En la mañana del 19 de junio de 2014, ha tomado posesión como Rey de España Felipe de Borbón, Felipe VI, con un discurso ante las Cortes, 39 años después de que su padre Juan Carlos I lo hiciera declarando en aquella época su deseo de ser “Rey de todos los españoles”.

Tradicionalmente, en el siglo XIX y XX la inestabilidad política en España implicaba tres factores de conflicto: la llamada “cuestión religiosa”, el “factor militar” y “la cuestión nacional o territorial”.

En su discurso inaugural, Felipe VI no ha mencionado ningún aspecto religioso ni militar. No ha habido ningún símbolo religioso que no estuviese ya incorporado en elementos heráldicos (la diminuta crucecita del escudo real, por ejemplo). Aunque lo militar no se mencionó, sí estaba presente en los símbolos, empezando por el uniforme militar que vestía el Rey.

La tercera gran cuestión, la “nacional” o territorial, sí ha sido tratada con profusión en el discurso del Rey don Felipe, que ha presentado a España como “una nación forjada a lo largo de siglos de Historia por el trabajo compartido de millones de personas de todos los lugares de nuestro territorio y sin cuya participación no puede entenderse el curso de la Humanidad”.



Alabó el trabajo de sus padres, don Juan Carlos y doña Sofía, declaró su fidelidad a lo largo de su vida a la Constitución española y su compromiso con “los valores en los que descansa nuestra convivencia democrática”.

Esos valores, en los que “educamos a nuestras hijas la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía” son: la libertad, la responsabilidad, la solidaridad y la tolerancia.

“Puedo afirmar ante estas Cámaras- y lo celebro- que comienza el reinado de un Rey constitucional”, dijo.



Y definió las funciones que le competen: “ser símbolo de unidad y permanencia del Estado, asumir su más alta representación y arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones”… una forma de ir más allá de lo meramente simbólico y representantivo, y de recordar su función ligada a la “unidad” en un momento en que en Cataluña tienen fuerza movimientos de secesión.

Después de hablar de la “conducta íntegra, honesta y transparente” necesaria para que la Corona se gane la confianza de los ciudadanos, aseguró que “hoy más que nunca los ciudadanos demandan con toda la razón que los principios morales y éticos inspiren y la ejemplaridad presida nuestra vida pública”, refiriéndose, parece, no sólo a la Corona sino a todas las personalidades presentes en la Cámara.




Recordó a las víctimas de la violencia terrorista, apostó por “la victoria del Estado de Derecho”, habló de “cercanía y solidaridad” a los ciudadanos golpeados por la crisis económica, y a “las familias más vulnerables” (única mención a la institución familiar). 

Insistió en la unidad de España, “que no es uniformidad”, con una “diversidad como una característica que define nuestra propia identidad”, con voluntad de “proteger a todos los pueblos de España, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones”.

Se refirió al castellano como lengua oficial de España y a “las otras lenguas de España objeto de especial respeto y protección”.

Insistió en la unidad dentro de la pluralidad: “en el respeto de la ley cabemos todos, caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español. Los sentimientos, más aún en tiempos de construcción europea, no deben nunca enfrentar, dividir o excluir, sino comprender y respetar, convivir y compartir”.

Después de asegurar que el s.XXI será muy distinto al XX, añadió: “El siglo XXI, el siglo también del medio ambiente, deberá ser aquel en el que los valores humanísticos y éticos que necesitamos recuperar y mantener contribuyan a eliminar las discriminaciones, afiancen el papel de la mujer y promuevan aún más la paz y la cooperación internacional”.



En lo económico, pidió potenciar las nuevas tecnologías y priorizar la creación de empleo.

Habló después de los lazos de España con Europa, Iberoamérica y los países mediterráneos y árabes.

A lo largo del discurso la palabra “renovación”, “renovado”, “monarquía renovada” fue de las más repetidas.

Acabó asegurando que “tenemos un gran país, somos una gran nación, creamos y confiemos en ella”, citando de forma un poco enigmática al Quijote (“no es un hombre más que otro si no hace más que otro”) y dando las gracias en castellano, catalán, vasco y gallego.