En el programa matutino de cadena COPE del martes 26 de noviembre, el nuevo secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo, ha propuesto, con un tono humorístico (pero solo a medias) que “a lo mejor tendríamos que hacer en las iglesias un pase especial para los políticos, de jornada de puertas abiertas para que conocieran la Iglesia real, no la Iglesia de una determinada literatura o de sus dramas personales cuando estaban en un colegio y que les hicieron una faena. Eso, aderezado con algunas lecturas decimonónicas, ha dado un especimen que se conserva como reliquia en algunas organizaciones”.
Como periodista y sacerdote, Gil Tamayo está convencido de los que conocen a la Iglesia sólo por los medios de comunicación (como es el caso de muchos políticos) tienen una visión distorsionada, porque la prensa generalista no recoge a la Iglesia real.
“La gente tiene una percepción de la Iglesia muy distinta a la que reflejan los medios, con lo cual, mi doble condición de cura y periodista me hace plantearme preguntas”.
Por ejemplo: se pregunta “si realmente los medios, que son los que influyen en la opinión pública ¿están reflejando la Iglesia real? Y creo que no, hay una Iglesia real que es la que percibe la gente que va a la parroquia, que ve cercano a sus sacerdotes, que ve la labor de los religiosos y religiosas, con tantas madres teresa de Calcuta por la geografía hispana. Que eso no lo reflejen los medios por una parte es culpa nuestra que a lo mejor no sabemos trasladarlo, pero en gran parte también viene de posicionamientos ideológicos, que consideran el hecho religioso un hecho privado, de conciencia, y no aparece en los medios y no se da cuenta de esa parte de la realidad de las personas y de la sociedad. Y cuando hay una acción benéfica se atribuye a organizaciones de la Iglesia pero sin nombrar su vinculación a la Iglesia”.
Y pone un ejemplo que mide este extraño doble rasero en la percepción pública española: “Por ejemplo, en el CIS, valoración positivísima, un ochenta y tantos por ciento, de Cáritas, y luego los obispos en la cola, con los políticos y demás. Es que Cáritas es de los obispos, es de la Iglesia. Pero hay de forma intencionada esa separación como si fueran los obispos la patronal. Es que esas claves aquí no sirven. Cáritas no sería nada sin los sacerdotes, sin los obispos y sin las parroquias”.
Por eso lamenta el enfoque que mira a la Iglesia con categorías políticas o anticuadas, que no reflejan los hechos reales.
“Convertir a la Iglesia en un contrincante político o querer reducirla a páginas de suceso o ir con un prejuicio a veces de arqueología ideológica me parece que es equivocarse de época”, señaló.
El nuevo portavoz de la Conferencia Episcopal Española también recordó el “mandato misional de Cristo, que es un imperativo, id y enseñad. Y el Papa lo ha recordado en Río de Janeiro, vayan y hagan lío”.
“La Iglesia no tiene vocación de estar encerrada o de cenáculo. Hay una parte de la Iglesia queridísima, las monjas y monjes de clausura, que viven en esa dimensión de la contemplación, pero el resto, tiene un compromiso, que es el de vivir con coherencia y al aire libre sus compromisos cristianos. Luego la Iglesia tiene vocación de calle y de influir en la vida social y pública, como actor y lo ha hecho a lo largo de toda la historia y no se entiende la historia de este país sin esa influencia. Ahora bien: la Iglesia no es un partido político, no es una ONG, la Iglesia sí va a dar orientaciones morales, la Iglesia no va a entrar en cuestiones técnicas".
Y continuó: "No puede haber una desamortización de los cristianos en este país para reducirlos al ámbito de las sacristías o del interior de las conciencias. Hoy se hace pública la exhortación apostólica del Papa sobre la alegría del evangelio, que es una invitación absoluta a evangelizar. Y adoctrinar o evangelizar no significa un proselitismo que irrumpa de manera fuerte acallando lo que otros piensan, sino con respeto exquisito a las conciencias de los demás no renunciar a las propias convicciones”.
Gil Tamayo ha añadido que “el clericalismo laico es el de dogmatizar desde la postura de obviar la presencia de un actor social. Afortunadamente en nuestro país cada vez se va más a una concepción de la vida pública como de sociedad civil. Porque la política no lo es todo en la vida de la gente, no vamos con las dimensiones de izquierda o derecha, y eso no nos ha venido bien. El mundo está cambiando y las personas tienen algo más que la dimensión derecha, izquierda, centro, arriba o abajo”.
Sobre la relación entre la Iglesia española y los gobiernos en España afirmó: “Es una relación fluida y debe ser desde la libertad y la independencia con la colaboración. Nuestra Constitución no es laica, aunque algunos se empeñen, es una Constitución que contempla el hecho religioso de forma positiva, no tiene el Estado ninguna confesión religiosa y recuerdo que pasamos de un régimen confesional -que quedó deslegitimado por el propio Concilio Vaticano II- a un Estado aconfesional, donde el hecho religioso es contemplado de forma positiva, como un elemento de construcción social”.
