Hay una erosión de la legitimidad de los partidos por sus prácticas de corrupción y la baja calidad del trabajo que realizan como instituciones. No incluyen ni seleccionan a los mejores sino a quienes hacen carrera en su organización. La interioridad de los partidos y de gran parte de las instituciones está contaminada. La situación me parece de tal gravedad que, sin haber llegado a una "Quiebra del Estado" tal como la plantea el profesor J.J. Linz, sí estamos en una "Quiebra Institucional" del país en donde están implicados el sistema financiero bancario, los partidos y parlamentos, la jefatura del Estado y en parte la judicatura.

No se ven instituciones con suficiente altura moral y autoridad como para ser fuente de regeneración del país. ¿Son esa fuente los medios de comunicación? No, las críticas arrecian contra sus complicidades con el sistema político y partidario. ¿Son esa fuente las universidades? No, están vaciadas de intelectuales y su rentabilidad social está muy cuestionada. ¿Los sindicatos? Han estado implicados en todo el escándalo de la quiebra de las Cajas de Ahorro y su papel es oscuro. ¿La Iglesia? No parece que se haya puesto en España en condiciones de ser factor de unidad y ha perdido mucha autoridad moral en el último período post-Transición. Las que sí parecen aguantar son las ONG y eleva su liderazgo la ciudadanía organizada.
 
 
El PSOE no debe ser "el partido de la mitad". En primer lugar, debe preguntarse si quiere ser un partido que sirva a todos los españoles o si quiere sólo ser el instrumento de una mitad. Las dinámicas de revanchismo histórico, el cultivo de las divisiones, el aliento del odio de clase y su grave problema con la Iglesia católica -la mayor organización social de España-, le hace que "el PSOE sólo sea el partido de la mitad". Aunque eso le permite diferenciarse simbólicamente del PP, finalmente se mete en una trampa que tiene un alto coste.
 
El PSOE no debe ser "el partido del Estado". En segundo lugar, el PSOE debe mejorar su cultura política y poner en el centro el fortalecimiento de la sociedad civil y la sociedad empresarial (aquellas empresas que generan riqueza). El partido socialista debe abandonar la idea de que el Sujeto Histórico es el Estado. Y también debe superar la idea de que tiene que crear una sociedad civil que sea una correa de transmisión del partido o el intento de crear una red clientelar. Debe asumir otro tipo de relación con la sociedad civil. Cuando no lo hace, oscila entre el estatismo y el entreguismo al más duro neoliberalismo. Hay una posición intermedia, heredera del social-liberalismo europeo y del social-comunitarismo norteamericano.
 
En tercer lugar, el PSOE debe revolucionar su organización interna, presa de dinámicas endogámicas y que impide seleccionar a los mejores de toda la sociedad para el servicio al país y a la Justicia.
 


Al no haber una sociedad civil abundante, madura y activa, no hay una producción doctrinal innovadora y prudente. Es más fácil recurrir a iconos que hace tiempo que están obsoletos.

Es resultado del síndrome del "partido de la mitad" y de la pobreza de una cultura partidista muy poco capaz de tener una visión inclusiva del conjunto de la sociedad. Aunque se rechaza formalmente la idea, se alimenta y alimenta el falso "choque de civilizaciones" entre la izquierda y lo religioso. Pero sobre todo parece ser el tema que se han puesto de acuerdo en utilizar para encender más los peores sentimientos de su electorado.
 
En todo el planeta hay un importante papel para los cristianos en los partidos de izquierda no como corriente pero sí como espacio-puente público de creación y diálogo. En el Foro Social Mundial de Portoalegre, el 80% de los asistentes son personas religiosas. La mayoría del electorado del PSOE se declara cristiano -no así la mayoría de los cuadros del partido ni sus diputados-. Realmente el PSOE es una excepción española.