Este jueves empieza en Valencia, hasta el domingo, el gran Congreso Nacional de Pastoral Juvenil organizado por el departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal Española, que reunirá a unos 2.000 líderes de todas las diócesis españolas, dedicados a evangelizar y acompañar a los jóvenes en la fe. En la línea de la Nueva Evangelización al estilo europeo, se hablará de nuevos métodos de evangelización.
Pero, ¿cómo son esos jóvenes españoles a los que se quiere presentar el Evangelio? Los datos sociológicos demuestran que se trata de una juventud profundamente herida.
Tres de cada diez no consiguen acabar sus estudios de secundaria: su fracaso es el doble de la media en la Unión Europea. Entre los varones jóvenes, especialmente de escuela pública, el desastre educativo es general. Un 35% de los chicos españoles abandona los estudios, frente a un 22% de chicas. Engrosan la categoría de los que ni estudian ni trabajan.
Dejar la escuela también afecta a la criminalidad juvenil. En 2007 se calculó que 60.000 adolescentes maltratan a sus padre, cálculo que multiplica por diez las 6.000 denuncias presentadas. Uno de cada diez jóvenes de 12 a 17 años es un delincuente peligroso según un estudio criminológico de la Universidad de Castilla-La Mancha. A esa edad, un 8% ha robado en tiendas y un 7% ha practicado el vandalismo. A los 12 años, un 12% asegura que les han ofrecido fumar porros. De los 12 a los 18 años, la mitad ha recibido ofertas de cannabis, un 16% de esnifar coca, un 9%, de anfetaminas. Y aún no son ni adultos.
De hecho, entre los 14 y 18 años, un 26% de jóvenes madrileños admite fumar porros de manera habitual. Sumando los consumidores de cannabis y los que abusan del alcohol abarcamos a cuatro de cada diez jóvenes. Varios estudios aseguran que España es la primera potencia occidental en consumo de cannabis.
España tiene también el dudoso honor de ser el país del mundo con más operaciones de cirugía estética a menores de 18 años: 40.000 al año. Liposucciones, orejas, pechos... que los padres financian, incapaces de decir "no" a sus hijos, sobre todo hijas desesperadas por gustar, por ser aceptadas.
Como es normal en un país desarrollado, en España la gente muere vieja. Pero de los que mueren jóvenes, más concretamente entre los universitarios, un 30% se ha suicidado. Es la primera causa de muerte juvenil, según el Teléfono de la Esperanza.
En 2005, antes de la crisis, un 60% de los jóvenes admitía ser "consumista" mientras que sólo un 20% se definía cono "trabajador" y apenas un 13% como "generoso". Para la mitad de ellos, lo más importante era el "ocio" y la "vida sexual satisfactoria", algo que en 1994 sólo inquietaba a un 40% o menos. "Los adolescentes viven en medio de una confusión de valores donde se exalta el hedonismo, el materialismo, el consumismo y el individualismo", resumía el ex Defensor del Menor de Madrid, Pedro Núñez Morgades. Y en 2008, el sociólogo Javier Elzo establecía que un 42% de las familias españolas son permisivas, sin reglas ni límites.
En España, si tu hijo o hija de 13 años se acuesta con un señor o una señora (o más de uno o una) de 57, legalmente no puedes hacer nada por impedirlo. Más aún, si lo intentas, la ley facilita que te denuncien por coacciones. Durante los años del zapaterismo, quedó en evidencia la tendencia de los poderes públicos a asumir funciones que nadie les confirió, además de recortar los pocos poderes de los padres para educar, ahondando en la crisis de autoridad que se vive en España.
El caso más claro, que lamentan jueces de menores y asociaciones familiares, es la modificación en diciembre de 2007del Código Civil para impedir a los padres "corregir razonable y moderadamente" a los hijos. Un cachete puede ser causa de denuncia.
Durante años, y aún hoy, las administraciones se introducen en las esferas íntimas de los menores sin consultar a los padres. El área de Juventud del Ayuntamiento de Gerona en 2007 envió folletos a chicos y chicas de 11 años (no a sus padres) animándoles a hacer consultas de temas como sexo, drogas y aborto en su centro juvenil "y todo quedará entre nosotros". Es decir, "adiestrar" a espaldas de los padres.
Ese mismo año, la Generalitat de Cataluña gobernada por el tripartito imprimía 400.000 folletos para menores de 10 a 16 años elogiando las prácticas homosexuales, el "petting" y la masturbación. Se presentaban como educación sexual, pero nadie consultó a los padres en su elaboración ni distribución, y palabras como "fecundidad", "compromiso", "paternidad", "abstinencia" o "castidad" eran inexistentes en los folletos. A instancias de asociaciones como E-Cristians y entidades de padres, los obispos catalanes emitieron una protesta conjunta.