“Qué sería de nuestro país sin el concurso de la Iglesia, especialmente en estos momentos de crisis, a las capas de la población que más sufren. Qué sería de nuestro país si la Iglesia no estuviera presente en el mundo de la educación, la marginación, en el mundo de la asistencia a los más necesitados. O pensemos que la cooperación internacional no ha empezado con la democracia en nuestro país, pensemos en los más de 15.000 misioneros presentes en todo el mundo”.
“Tiene que haber colaboración porque es a los mismos ciudadanos a los que nos dirigimos. Y una cosa importante: la Iglesia no es un contrincante político y no se puede hacer una lectura de la Constitución de forma laicista, sino con una sana laicidad, el hecho religioso está ahí y tengo que colaborar con algo que forma parte de la vida de las personas a nivel personal y social. Y cuál es el fin en el que concurrimos todos: el bien y el interés común de los ciudadanos. Después, respeto exquisito”.
Y añadió: “Por otra parte, no se le puede exigir como contrapartida a la Iglesia cuando hay esa colaboración que se calle y que no ilumine a la sociedad o a sus propios fieles con sus convicciones”.
Preguntado por temas como la doctrina Parot o el independentismo catalán Gil Tamayo puntualizó: “Hay cuestiones que están a la libre iniciativa, la conformación de un Estado cómo tiene que ser, la Iglesia convive en la pluralidad de formas políticas y no hagamos dogma de fe de lo que es organización política. No cabe duda de que hay que preservar el bien común y nuestro país tiene una historia de unidad que nos ha dado una forma; y creo que hay que profundizar en el ámbito constitucional, que sabe armonizar y conjugar la unidad del España con la pluralidad que existe en sus regiones. Y esto tenemos que conciliarlo sin hacer absolutismos de cosas que no tienen por qué ser absolutas”.
Y en cuanto a la doctrina Parot, ha añadido: “Hay que estar con las víctimas, con las personas que han sufrido esa barbarie y crimen”; “la justicia ha de actuar”; “pero lo que no podemos es por formalidades de una concepción del derecho puramente positivista olvidarnos del más elemental respeto a las víctimas”.
Sobre la impronta del Papa Francisco, ha explicado que “su estilo de cercanía tiene un trasfondo. No es nada artificial”.
“Es la pura naturalidad, se muestra como es incluso esquivando la seguridad y el protocolo porque quiere ante todo dar una lección de no tener miedo a la ternura y mostrar el rostro misericordioso de Dios que en su Hijo Jesucristo nos ha salvado”.
“La Iglesia no es la del no, la que va jorobando al personal ni la Iglesia de la condena es la Iglesia de la misericordia”.
También ha explicado que “el Papa Benedicto XVI está encantado con el Papa Francisco, se ven, hablan”. “No hay nada de estrategia y sí de autenticidad”.
Preguntado por la crisis vocacional actual, Gil Tamayo ha explicado “hay un secularismo y esto ha afectado a Occidente y a la familia; donde no hay hijos o un solo hijo, las condiciones para la entrega o para hacer una opción de vida son muy difíciles. Y también nosotros tenemos que ser más activos en esa propuesta vocacional, también tenemos un ejemplo que dar y un ejemplo que atraer. Yo no lo pongo solo en la sociedad sino también por nuestra parte activarnos más”.
También ha recordado sus palabras contra las cuchillas en la valla de Melilla: “Me salieron del corazón, es un tema que lo he vivido personalmente en mi familia, en mi padre que murió siendo emigrante con 49 años. Y en mis tíos”.
“Soy de un pueblo cuya gente, por la pobreza, iba buscando mejores condiciones de vida”.
“Hay que regular la inmigración; entre otras cosas por los propios derechos de los inmigrantes. Y el verdadero enemigo no son los inmigrantes sino las mafias que trafican con ellos”.
“Y considerar que, por desgracia, nuestro país, en esa cultura del descarte de la que habla el Papa Francisco, está dejando una gran cantidad de jóvenes mejor preparados que nunca que tienen que emigrar”. “Y no quisiéramos que fuera el tratamiento con ellos así”.
“A quien hay que dirigir la acción policial y disuasoria es a las mafias, y cortar de raíz al otro lado de la frontera el que se puedan producir eso canales de la muerte que llevan a los inmigrantes a estar explotados y tener una deuda permanente. Es una nueva forma de esclavitud que el Papa, en su viaje a Lampedusa, ha denunciado. Y por otra parte, también que esto sirva a la sociedad. Los inmigrantes enriquecen un país”, “lo hemos visto en EEUU”.
“Y quiero hacer un reconocimiento de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, de Cuz Roja, en esa acogida a los cayucos”. “Mi denuncia va contra una forma de entender el control de la inmigración que habría que cuidar mejor”.