad declarada que entre los españoles con padres españoles.

El estudio recoge que las personas que se consideran LGTBI+ declaran soledad hasta 15 puntos más que los que no lo declaran: 34% frente a 19%. Aunque "gay" significaba "alegre" antiguamente, el estilo de vida gay va ligado a la soledad, y quizá es tanto causa como efecto. 

Los 10 factores de más riesgo para la soledad

Según el estudio, por orden, los 10 factores que generan soledad con más probabilidad:

1. Amistades: tener menos relación con ellas de lo deseado.
2. Hogar unipersonal no elegido
3. No tener personas para pedir ayuda
4. Problemas de salud mental con o sin diagnostico
5. Ser joven: tener 18-29 años
6. Hogar unipersonal
7. Salud muy mala, mala o regular
8. Tener 30-54 años y estar desempleado
9. Amistades: relaciones malas o regulares
10. Tener 18-29 años en poblaciones de menos de 20.000 habitantes.

¿Quién actúa contra la soledad y quien debería hacerlo?

¿Qué dice la sociedad española sobre la soledad? Casi un 80% dice estar realizando acciones que combaten la soledad, pero el estudio no les pide detallar a qué se refiere ni qué hacen, y las personas tienden a hablar de sí mismas en las encuestas mejor de lo que en realidad actúan.

Un 82% dice que les gustaría poder realizar más acciones, ellos, personalmente, contra la soledad. Pero si una parroquia organizara un ministerio de visitas a vecinos ancianos o enfermos, aunque probablemente saldrían bastantes voluntarios, es dudoso que fuera un 82% de los parroquianos.

Más interesante es constatar que los españoles dicen que quien más hace contra la soledad son las ONGs (no se sabe cuáles ni cómo). El estudio, cuando pregunta por instituciones, menciona la empresa, las ONGs y las administraciones, pero no la familia (la institución que mejor vence a la soledad) ni la Iglesia (que es bastante eficaz acompañando ancianos y personas solas y creando redes de apoyo local).

De hecho, el estudio destaca por no tener la más mínima curiosidad ni interés por el papel de la espiritualidad contra la soledad, uno de los puntos débiles de esta investigación. (Tampoco pregunta por arte o deporte o aficiones). 

Según este estudio, la mitad de los españoles, incluyendo el 58% de los que se sienten solos, ¡esperan que el Gobierno español, Pedro Sánchez y sus ministros, o el que venga después, sea quien solucione su soledad! ¡Otro 30% piensan que han de hacerlo los ayuntamientos o las comunidades autónomas!

Como la encuesta no pregunta por la familia, las asociaciones de vecinos, las de jubilados, las peñas deportivas, la Iglesia u otras entidades, no podemos saber qué esperan de estas organizaciones civiles.

Una religión contra la soledad

El cristianismo es una religión construida contra la soledad. Por un lado, desde su fundador, Jesucristo, se edifica desde la intimidad y la amistad: "No os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos. Todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer".

El cristiano entra en una red de amistad y fraternidad con otros cristianos, pero también con Jesucristo, que promete "estoy con vosotros, hasta el fin del mundo", con un Dios Padre muy cercano y con una Madre celestial que aporta ternura y escucha.

Es deber de los cristianos combatir la soledad, honrar a los ancianos, acompañar a los jóvenes, visitar a viudas y huérfanos (lo que incluye familias rotas por el divorcio, las separaciones, etc...)

Pero también es deber de los investigadores y las administraciones estudiar y reconocer la fuerza del cristianismo, incluyendo su poderosísima aportación, la familia cristiana y el matrimonio indisoluble, para vencer la soledad. Y, puesto que estas instituciones funcionan bien, deberían apoyarlas, y no boicotearlas.