El Diario Vasco publica este domingo una entrevista con el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, con ocasión de la publicación de su libro Creo, pero aumenta mi fe. Javier Guillenea hace además con sus preguntas un repaso a distintas cuestiones de actualidad, que el prelado guipuzcoano responde con su habitual claridad.


Señala, por ejemplo, que no hay que culpar sólo al clero de la falta de fe de los jóvenes: "La familia es clave", afirma monseñor Munilla: "A lo largo de nuestra vida podemos conocer a muchos párrocos y, como es de suponer, unos tendrán más acierto que otros. Pero los padres son para toda la vida. Es en la familia donde se juega la batalla de la fe", por lo cual "la evangelización de los jóvenes pasa por la evangelización de la familia".

También tiene su responsabilidad la radicalización política, pues "con muy pocas excepciones, comprobamos cómo a mayor radicalismo político, aumenta el alejamiento de la fe". Dostoievski dijo aquello de que "no hay ateos sino idólatras", recuerda el obispo, y "no cabe duda de que la política puede ser vivida como una idolatría, y de hecho tenemos que reconocer que tal cosa ha sucedido, y continúa sucediendo entre nosotros".
 
Y descarta que haya que dejarse llevar por el mal ejemplo personal o doctrinal de algunos miembros de la Iglesia: "A mí, gracias a Dios, desde pequeño me han enseñado a no escandalizarme de los pecados de los demás. Nuestra fe en Jesucristo sería demasiado débil si estuviese condicionada a la santidad de sus ministros".

"La crisis de subjetivismo y de relativismo en la adhesión a la Revelación tiene especial incidencia en Europa y en Norteamérica", continúa: "Nosotros [en relación a su diócesis] no somos ninguna excepción. Por otra parte, la tentación de reeditar el viejo galicanismo es recurrente. Por ello, conviene recordar e insistir en que nosotros no somos la Iglesia de Guipúzcoa, sino la Iglesia en Guipúzcoa, que es muy distinto".


También le preguntan por la relación entre ciencia y fe: "El primer astrofísico que formuló la teoría del Big Bang como origen del Universo, fue un hombre de Dios: el sacerdote belga Georges Lemaître. Si a esto le añadimos que Copérnico fue un eclesiástico polaco, y que históricamente es incuestionable que los papas fueron grandes impulsores del estudio del cosmos, hasta el punto de fundar tres observatorios astronómicos… la verdad es que solamente la ignorancia o la mala voluntad pueden llevar a la contraposición entre la fe y la ciencia".

Sobre el aborto, afirma que "uno de los tabúes de nuestra cultura, que suele ser tapado sistemáticamente por tratarse de algo políticamente incorrecto, es el del sufrimiento que arrastra la mujer que ha abortado".


También entra a fondo en el problema de las divisiones políticas de los vascos, que podrían resolverse con la fe: "La convivencia en nuestro pueblo ha sido históricamente posible gracias en buena parte a una cultura inspirada en la fe cristiana. Cuando se pierde la fe inspiradora de la cultura, ¿cuál podrá ser el elemento integrador entre nosotros?: ¿La economía? ¿las ideologías políticas? ¿la raza? ¿el deporte?... ¡Lo veo muy difícil! Una convivencia sin valores espirituales comunes, es como una pared de ladrillos sin cemento".

Sobre las recientes elecciones autonómicas, considera que "las diferencias entre derechas e izquierdas son cada día más pequeñas. Al final, los matices entre unos y otros son mínimos. Cada vez más, los que se dicen de izquierdas viven como si fuesen de derechas. Y, al revés, los que se dicen de derechas piensan como si fuesen de izquierdas. De hecho el pensamiento único liberal se impone como lo políticamente correcto. Por el contrario, en nuestra sociedad la contraposición más virulenta se produce entre las adscripciones identitarias. Y sin embargo, lo sustancial debería ser el debate sobre el respeto a la ley natural, la potestad de la familia en la educación, el principio de subsidiariedad, la concepción del bien común, etc.".

Y justo en unos días en los que los deshaucios por impago han adquirido notoriedad pública, Munilla lamenta que los bancos continúen "desalojando familias de sus hogares, al mismo tiempo que estas entidades financieras acumulan decenas de miles de pisos vacíos, que no son capaces de vender ni de alquilar. ¡Es algo inmoral, al mismo tiempo que absurdo!".