Este lunes la conferencia episcopal tarraconense ha difundido una Nota sobre la crisis económica, fechada el día 27, donde inciden en los puntos que ya expresaron hace un año en la carta pastoral Al servicio de nuestro pueblo: "Lamentablemente, un año después", afirman, la crisis ha adquirido "unas dimensiones extraordinarias que afectan a la mayoría de los sectores económicos. Son muchas las personas y familias, trabajadores, pequeños y medianos empresarios, autónomos y funcionarios los que padecen unos graves problemas que las medidas económicas recientes han hecho más dramáticas". Entre ellas cita los "ajustes" en "la atención sanitaria, la educación o los servicios sociales".

La frase del comunicado que generará más polémica es sin embargo una referencia, breve pero muy clara, a la cuestión de la financiación de la comunidad autónoma. La Generalitat acaba de pedir ayuda económica al Gobierno de España al tiempo que el Parlament aprobaba la solicitud de una Hacienda propia, y Artur Mas insistía en reclamar un pacto fiscal semejante al vasco y señalaba que con él se habría evitado la bancarrota.

"Cataluña, además, tiene una situación económica y un sistema de financiación que hacen muy difícil la reactivación del país, a pesar de los grandes sacrificios que la población se ve obligada a hacer", dicen los obispos catalanes.

Los prelados de la provicia tarraconense destacan también el "rechazo" que suscita en la población "la dudosa moralidad de algunas personas e instituciones", y lamentan "el angustioso pesimismo sobre el posible reencauzamiento de la situación".

Además de recomendar la aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia, los obispos catalanes destacan que la acción social de la Iglesia a través de Cáritas, parroquias, instituciones dependientes de las congregaciones religiosas y de los diversos movimientos y asociaciones católicas "no sólo se ha mantenido, sino que se ha incrementado", tanto en atención "material" como "espiritual".

Entre otras medidas, la nota anima en los últimos párrafos a "combatir decididamente los brotes de corrupción en el ámbito de las instituciones y administraciones", y piden que "los capitales asuman también responsabilidades en orden al bien común y al justo reparto de los beneficios".

Y señalan, "como pastores de la Iglesia católica", que "en el fondo de esta actual crisis económica y financiera hay una crisis de valores y de fe. Cuando el hombre abandona a Dios, se pierde a sí mismo. Cuando las personas quieren construir una sociedad sin Dios, acaban deshumanizándose, porque olvidan la gran pregunta de Dios a Caín, que atraviesa la historia humana: «¿Qué has hecho con tu hermano» (Gén. 4, 9)".

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