El pasado mes de agosto el Camino de Santiago tuvo tres ilustres peregrinos: el obispo de Gallup, James S. Wall, de 47 años; el arzobispo de Oklahoma City ,Paul S. Coakley, de 57 años; y el obispo auxiliar de Denver, James D. Conley, también de 57 años. Partieron de la localidad de O Cebreiro y durante 7 días caminaron los 162 km que separan este lugar de Santiago de Compostela. El 28 del mismo mes llegaron a la Catedral para abrazar al Apóstol y celebrar la misa en su tumba.

La experiencia del camino reconfortó enormemente a los clérigos a pesar de sufrir fatiga, ampollas y chinches, todo valió la pena cuando llegaron a Santiago.

El obispo Wall afirmó que “en mitad de los pequeños sufrimientos” del Camino fue más capaz de unirse con el sufrimiento de Cristo y de los demás. Por su parte, el arzobispo Coakley también confesó que su fe en Dios se vio reforzada gracias a las pruebas que se fueron encontrando. “Creo nos hemos centrado en confiar en la providencia, confiar en las gracias que Dios nos ofrece en cada momento”, afirmó el arzobispo. Esta lección ha sido especialmente importante para monseñor Coakley, cuyo padre está enfermo.

Es una experiencia que podrán trasladar a sus fieles, que son 700.000: cien mil en Oklahoma, 60.000 en Gallup y 540.000 en Denver, en las Montañas Rocosas.

Las jornadas comenzaban a las seis de la mañana con la oración, tras la cual los obispos americanos se ponían a andar hasta las 14:00. Las tardes las reservaban para celebrar la Misa del peregrino y descansar.

A la peregrinación también acudieron el padre Gerry Baker de Owensboro, Kentucky, y el padre Don Kline de Phoenix. “Fue un reto para un grupo de hombres de mediana edad […] Fue mucho más difícil de lo que pensábamos que sería”, aseguró el padre Baker a la Catholic News Agency. Los obispos llegaron a completar hasta 39 kilómetros en una jornada.

Monseñor Conley definió la peregrinación a Santiago como un “microcosmos de la vida”. En el camino como en la vida “nos encontramos con personas que practican la caridad y el perdón, pero tenemos la esperanza de que hay una meta y nos dirigimos hacia un lugar que es nuestro destino, nuestro destino último, es nuestro destino eterno: el cielo”.

El Camino de Santiago atrapa a los peregrinos de tal forma que es difícil olvidar las intensas experiencias vividas por los senderos del norte de España. Fue “poderoso y algo que se quedará conmigo el resto de mi vida”, aseguró el obispo de Gallup, James S. Wall. Además, “para mí era muy importante hacer la peregrinación a la tumba de mi patrón y ser capaz de reflexionar sobre su vida”. (James es el nombre inglés de Santiago, Jaime o Jacobo).

El obispo Conley lamenta, eso sí, que mucha gente realice el Camino sin entenderlo como una peregrinación religiosa. "Está construido sobre la fe de siglos", recuerda.

El obispo Wall lo declara "altamente recomendable" para cualquiera, pero especialmente "para la gente de fe". "Creo que en esta peregrinación, al final encuentras al Señor, al Cristo vivo".

El camino, visitado por miles de personas cada año, ha aumentado su importancia y relevancia internacional desde que el pasado 6 de noviembre de 2010 el Papa Benedicto XVI acudiera a Santiago de Compostela a recibir el jubileo en Año Santo.

Además, ganó popularidad cuando, también en 2010, se estrenó la película The Way de Emilio Estévez y Martin Sheen, cuyo cartel decía: “Nunca es demasiado tarde para encontrar el camino”.