La eutanasia es ya un peligro real en España tras haber sido legalizada. Y para analizar esta práctica el Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia (UCV) ha organizado una jornada llamada “¿Muerte digna o vida digna? Cuidados frente a la eutanasia” en la que participaron numerosos expertos.
Uno de ellos fue el doctor Marcos Gómez Sancho, uno de los máximos referentes a nivel mundial en medicina paliativa, que aseguró que la eutanasia “no es un clamor ni mucho menos” y que “hay algunas encuestas de dudosa interpretación y de dudosa realización. En España se ha aprobado una ley que legaliza la eutanasia, cuando lo que es urgente y debe hacer un país con sus ciudadanos, con sus enfermos más graves y que más están sufriendo, es cuidarlos y atenderlos”.
Es más, recordó que “en España hay 75.000 españoles que se mueren cada año con un sufrimiento intenso, perfectamente evitable, porque no tienen acceso a un servicio de cuidados paliativos. Es decir, hemos empezado la casa por el tejado: en lugar de empezar por los cimientos, que es atender a los enfermos, se ha priorizado legalizar alguna forma de acabar con los enfermos”.
Tal y como recoge el Observatorio de Bioética de la UCV, el doctor Gómez Sancho agregó que “se debería haber empezado a desarrollar modelos de atención para esas personas que tienen tanto sufrimiento y a las que no ofrecemos el alivio a su sufrimiento porque no tienen acceso a cuidados paliativos. La propia ley dice que a quien solicite la eutanasia habrá que informarle de los recursos disponibles de cuidados paliativos, pero eso en media España no se va a poder hacer porque hay cero recursos de cuidados paliativos. No se va a poder cumplir la ley”, ha insistido.
“Por qué no se ponen en marcha cuidados paliativos es una pregunta que nos hacemos todos. Además, somos bastantes personas luchando desde hace casi cuarenta años con todos los partidos políticos, demostrándoles hasta la saciedad la bondad de este modelo de atención a las personas al final de la vida. Es incomprensible; creo que estamos legitimados para pensar que se trata de falta de sensibilidad”, añadió el facultativo.
Del mismo modo, Gómez Sancho aseguró que los equipos de cuidados paliativos se autofinancian la mayoría de las veces, porque se procura atender a los pacientes en sus casas, “que es mucho más barato que en hospitales terciarios, donde una cama cuesta cada día una auténtica fortuna. Siendo que ese paciente no necesita de esos recursos y está obstruyendo una cama, es un problema de sensibilidad y como hay diecisiete sensibilidades en España, nos encontramos con comunidades autónomas donde los cuidados paliativos son florecientes y están instaurándose de manera importante y otras que son un auténtico sembrado, unos desiertos de cuidados paliativos”.
Por lo tanto, “el problema es que no hemos conseguido un plan nacional de cuidados paliativos, han hecho antes un plan de eutanasia que un plan de cuidados paliativos. Es escandaloso”.
Igualmente, el ponente afirmó que la eutanasia “va a suponer la crisis más grave en la milenaria historia de la medicina porque, por primera vez en la historia, el médico va a ser el gestor de la muerte de sus enfermos, cosa absolutamente inaudita y que está en contra de los principios más esenciales, más básicos y más enraizados en la razón de ser del médico”.
Por lo tanto, “será legal si lo permite la ley, pero no podrá ser un acto médico porque no lo es: va en contra de la esencia del ejercicio de la medicina”.
Por su parte, el cardenal arzobispo de Valencia Antonio Cañizares recordó que “la vida no se vive aisladamente, sino rodeados de nuestra familia y de nuestros amigos. Esta universidad debe dedicarse también a dar esperanza a un mundo que no la tiene. Así no se vive bien y, además, se muere mal. Para vivir y morir bien, hay que tener esperanza”.
“La fe nos da esperanza y nos abre a amar en estos momentos de trance. Lo que ha defendido Marcos Gómez Sancho es lo que la Iglesia defiende. En el fondo, es un clamor en favor de la vida, también de la vida débil, terminal, en peligro. Estamos llegando a una gran deshumanización a través de leyes injustas, verdaderamente antihumanas. Hablan de una muerte digna, pero ¿qué dignidad es esa?”, agregó.
