Josep Miró i Ardèvol, presidente de E-Cristians y miembro del Pontificio Consejo de Laicos pide que los obispos y los cristianos presionen a los políticos católicos para que defiendan el matrimonio de verdad.
Él no lo dice en la entrevista, pero en junio de 2008 él mismo abandonó su militancia en Convergència Democràtica por (como explicó en una carta abierta) "la incompatibilidad entre la afiliación a CDC y el querer vivir de manera coherente con lo que la Iglesia propone".
Él mismo lo explicaba así: "Yo no contribuí a crear CDC para promover el homosexualismo político y la ideología de género".
Miró recuerda estos días el caso de la senadora catalana socialista, Mercedes Aroz, cofundadora del Partido de los Socialistas de Cataluña en 1978 y militante socialista durante 33 años. Aroz se convirtió al catolicismo en 2007, tras un proceso que se inicia con el impacto que supone para ella la JMJ del 2000 en Roma, por la esperanza de aquellos jóvenes y la figura de Juan Pablo II, y después de leer mucho a Joseph Ratzinger. "Ahora que soy cristiana, no veo como ser "cristiana por el socialismo". ¿No va primero el cristianismo? ¡Lo que hace falta es ser cristianos por el evangelio!", declaró en el Congreso Católicos y Vida Pública de 2008.
Antes, en 2005, se ausentó del senado para no votar a favor del matrimonio gay... y de hecho el Senado rechazó la redefinición del matrimonio. Aroz incluso publicó un escrito expresando su oposición mientras aún era senadora socialista, con su postura, la misma que la del socialista francés Lionel Jospin: proteger a los niños, defender el matrimonio basado en la ley natural y ofrecer a los homosexuales otros pactos de convivencia.
Ella misma explicó que cobró conciencia de que era imposible ser católica en el PSOE en un momento clave: cuando el partido aprobó el matrimonio gay.
"En 2005 me encuentro el proyecto de ley para equiparar jurídicamente las uniones del mismo sexo con el matrimonio. Tomé entonces conciencia de la contradicción entre el proyecto socialista y el compromiso cristiano, que no es una ideología. Ahí fue el divorcio con el proyecto socialista", aseguró en Católicos y Vida Pública hace exactamente 4 años.
He aquí nuestra entrevista a Josep Miró.
–A medio plazo, hemos de desarrollar un proyecto cultural alternativo, usando las universidades católicas, las escuelas y los medios de comunicación afines. Y a corto plazo, los obispos deben preguntar a los políticos católicos qué piensan hacer. No basta con que éstos expresen disconformidad: eso no cambia leyes injustas. La senadora Mercedes Aroz, por ejemplo, expresó su defensa de la familia dejando el PSOE.
– Lo que digo. Que, al menos, de los socialistas se salió Mercedes Aroz. ¿Se irá alguien del PP ahora que el partido defiende lo mismo que el PSOE, lo mismo que causó la marcha de la senadora Aroz?
– Claro. El Gobierno actual puede cambiar esa ley y cualquier otra cuando quiera. Continuamente los Gobiernos quitan leyes anteriores cuando consideran que son malas. En España todos los gobiernos han quitado muchas leyes que eran perfectamente constitucionales, es algo normal. ¿Por qué esta no?
–Si la sentencia habla de «derechos humanos», algo que aún no sabemos, sí puede usarse para recortar estas libertades. La sentencia apuntaría a la línea de flotación de la Iglesia en toda Europa, precisamente cuando en Francia se debate el tema.
–Lo peor sería que, como en 1985 con el aborto, se dé todo por perdido y se olvide el tema. Que lo que ahora es aún una minoría se haga hegemónica. Con perseverancia y estrategia podemos cambiar todo. En 1985, con el aborto, la Iglesia, la mayor parte de la jerarquía y los católicos, desertaron del espacio público. Antes de aprobarse la ley, hubo grandes campañas y manifestaciones. Después, casi todos lo dieron por perdido y se olvidaron. El aborto, que según el CIS sólo lo aceptaba una minoría muy pequeña, pasó enseguida a ser hegemónico porque no se presentó batalla. ¡No repitamos el error de 1985 con el aborto! Hemos de insistir, con perseverancia y estrategia. Hay dos cosas concretas que entonces no se hicieron y hoy debemos hacer: la presión a los políticos católicos y poner en marcha un proyecto cultural fuerte, alternativo.
– Yo solo conozco a un partido con representación parlamentaria que lo tenga claramente en su programa: Unió Democràtica. Otra cosa es que sea pequeño y esté arrinconado. Y quizá también, aunque no lo conozco tan de cerca, Unión del Pueblo Navarro.
- No, porque no estamos ante una acción puntual como un referendum. En España no es un tema de dinero, sino de querer orientar los recursos de los que ya disponemos de forma estratégica. Ya tenemos cientos de escuelas, universidades, parroquias, algunos medios de comunicación... hay que orientarlas estratégicamente hacia estos temas, hacia el proyecto cultural católico.