El Monasterio del Corazón de Jesús y San José no es un convento de clausura al uso. Es luminoso, blanco, reformado...

El febrero vallisoletano es frío y las estancias del convento no tienen la calefacción encendida porque los medios son siempre los justos y los bolsillos siempre están vacios.

Las hermanas de esta congregación siguen fieles a la tradición y caminan con sus sandalias de cuero sin calcetines por el gélido suelo de loseta.

Pese a la temperatura no pierden la sonrisa. La Madre Priora, Olga, sale a recibir a abc.es y nos guía hasta la capilla donde vamos a escuchar «en primicia» las canciones de su segundo trabajo en el estudio de grabación, «Siempre con Él», un disco que ofrece la oración de las monjas hecha música y pretende ayudar a rezar y reflexionar a quien lo escuche.

Para ello han incluido pequeñas introducciones a los temas en las que la Madre Olga contextualiza las canciones y forma a los oyentes dispuestos a compartir la experiencia religiosa.

Cuando entran en el oratorio, todas se arrodillan ante la figura de Jesucristo que preside el altar y casi sin darse cuenta lo acarician, lo besan...

Están muy orgullosas de su Corazón de Jesus. «Míralo justo delante de él, a los ojos», nos recomienda Ana, una de las postulantes del convento. Ella asegura que se siente observada y querida. Poco a poco van llegando el resto de las hermanas que van a cantar para abc.es. No serán todas; algunas, muy pocas, no han participado porque sus gracias son otras.


La Madre Olga tiene a su cargo a 18 mujeres y la media de edad no supera los 40 años. Son jóvenes, procedentes de distintos puntos del país y algunas llegadas del extranjero. Viven la clausura con naturalidad. Poco a poco van abriendo su carisma contemplativo para hacer realidad la idea de que los conventos han de ser «oasis en el desierto».

En su día a día de oración, trabajo y reflexión han buscado la forma de que su experiencia salga fuera de los muros del monasterio. El disco es sólo un proyecto más. En el mes de enero publicaron otro cd con sus canciones favoritas y como tuvieron que dejar muchas en el tintero no dudaron en dar relevo a las grabaciones.

Mientras se colocan ante el altar cuchichean, sonríen, son cómplices de la aventura. De las doce cantantes que se reúnen ante abc.es, cuatro son novicias y tres, postulantes. Eligen la canción titulada «Esposa del crucificado» porque es el sentimiento que las define.


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Y cantan. Como los ángeles, podríamos decir recurriendo a un tópico. Lo cierto es que sus voces están ajustadas como un mecanismo de relojería. Repiten el tema sin objeciones y nos trasladan a su sala de encuentro para poder charlar sin faltar el respeto en la capilla.

Todas las hermanas han colaborado en el proyecto
La Madre Olga se diluye entre sus hermanas, aunque es la que lleva la voz cantante. Es una líder. Explica que el disco es la extensión de sus oraciones diarias y que es un proyecto que tendrá más entregas.

Todas las hermanas han colaborado en la elaboración del cd. Ana, una de las postulantes, se ha encargado de dibujar las escenas que ilustran la carátula y el interior del trabajo. No dan puntada sin hilo. Tras un Cristo crucificado ha dibujado el Cristo Resucitado que preside su campilla. La hermana Carolina se ha ocupado de las fotos que se mezclan con los dibujos...


La hermana María Inmaculada, de los arreglos con la guitarra. Su testimonio es singular. Esta brasileña vive desde hace trece años en la congregación. Nadie pensaría que esta hermana afectuosa y calmada fue en su anterior vida una «estrella» del heavy metal.

Durante cuatro años recorrió los escenarios con sus estridencias, sus disfraces y un público que la dejaba «vacía». Recuerda cómo cada día salía más «rebotada» de ver sexo, drogas y otros «vicios». Por casualidad, relata, acudió con su novio a un encuentro juvenil cristiano y aquello le cambió la vida. Decidió averiguar qué había detrás de aquella gente que cantaba a Dios unida y feliz.

Después, su búsqueda en internet fue la puerta que le abrió el camino hasta el Monasterio del Sagrado Corazón y ahora siente que con estas canciones «repara el daño que hizo en su vida anterior». Sus hermanas la escuchan en silencio y ella rompe el ritmo íntimo con una sonrisa que provoca en todas ellas «un tsunami» de afecto que en seguida exteriorizan con el popular «como mola, se merece una ola...». «Hay quien se extraña de nuestra alegría, de que podamos ser personas», reconoce la Madre Olga.

Ana ha sido la última en llegar al convento. Lleva ya cinco meses postulando. Tendrá que acabar su año de prueba antes de ingresar como novicia. Después deberá realizar la profesión temporal de los votos antes de hacer la profesión definitiva. Esta vallisoletana de 25 años ha dejado atrás su melena pelirroja, sus tacones y sus maquillajes para encontrarse con su verdadero yo. «Mi familia y mis amigos no me reconocen, pero esta sí soy yo», confiesa con una sonrisa permanente.

Dejó a su novio porque sintió que tenía ser monja y eligió una comunidad italiana, aunque acabó en el Carmelo casi por una de esas casualidades que Ana interpreta como el deseo de Dios. «Él me buscó y me llamó para que yo estuviera aquí», afirma, convencida de que no podía estar en un lugar mejor a pesar de su natural extrovertido y comprometido que le llevó a estudiar Trabajo Social.

«Mi familia no lo entendió al principio y mi ingreso parecía un funeral, pero poco a poco lo van aceptando porque me ven feliz», explica Ana, que reconoce que se ha criado en una familia alejada de la religión. Su testimonio, colgado en la web del Monasterio, es todo un éxito en la red: ha recibido más de seis mil visitas en apenas unos meses. Ana mantiene una relación especial con Cristina, la postulante que le abrió las puertas del monasterio. Esta madrileña abandonó un convento activo para buscar un carisma que se ajustara a sus sentimientos, pero después de mucho resistirse a la clausura por su carácter social y su sueño de misiones en África no tuvo más remedio que admitir que sólo se acercaba a la plenitud a través de la herencia de Santa Teresa.


Muchas monjas llegaron a la puerta del Monasterio del Corazón de Jesús a través de internet. Las nuevas tecnologías y las redes sociales no son un obstáculo para las hermanas carmelitas de Valladolid. Su web www.carmelitasvalladolid.es es una gran fuente de información, una ventana a los acontecimientos de su vida diaria que va creciendo con citas «abiertas al público».

Allí se encuentra la agenda de la congregación y, por supuesto, se venden los discos, que también se pueden conseguir en su propia casa, vecina del Campo Grande de Valladolid, y en dos móviles, 665 406088 y 656 655757, además del circuito habitual de librerías religiosas.

El precio es de 10 euros, una cantidad simbólica para este Monasterio que vive de la elaboración artesanal de formas y de sus minuciosos bordados.

Pero la web también da cuenta de su agenda. Cada día celebran misa a las 8:30 de la mañana, excepto los domingos, que se retrasa a las 10h; se cantan las vísperas todos los domingos a las 7 de la tarde; cada jueves del año comparten una hora de adoración con el Santísimo Sacramento expuesto a 9:30 a 10:30 de la noche; los primeros viernes de cada mes exponen el Santísimo Sacramento hasta las 7 de la tarde y rezan las Vísperas después de la reserva, y a partir del 2 de marzo arrancan con un grupo de oración para jóvenes el primer sábado de cada mes a las 5:30h.