En opinión del gran canciller, la Iglesia debe apostar por la vida “con fuerza, con claridad y verdad, con amor y ternura”; y debe hacerlo siempre en defensa “del ser humano amenazado, de la vida despreciada, de la dignidad humana”. En ese sentido, ha remarcado que “nadie como la Iglesia, sobre todo a través de los papas, ha clamado por los inocentes, ni ha dado la cara por los indefensos con tanta energía como lo hace la Iglesia”.
También participó en la jornada el investigador del Observatorio de Bioética de la UCV Julio Tudela, que se ocupó de analizar los aspectos biomédicos de la eutanasia. Tudela remarcó que “quienes legislan a favor de la eutanasia hoy siguen defendiendo la licitud de terminar con las vidas llamadas indignas. Dentro de este concepto se incluyen a personas que se encuentran o no en procesos de enfermedad terminal, acompañada de sufrimiento no sólo físico sino también mental, ignorando la medicina paliativa y el acompañamiento al paciente en el respeto a su dignidad”.
“El avance de la ciencia médica en el abordaje de los llamados síntomas refractarios o de difícil control proporciona instrumentos para el tratamiento de los pacientes que sufren, respetando su vida y aliviando sus sufrimientos. La medicina paliativa funciona”, aseveró-.
Por el contrario, “la vieja e indigna opción de terminar con las personas que sufren o simplemente afectadas de alguna discapacidad, parece ganar terreno en una sociedad posmoderna, incapaz de abordar la vulnerabilidad humana desde el respeto a la dignidad.
Por su parte, el abogado Alejandro López Oliva, profesor de la UCV, afirmó que la eutanasia no puede considerarse un “derecho fundamental” y lamentó la situación en la que quedan, con la nueva legislación, las personas jurídicas “que tengan un ideario o carácter propio contrario a la nueva prestación”.
En ese sentido, López Oliva agregó de manera rotunda que la ley de eutanasia entró en vigor “sin haber consultado a organismos médicos y comités de bioética ni tener informe alguno de organismos independientes”. En su opinión, se trata de “una norma afectante al derecho fundamental y primario de la vida, una nueva prestación sanitaria que tipifica el homicidio legal y el suicidio asistido, aunque no se desprenda del título y objeto de la norma”.
La sesión concluyó con la intervención de Enrique Burguete, experto del Observatorio de Bioética de la UCV, que insistió en que “tras el concepto de eutanasia y su eufemismo, muerte digna, se encuentran argumentos contradictorios: aquellos que apelan a una emoción compasiva, refractaria a cualquier tipo de fundamentación racional; y los que apelan a una racionalidad descarnada y reduccionista que considera el cuerpo como una mera prótesis originaria o natural, deseable cuando contribuye a nuestro bienestar psicológico y a nuestros proyectos vitales, pero descartable cuando se convierte en un molesto impedimento para estos”.
En ese sentido, Burguete resaltó que ambos argumentos a favor de la eutanasia “carecen de solidez y recaen en un dualismo antropológico insostenible e infundado. No vivimos atrapados dentro de un cuerpo, de cuyas limitaciones nos liberamos con la muerte. La persona completa no se da en una sola de sus dimensiones, sino en la unión sustancial de todas ellas. Es correcto afirmar que soy mi cuerpo, aunque no sólo sea mi cuerpo. Y también que, quien mata a mi cuerpo, no me libera de una circunstancia indeseada, sino que me mata a mí. Muerte digna y suicidio asistido son términos incompatibles”.
Bajo esta premisa, el experto de la UCV apostó por una antropología “ajena a todo sesgo ideológico e irreductible al dogma de una sola confesión religiosa. La eutanasia no es una cuestión de ideologías, de opiniones particulares o de creencias religiosas, sino una cuestión de respeto o desprecio hacia la dignidad de la vida humana en todas y cada una de sus etapas”.