Desde marzo de 2009, Juan Antonio Reig Pla dirigió la diócesis de Alcalá hasta que fue aceptada su renuncia por el Papa Francisco en septiembre de 2022. Durante este periodo, el obispo ha sido un firme defensor de la doctrina y cultura católicas en lo que él llama "situaciones límite": ha sido víctima de campañas públicas en los grandes medios y vetado por políticos pagando el precio de enfrentar las grandes ideologías anticristianas y la secularización.
Hacia el final de su mandato, desafió algunas de las normas que el Estado dictó respecto al culto en la pandemia (normas que luego los tribunales constataron que, efectivamente, eran ilegales y desproporcionadas). El obispo buscó siempre garantizar a sus fieles "lo más sagrado", la Santa Misa.
La pandemia ha protagonizado el último acto público del obispo emérito en el que ha presentado sus Homilías pronunciadas durante todo el confinamiento -entre el 15 de marzo y el 21 de junio- de forma pública e ininterrumpida.
Mientras buena parte de las iglesias españolas permanecían cerradas a la asistencia de los fieles, su diócesis fue una excepción a la que se adhirieron en bloque párrocos y sacerdotes. La edición de las homilías son la prueba palpable.
Editadas por la Fundación Regina Coeli, las predicaciones fueron presentadas este jueves en el salón de actos del Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares, en un acto que contó con cerca de 200 asistentes.
Minutos antes del evento, Juan Antonio Reig Pla recibió a Religión en Libertad para tratar aspectos cruciales tanto de la actualidad eclesial como de sus 13 años al frente de la diócesis complutense.
-¿A qué se dedica actualmente, señor obispo?
-Desde que el Papa aceptó mi renuncia me llegan tantas solicitudes de tantas partes, de escribir prólogos (he prologado 5 en los últimos meses), dar conferencias, actos como el de esta tarde que agradezco… Eso es lo que hago. Muchos me invitan a escribir un libro o hacer un libro entrevista… Todo esto lo tengo que pensar con sosiego y el tiempo lo irá diciendo.
-¿Cómo ha cambiado la Iglesia de la diócesis de Alcalá en sus 13 años como obispo?
-La iglesia en Alcalá tiene una serie de características muy singulares. Tiene un clero muy joven, hemos podido contar con el seminario de los Santos Niños de la Inmaculada y el Redemptoris Mater, por lo que hemos podido tener ordenaciones y contar con seminaristas.
»He visto la promoción de un laicado en lo que hace referencia a los temas más vivos que es cuidado de la familia, de la vida humana, la transmisión de la fe y la evangelización y el ejercicio de la caridad con Cáritas.
-¿Cómo se ha plasmado esto en el día a día?
-Los laicos han asumido responsabilidades para que la respuesta de la Iglesia se extendiese a las realidades de los fieles y no consistiese solo el ejercicio del ministerio sacerdotal.
»Estos 13 años se distinguen por fomentar la respuesta concreta a los temas básicos que son de contraste en la sociedad actual y desde ahí promover una vuelta a la cultura cristiana.
»Por ejemplo, hemos promovido una celebración cristiana de la fiesta de los Reyes Magos, hemos contrarrestado los movimientos que vienen de fuera (Halloween) con la fiesta de Todos los Santos y la santidad entre los niños con Holywins o el amor el día de San Valentín para que no quede todo en un negocio, sino que el noviazgo vuelva a tener carta de ciudadanía entre nosotros.
»Y sobre todo, hemos atendido a las nuevas pobrezas. Ya no son solamente de lo elemental, tener para comer, vestir y techo. Hay mucha pobreza nueva como son las adicciones, todo lo que quema la pornografía y el corazón de las personas, y eso lo hemos ido atendiendo desde el Centro de Orientación Familiar y Cáritas.
Mons. Juan Antonio Reig Pla, durante la presentación de sus homilías pronunciadas en tiempos de pandemia, editadas por la Fundación Regina Coeli (Fotos: José María Carrera).
-Como obispo emérito, ¿cuál es su visión de las conclusiones del camino sinodal alemán?
-Creo que es un error y que manifiestan una cuestión más elitista e ideológica. Pero también hay una crisis profunda de fe y eso explica todo lo demás: el querer cambiar los temas básicos de la antropología cristiana, el no querer responder a la tradición católica, a la belleza de lo que ha promovido San Juan Pablo II en la Teología del Cuerpo...
»Querer cambiar todo esto y querer corregir incluso el Catecismo de la Iglesia, entiendo que es un error y que son los pasos que después pueden conducir a otros momentos más complicados.
-¿Cómo cree que afectará a la Iglesia?
-Ha habido un contagio de la consulta sinodal que puede hacer que a veces se entienda más como una consulta que no está centrada en lo que se nos proponía, que son los puntos de mayor corresponsabilidad en la tarea de la evangelización, y derive hacia consultas de carácter sociológico que no responde a lo que es la fe de la Iglesia. Lo nuestro es promover a Jesucristo y desde Jesucristo, todo lo que es el compendio del Catecismo de la Iglesia donde esta sistematizadas las verdades cristianas.
-¿Es posible ponerle freno o cree que es tarde?
-Estamos a tiempo para que la reacción de la Santa Sede pueda corregir lo que entiendo que es la base de todo: hay una crisis de fe y un déficit de aceptación de todo lo que ha sido el magisterio fundamentalmente desde la Humanae vitae, la Teología del Cuerpo y la Teología del Amor y la centralidad de Dios -y no la mundanización- que nos ha predicado Benedicto XVI.
