El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, celebrará este viernes, 13 de julio, a las 20:00 horas, un acto de desagravio en la parroquia de San Bartolomé Apóstol, del municipio madrileño de Fresnedillas de la Oliva, en la montaña, que sufrió en la madrugada del lunes 9 de julio un robo y una profanación.
Unos desconocidos forzaron la puerta principal del templo, arrancaron el sagrario de la pared y lo tiraron al suelo, donde quedaron dispersas todas las Formas. Volcaron también el copón, los cálices y los vasos sagrados de la Misa. En la sacristía y en las salas de catequesis revolvieron todos los cajones, volcaron los hábitos y deterioraron todo lo que se encontraron por el camino.
Además, forzaron los lampadarios para llevarse las monedas, así como las del pan de los pobres y lo reservado en los cajones de la sacristía tras las Eucaristías del fin de semana. Actuaron de la misma manera en la sala de Cáritas, donde reventaron la puerta y revolvieron absolutamente todo lo que encontraron.
La policía investiga
La parroquia está valorando los daños y ha dado cuenta al Arzobispado de Madrid. El cardenal llamó al párroco el mismo lunes, cuando supo del triste incidente. La Guardia Civil y la Policía fue informada y desde un primer momento se presentaron en el lugar de los hechos, inspeccionaron toda la iglesia parroquial y mostraron su apoyo.
Fresnedillas es un pueblo vivo, con unos 1.500 habitantes y una escuela pública. Su párroco es Pedro Rodríguez, que también se encarga del pueblo de Navalagamella, de unos 2.400 habitantes.
El párroco cree, según recoge Alfa y Omega, que los asaltantes «buscaban dinero, esta pobre gente no sabía lo que hacía, a lo mejor pensaban que [el Sagrario] era una caja fuerte adosada a la pared. No creo que tengan culpa, aunque no se sabe». Aun así, desvela que «creo que faltan Formas. Dejé el copón lleno porque en este pueblo celebramos tres misas a la semana y creo que había más Formas. Me da miedo que hayan podido llevarse algunas para hacer misas negras», lamenta.
"Un vacío horroso"
Desde el asalto, Pedro se siente «desolado, y me entran ganas de llorar todo el día, como un niño pequeño», reconoce. «Siento un vacío horroroso. Se nota muchísimo el vacío del Señor en la iglesia. Como cuando era pequeño y fui un verano a Irlanda y entraba en las iglesias protestantes: sin Cristo están vacías, se nota un vacío tremendo».
Pero confesa también que «cuando viajamos con los chicos de nuestro grupo de fe buscamos siempre la Eucaristía y hacemos la visita, es lo primero que hacemos. La Eucaristía es fundamental, también por eso me molesta mucho que se cobre la entrada en algunas iglesias. Si dudara por un momento de la presencia de Cristo en la Eucaristía hace tiempo que habría colgado los hábitos. Con todo esto que ha pasado estoy muy afectado, es muy triste».
El cardenal anima a participar en la oración del viernes, 13 de julio, a las 20:00 horas, en el templo profanado.