No hubo mucho clero en el debate Zapatero-Cañizares del jueves en Ávila. Acudieron 3 obispos: Raul Berzosa, de Ciudad Rodrigo; Ángel Rubio, de Segovia; y el anfitrión, Jesús García Burillo, obispo de Ávila. Había algunos vicarios representando otras jurisdicciones, como el arzobispado castrense, y capellanes de universidades católicas.
Obispos y sacerdotes coincidieron con el público seglar en que no fue un verdadero debate, sino un par de monólogos alternos. Aunque el cardenal Cañizares intentó plantear una serie de temas (la verdad, el fundamento de la moral, el sentido del hombre, el bien y el mal) el ex-presidente Zapatero evitaba concretar en nada que no fuesen estadísticas de los ultimos dos siglos o 50 años... con ellas, Zapatero trataba de demostrar que gracias a la Ilustración y "las democracias aconfesionales" se había avanzado en la lucha por la libertad y contra la pobreza en el mundo. Se ve que no tenía en cuenta a las democracias confesionales (como las escandinabas, o la inglesa, o Costa Rica, uno de los países con mejores índices de América Latina y constitucionalmente católica).
Jesús García Burillo, obispo de Ávila y anfitrión del encuentro, estaba satisfecho por las formas y el tamaño del evento. Su ciudad había atraido a radios y televisiones y prensa internacional, y el debate contó con más de 2.000 personas entre las distintas salas habilitadas en el Palacio de Congresos. La Razón y la Universidad Católica de Ávila organizaron más de 20 autobuses para llevar público al encuentro.
Pero el obispo de Ávila, sin buscar polémica, no dejó de señalar una evidencia: «El cardenal Cañizares ha repetido varias veces el tema de la verdad», nos explicó, dando a entender que Zapatero no había entrado en el asunto.
Él y Ángel Rubio, obispo de Segovia, señalaron que el tema central del debate fueron "los valores". Pero cualquier asistente pudo ver que las listas de valores de cada ponente eran distintas.
Cañizares habló de: familia, vida, bien común, el bien y el mal, verdad, persona, dignidad del hombre.
Zapatero habló de: libertad, libertad, libertad, derechos "humanos y del ciudadano" (¿los de la Revolución Francesa o los de Naciones Unidas de los años 50?), respeto, tolerancia y diálogo.
Raúl Berzosa, el obispo de Ciudad Rodrigo, publicó un artículo sobre el cara a cara. «Más que un debate, a mi juicio, se convirtió en una exposición de posturas con algunos conatos de diálogo. ¿Qué podía haber facilitado mucho mejor el debate? Que los interlocutores hubieran entrado a fondo en algunos de los temas apuntados. Por ejemplo, y siguiendo al encuentro de Ratzinger con Habermas, ¿qué significa lo pre-político y lo pre-estatal como fundamento de un humanismo? Otro tema: que el humanismo derivado de la modernidad y de la ilustración hunde sus raíces en el cristianismo y no se entiende sin él. O, tercer ejemplo, ¿es posible fundamentar un verdadero humanismo cuando se desplaza el foco de atención de Dios al hombre, y del hombre a la naturaleza? Son todos temas más que latentes en el encuentro».
Berzosa felicitó "a los ponentes y al público que supo comportarse, porque el inoportuno abucheo a Zapatero vino de una pequeña minoría de entre los casi dos mil asistentes".
Esteban Munilla, el sacerdote director de Radio María (www.radiomaria.es) y hermano del obispo de San Sebastián, señaló la ausencia de temas como el aborto o la familia, aunque valoró que Cañizares intentaba presentar la enseñanza de Benedicto XVI sobre la caridad en la verdad. «Cañizares ha hablado del bien y del mal, ha usado esas palabras, mientras que Zapatero sólo hablaba de valores, en general. Cañizares le ha preguntado a Zapatero en qué se funda la democracia y sus valores y él no ha entrado en el tema», señala Munilla.
El capellán de la Universidad Católica de Ávila, Raúl García Herráez, dijo lo que todos: «se ha echado en falta un poco más de debate, sobre todo por parte de Zapatero que se ha quedado estancado en su posición. De todas formas, me ha sorprendido ver que ha fundamentado sus respuestas más de lo que yo esperaba».
El padre Sergio Frades, director de la Comunidad de Reparadores de la Virgen de los Dolores (devotos de las supuestas apariciones de la Virgen en Prado Nuevo de El Escorial, habló con contundencia: «Zapatero en su época se definió como laicista, rojo y feminista y no hay más que ver las políticas que aplicó. Ha hablado de derechos humanos pero sin ver que se fundamentan todos en el derecho a la vida desde la concepción, algo que él no ha mencionado en todo el debate. Además, mientras Cañizares explica que la Iglesia está al servicio de la sociedad, Zapatero venía a decir que el Estado está por encima de la sociedad, con un pensamiento hegeliano que convierte al Estado en el súmmum».
Frente a las quejas de quienes consideran que Cañizares fue "poco rotundo", el padre Frades matiza que "el cardenal ha dejado una puerta abierta a la conversión, buscando el convencer, no el imponer".
Jesús García, uno de los impulsores de Ayuda a la Iglesia Necesitada y periodista conocido por su libro sobre monjas jóvenes "¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?", nos criticaba las estadísticas de Zapatero, "que son una falsedad porque están sacadas de contexto. Además, Cañizares intentaba llevar el tema a la primacía del hombre frente a los mercados o las estructuras, y Zapatero en cambio lo difuminaba todo. Cañizares decía que la civilización debe servir al hombre, al bien común, y Zapatero respondía con fuegos artificiales. Zapatero dijo eso de que la democracia ES conciencia, algo absurdo, que le define, porque la democracia no piensa ni tiene conciencia. No dejó de hablar de que hay menos pobreza, de que hay más ayuda al desarrollo que nunca, pero los misioneros y la Iglesia están allí y son testigos de que también hay más explotación de los países ricos a los países pobres que nunca".
En general, los asistentes católicos al debate, al volver en los autobuses o al pasear por Ávila, coincidían en su análisis: Cañizares no levantó pasiones, pero habló de cosas serias y concretas (hubo un gran aplauso cuando dijo que "los jóvenes quieren cosas grandes... y un trabajo"). Por el contrario, Zapatero, según el sentir del común de los mortales, habló de vapores etéreos y evanescentes.
"Zapatero sigue viviendo en su nube", fue la frase más repetida en las tranquilas calles de Ávila ese jueves por la tarde.