El ayuntamiento de Londres prohibió este jueves una campaña publicitaria en los autobuses de la ciudad que promocionaba una terapia reparativa para aquelllos que quieren cambiar sus inclinaciones y vida homosexuales por considerar "ofensiva" dicha oferta.

"¡No gay! Ex gay, post gay y orgulloso. ¡Acéptalo!", decía la campaña, que iba a aparecer en cinco rutas de autobús de la capital británica. La campaña había recibido la financiación de la fundación Core Isse Trust, que financia dichas terapias reparadoras para gays cristianos que libremente optan por volver a la heterosexualidad y afianzarla.

Anglican Mainstream, otro grupo que apoya la campaña publicitaria asegura que el tratamiento consigue que los las personas gays digan adiós al "estilo de vida homosexual" y comiencen a experimentar una "creciente atracción emocional y sexual hacia el género opuesto, y posiblemente una reducción o pérdida de la atracción por los del mismo sexo".

"Londres es una de las ciudades más tolerantes del mundo. Es claramente ofensivo sugerir que ser gay es una enfermedad de la que alguien se puede recuperar, y yo no estoy preparado para que esa sugerencia circule por los autobuses de la capital", ha declarado el alcalde conservador Boris Johnson, después de recibir una fuerte presión del lobby gay y la contestación en las redes sociales, donde la campaña ha sido calificada de homófoba e irresponsable.

El anuncio era una respuesta a otra campaña emprendida por el Stonewall , un grupo de presión por los "derechos" homosexuales que decía: "Algunos son gays. Acéptalo". Ben Summerskill, responsable de Stonewall, tachó los anuncios de "homófobos" y dijo que promover esta "terapia vudú" es "altamente irresponsable dado el daño que puede causar en algunas personas".

Los anuncios prohibidos utilizan los mismos colores, blanco, rojo y negro, que a los que pretendían contestar por considerar que dan la "falsa idea de que es indiscutible científicamente que la gente nace siendo homosexual", declaró el activista a The Guardian.

El diputado gay y exministro laborista británico Chris Bryant dijo que la campaña era "cruel", particularmente para aquellos adolescentes que luchan para aceptar su sexualidad.