Este miércoles se inauguró el Congreso ‘La Iglesia en la sociedad democrática’ organizado por la Fundación Pablo VI y el acto contó con la presencia de varios cardenales, obispos, el Nuncio, pero también de la clase política como la ministra de Educación, Isabel Celaá y la exvicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega, ambas del PSOE.
El acto inaugural tuvo dos protagonistas, el cardenal Fernando Sebastián y la propia Fernández de la Vega, que hablaron del papel de la Iglesia en estas cuatro décadas de democracia en España.
La Iglesia, una "aliada" de la libertad
El arzobispo emérito de Pamplona fue nombrado obispo en 1979 y secretario general de la Conferencia Episcopal en 1982, siendo posteriormente tres veces vicepresidente. Tuvo por tanto una visión directa de los años de la Transición. Por ello, en su intervención, Sebastián defendió que la Iglesia “no es una amenaza” para la democracia sino una “aliada” para defender los derechos y libertades de los ciudadanos.
“Querer eliminar a la Iglesia, la presencia de lo sagrado, sería excluir a un tercio de la población y una fuerza espiritual que contribuye al saneamiento y enriquecimiento de las personas y de la sociedad entera”, explicó a los presentes.
El riesgo de caer en tendencias totalitarias
Pero además el cardenal hizo una defensa de la libertad religiosa y advirtió que un Gobierno que “invade” la conciencia religiosa de los ciudadanos se aleja de la “democracia” y se acerca al “totalitarismo”.
“El reconocimiento de la libertad religiosa impone al Estado un reconocimiento de sus límites. Cuando la autoridad civil pretende invadir la conciencia religiosa de sus ciudadanos deja de ser democrática y se acerca al dragón totalitario del Apocalipsis”, agregó el purpurado.
Hizo un repaso de los acontecimientos que vivió España en el siglo XX como la II República, la Guerra Civil y la dictadura franquista señalando los “efectos nocivos de la contienda civil que dividió a vencedores y vencidos” y que aún hoy es “un obstáculo serio para la reconciliación”.
Contra la objeción de conciencia
Por su parte, María Teresa Fernández de la Vega demostró por qué fue vicepresidenta del gobierno Zapatero, marcadamente laicista. En su intervención, insistió en que un estado democrático debe ser “laico” y precisó que la libertad religiosa debe pertenecer al “ámbito privado”.
Igualmente, apostó por una nueva ley de libertad religiosa que “aborde el proceso de separación entre Iglesia y Estado” y se actualice a los “nuevos tiempos”. Sobre la objeción de conciencia, De la Vega dijo que “no es aceptable” la visión de considerarla como un “derecho humano que pretende incluir a todos los funcionarios públicos”.
Según recoge Europa Press, la socialista dijo que la Iglesia Católica está llamada a no salirse de las atribuciones que le son propias” porque “es al Estado al que le corresponde legislar, y en este punto, recordó que “guste o no”, en España hay una “creciente aconfesionalidad”.
En cuanto a la "asignatura pendiente" de "la igualdad de género", Fernández de la Vega ha apuntado "sin acritud", que "históricamente" la Iglesia ha dejado en "herencia" ideas "misóginas" sobre la "inferioridad del sexo femenino". Si bien, se ha mostrado convencida de que en la actualidad, la Iglesia puede jugar "un importante papel de defensa de los derechos de la mujer".