En general, si los padres del siglo XXI delegan en las administraciones para educar, éstas se limitan a intentar un mero control de daños.
Así, en vez de combatir el ocio basado en el alcohol, algunos ayuntamientos habilitan "botellonódromos".
En vez de educar para el amor y el compromiso, es más fácil llenar el Metro de Madrid o los institutos públicos de condones y recomendar el "petting" y la masturbación mutua, como han hecho la Generalitat catalana y la Junta de Extremadura.
Y aún hoy muchas asociaciones de padres objetores a Educación por la Ciudadanía lamentan que el Partido Popular no haya eliminado esta "asignatura adoctrinadora", como la consideran, sino que sólo haya retocado algunos de sus contenidos, algo que futuras administraciones podrán volver a modelar, ignorando los derechos de los padres.
Entre las transformaciones, ni siquiera se puede decir que al menos los jóvenes son hábiles en las nuevas tecnologías: el informe PISA digital de 2009 mostró que los adolescentes españoles son malos lectores digitales: un 23% de ellos está en niveles bajos de comprensión digital, lo que dificulta su pleno acceso a las oportunidades de la sociedad tecnológica. Sólo 4 de 19 países estaban peor que España en esta categoría.
A nivel religioso, la pérdida de práctica religiosa entre los jóvenes españoles ha sido drástica. Según datos del Injuve de 2011, si en 2002 casi un 30% de jóvenes de 15 a 29 años se declaraban "católicos practicantes", en 2010 ya sólo lo declaraban un 10%. Además, un 45% se declaraban católicos no practicantes apenas un año antes de la JMJ de Madrid. En algunas regiones la descristianización era peor: según la Universidad Abat Oliba, en 2006 sólo eran practicantes un 3% de los jóvenes catalanes de 18 a 24 años.
La crisis se produce basicamente entre los 12 y 14 años, justo después de la Confirmación o, si se deja la práctica antes, no llega a darse. En 2008 se comprobó que 8 de cada diez niños españoles son cristianos y rezan a Dios, seis van a misa ocasionalmente y 4 van casi cada semana. Pero de 12 a 14 años, ya sólo un 60% cree en Dios y le reza, y sólo un 20% va a misa semanal. Los padres dejan de llevar los chicos a misa a los 13 años, y por eso de 13 a 15 años ya hay sólo un 17% de practicantes firmes. A esas edades, uno de cada cuatro, practicante o no, sigue convencido de que Dios existe, pero un 30% está ya convencido de que no hay Dios.
¿Significa eso que la juventud española es racionalista y descreída? No: además de ser consumista, es supersticiosa, mucho más que sus mayores. Un sondeo de 2008 del Obradoiro de Socioloxia demostraba que un 56% de jóvenes adultos cree en supersticiones, frente a un 40% de personas más mayores. Sólo el 5% de los mayores de 60 años creen en fantasmas; por el contrario, creen en ellos el 30% de los jóvenes. En cambio, la Resurrección de Cristo, la piedra angular de toda la civilización cristiana, en la que creen firmemente 6 de cada 10 mayores de 60 años, sólo logra la adhesión de 3 de cada diez jóvenes adultos.
Hay, sin embargo, una demanda no atendida. De los datos del INE 2007 se puede deducir, por ejemplo, que hay en España 2,1 millones de jóvenes que no van a la Iglesia, pero que se autodefinen como católicos y que además aseguran que la religión es para ellos "muy o bastante importante".
El barómetro del CIS del pasado enero 2012 notó un cierto efecto tras la JMJ: el número de españoles practicantes "casi todos los domingos y festivos" aumentó en 2,1 puntos con respecto al año anterior, colocándose en un 15%. Y los que van varias veces a la semana también aumentaron: del 1,9% al 2,7.
La Iglesia española mantiene pues un núcleo fuerte de jóvenes, aproximadamente un 10 o 12% de los que hay en el país, casi un millón de españoles entre 15 y 29 años que son practicantes y están convencidos. La mayoría están ligados a nuevos movimientos y realidades eclesiales, o bien a algunas realidades juveniles de órdenes religiosas, sobre todo de las educativas. De esas filas y de algunos colegios religiosos salen, por ejemplo, diez mil que cada año pasan uno o dos meses en misiones, en el extranjero. De ellos se nutren las parroquias para conseguir catequistas y, en menor medida, voluntarios de Cáritas.