En una catedral abarrotada por el clero, fieles y autoridades, fue ordenado este fin de semana el nuevo obispo auxiliar de Santiago de Compostela, Jesús Fernández González, después de doce años sin esta figura episcopal en la ciudad.

El sacerdote leonés de 58 años, que hasta ahora desempeñaba el cargo de vicario general de su diócesis natal, asumió el cargo marcándose como primer objetivo la evangelización de los pobres y los necesitados, que «eran los preferidos del Señor y esperan también mi predilección». Una labor pastoral que eligió también como el lema que figurará en su escudo episcopal, «Evangelizare pauperibus» (evangelizar a los pobres), junto a un símbolo de su diócesis de procedencia. Y, para «no desfallecer en la tarea», se encomendó a la Virgen María, el Apóstol Santiago y a San Francisco de Asís, «peregrino en este lugar hace 800 años».

El arzobispo titular, Julián Barrio Barrio, dirigió la ceremonia de ordenación, en la que el auxiliar fue ungido y recibió de sus manos el anillo, la mitra y el báculo que representan su nueva función en la diócesis compostelana. Participaron también en los ritos litúrgicos el nuncio Renzo Fratini, en representación del papa Francisco, y una veintena de prelados procedentes de distintos puntos del territorio nacional, entre los que estaban todos los gallegos.



El acontecimiento reunió a cerca de doscientos sacerdotes de las diócesis de Santiago y León, desde donde acudieron más de medio millar de devotos fletados por seis autobuses para apoyar en su nuevo cargo a Jesús Fernández González.


Las campanas de la Catedral sacudieron las gotas matinales para anunciar la ordenación de un nuevo obispo auxiliar en Compostela, tras doce años sin esta figura en la ciudad. En un santuario abarrotado por el clero, fieles y autoridades hizo acto de presencia el elegido, Jesús Fernández González, con semblante serio. Llegó escoltado por una veintena de prelados llegados de distintos puntos del territorio nacional, el arzobispo titular Julián Barrio Barrio y el nuncio Renzo Fratini, en representación del sumo pontífice, encargados de celebrar la ceremonia.

Fue un acto solemne según la liturgia de ordenación católica y la emoción pudo palparse por primera ocasión en la cara del nuevo obispo auxiliar ya culminada la parte más simbólica del ritual, en la que recibió la unción, la imposición de la mitra y la entrega del báculo por parte del arzobispo compostelano.



Este hizo hincapié en la necesidad de «alentar la esperanza» en una comunidad en la que «no faltan dificultades, dentro y fuera» de ella, y de un servicio «en vigilancia y fidelidad, sin cálculos ni condescendencias con uno mismo».

La Catedral estalló en aplausos y vítores en el recorrido final que hizo Jesús Fernández por las distintas naves del santuario mientras bendecía a los asistentes al acto. Unos aplausos que sirvieron de interludio al auxiliar en la única anécdota de una ceremonia impoluta que duró más de dos horas, cuando tuvo que interrumpir su discurso al traspapelar uno de los folios de su alocución final.




Una veintena de obispos españoles, entre ellos, todos los de las diócesis gallegas y el nuncio Renzo Fratini, en representación del sumo pontífice, participaron en el acto. Además, cerca de doscientos sacerdotes de la diócesis de Santiago y de León, junto a otros muchos clérigos, autoridades y fieles, arroparon al obispo auxiliar en la ceremonia celebrada en la Catedral.

Jesús Fernández González fue ordenado sacerdote en 1980 en la diócesis de León y ejerció allí como vicario general desde el 2010. Más de medio millar de leoneses acudieron a la capital gallega en ocho autobuses para arropar al clérigo en el acontecimiento, haciendo manifiesto el cariño que ha dejado a su paso el actual obispo auxiliar compostelano. También asistieron numerosas autoridades políticas, de los gobiernos local y autonómico, que hicieron extensivo su apoyo al nuevo miembro de la diócesis compostelana con su presencia en el acto.