Las Capillas de Adoración Perpetua son cada vez más en España, pero la de San Pascual Bailón en Zaragoza fue una de las primeras en acoger la adoración al Santísimo 24 horas al día, todos los días del año. El 30 de junio fue el décimo aniversario de la fundación de esta capilla, que fue celebrado por el arzobispo con una eucaristía en la basílica del Pilar.
Para María Gabriela Zazu, una de sus coordinadoras, los frutos de la Adoración Perpetua son evidentes. “Ningún adorador sale igual que ha entrado. Sin saber cómo, uno entra efervescente y sale sosegado y en paz, con los problemas dimensionados y con la fuerza necesaria para afrontarlos durante la siguiente semana”, cuenta a Iglesia en Aragón.
“Un aspecto muy bonito de la Capilla de Adoración Perpetua es que es un lugar de unión entre todas las realidades de la Diócesis, que nos ha permitido conocernos unos a otros y valorar a otros movimientos que antes conocíamos muy poco”.
Pioneros en tener "audiencia privada con el Rey de Reyes"
El obispo Manuel Ureña y el padre Justo Lofeudo fueron los impulsores de esta iniciativa que comenzó el 30 de junio de 2011. Desde entonces, los adoradores y voluntarios no han dejado de llegar.
“Fuimos de las primeras capillas de adoración perpetua que abrieron en España, y ahora hay 63 abiertas. Es la única organización -que sepamos- en que la Iglesia deja el Santísimo en manos de laicos que gestionan su funcionamiento asegurando que el Señor nunca se quede solo”.
Para María, su devoción por la Adoración Perpetua comenzó tras escuchar una homilía que le impactó profundamente. Fue “lo mejor que he oído en toda mi vida. Cómo el Señor está ahí, en la Eucaristía, esperándonos… Rellené una hoja, elegí la mejor hora dentro de la semana y me embarqué a acompañar al Señor y a tener una audiencia privada semanal con el Rey de Reyes”.
Casados, con trabajo o solteros: el perfil del adorador
Se apuntó con un grupo de amigos a la misma hora, “para vernos y estar un rato juntos al salir. Esto nos sirvió de estímulo. Nos tomamos una `caña espiritual´ una vez a la semana y salimos felices y descargados de preocupaciones”.
Junto a otros tres coordinadores y bajo la dirección de un coordinador general, María debe asegurarse de que todos los adoradores tengan su propio turno, y de que ninguna de las 168 horas de la semana se quede libre.
Tras años de noches en vela, María constata que “sorprendentemente, la mayoría de los adoradores de madrugada no son personas jubiladas, sino gente que después de estar de dos a tres de la mañana en la capilla, a la mañana siguiente van a su trabajo. Son casados, solteros, con trabajo e hijos, personas de la calle totalmente normales, que sacan una hora de su tiempo para estar con el Señor”.