Alejandro Toledo, publicista, vio a un antiguo compañero y respetado profesional entrar en un local de Cáritas y salir con una de sus bolsas de comida. Así se concienció para rodar un anuncio para Cáritas Madrid. «Los nuevos pobres no deberían eclipsar a los más marginados, pero es verdad que son casos muy impactantes», explica a LA RAZÓN Francisco Lorenzo, coordinador de estudios de Cáritas Española.
«Son personas, a veces incluso acomodadas, que después de más de un año en paro, tras deteriorarse sus relaciones, lo que puede llevar a una ruptura familiar, lo pierden todo y acaban en el albergue», resume. Muchos no han perdido todo, mantienen familia, casa, salud... parecen estar «como tú y yo», pero no pueden pagar lo básico. Amigos y parientes desconocen su situación.
«En cuanto se retira la familia, que es el mayor punto de ayuda, falla todo el sistema de bienestar. Es fundamental reforzar el ambiente familiar», afirma Lorenzo.
Casi un tercio de los que acuden a las Cáritas parroquiales y diocesanas nunca antes habían recurrido a ellas. No comen en los comedores sociales, no están en la calle: se llevan del almacén parroquial una bolsita de comida a casa, para la familia.