-La primera de las homilías que ha presentado data del 15 de marzo de 2020, día en que se decretó el confinamiento en todo España. ¿Qué le llevó a tomar la decisión de continuar la celebración de la misa con normalidad?
-Agradezco mucho esta pregunta. Lo que me llevó a ello fue el mirar inmediatamente la tradición, a lo que hizo la Iglesia, en particular la de Alcalá de Henares, en otras situaciones de peste o de pandemia generalizada.
»Encontré un texto precioso de la peste bubónica en 1519 que narra cómo los sacerdotes de la misma catedral salían a las calles a asistir a los apestados. Entendí que, como diócesis, lo que podíamos hacer era mantener los templos abiertos como el mismo horario y con el respeto de las indicaciones de medidas sanitarias.
»La Iglesia, cuando han ocurrido cosas de este tipo, nunca ha tenido una postura de no atender inmediatamente a las personas. Mirando lo que había sido la tradición de los santos y las personas en situaciones de peste, debíamos responder de la misma manera, según la tradición de la Iglesia.
Puedes conseguir aquí los tres tomos de las Homilías de Mons. Juan Antonio Reig Pla.
-¿Qué medidas aplicó a tal efecto?
-El mismo día de la alarma anuncié que nuestros templos estarían abiertos, llamé por teléfono y escribí a los sacerdotes para que siguieran esta consigna y la verdad es que estoy muy agradecido porque no hemos notado en la diócesis un trauma o distanciamiento entre lo que ha sido la pastoral ordinaria y el tiempo de pandemia. Haber mantenido los templos abiertos ha hecho que continuemos viviendo un espíritu de familia, orando juntos en nuestra situación de extrema necesidad.
-Otro aspecto que ha cambiado son las limitaciones a la misa tradicional, que usted siempre acogió en su diócesis desde 2010. ¿Qué le llevó a hacerlo?
-Entiendo que es lo mismo. Continuar lo que ha venido haciendo la Iglesia forma parte de la tradición. No hay cortes, no hay situaciones traumáticas. Y después, hay tantos ritos en la Iglesia -y todos ellos forman parte de la tradición-, que continuar con cualquiera de ellos entiendo que es siempre una decisión de caminar con los que han caminado como predecesores nuestros siendo fieles al espíritu mismo de la liturgia.
Cerca de 200 personas asistieron a la presentación de las Homilías de Mons. Juan Antonio Reig Pla durante la pandemia.
-¿Cree que podrían venir nuevas "situaciones límite" como la pandemia en el corto plazo? Hay una guerra, se habla de próximas crisis económicas… En ese caso, ¿qué consejos ofrece a los fieles para hacerle frente?
-Nuestra principal diferencia respecto a las personas que no creen es que nosotros partimos siempre de la luz a la oscuridad, partimos de la seguridad al riesgo. Nuestra luz es Jesucristo, el Evangelio, la tradición de la Iglesia. Nuestra seguridad es saber que Dios está con nosotros y no nos va a desasistir.
»Lo que aconsejo es volver a las virtudes que son elementales, la virtud de la fortaleza, de la magnanimidad, de la fe… El consejo es no tener miedo. Resuenan constantemente en mí las primeras palabras de San Juan Pablo II, no tengáis miedo. Hoy caminamos ante un eclipse de Dios, una ausencia de lo religioso y lo trascendente y por tanto ahora debemos de poner más en evidencia lo que significa la presencia de los católicos y de la fe en nuestra sociedad y vida.
"Tenéis que responder y tomar en serio la evangelización"
Tras la entrevista, el obispo emérito de Alcalá presentó los tres volúmenes que conforman sus homilías de la pandemia, cuyo objetivo fue "transmitir esperanza y sosiego a una sociedad marcada por el miedo".
A ello le siguió una denuncia de las políticas gubernamentales respecto al "ocultamiento" de la realidad de Dios o de la muerte, en la que cuestionó lo "irónico" de que "en el decreto [del estado de alarma] se hablase de los servicios esenciales" y no se incluyese "la palabra de los sacerdotes".
Una "injusticia" que a juicio del obispo significó "un reductivismo de la realidad de la persona, de su dimensión religiosa y trascendente". El eclipse de Dios, agregó, es la peor de las injusticias. "Los hombres somos para el Cielo y cerrárselo, eclipsar a Dios, es una injusticia peor que la guerra o la pobreza. Sin Dios somos seres para la muerte y es lo que vemos hoy, una sociedad tremendamente nihilista que camina hacia la nada", afirmó
Tras enumerar la amplia batería de medidas pastorales y caritativas que puso en práctica durante el confinamiento, el obispo sentenció tajante que "lo que estaba en juego en la pandemia" no era otra cosa que "el puesto de Dios y de la religión en el mundo".
"No podemos arrinconar a Dios, expulsarlo de la plaza pública, ser indiferentes a la necesidad de encontrar una palabra que genere en nosotros esperanza para afrontar el tema de la muerte. Nosotros no arrinconamos el hecho religioso en la conciencia privada de modo que este no tenga una dimensión pública", expresó.
El obispo concluyó dirigiendo un mensaje de aliento y responsabilidad a los fieles al advertir que los momentos presentes -especialmente "la situación en Alemania y las nuevas ideologías y legislaciones"- suponen una "crisis de fe cuando no de apostasía" que "reclaman respuesta".
"Es momento de tomar conciencia, de tomarse muy en serio la evangelización y salir a la calle con una clara identidad. Es el momento en que vosotros, queridos laicos, tenéis que responder a esta situación agónica", finalizó.