Monseñor Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo, tiene en su diócesis uno de los santuarios más importantes de España, y de la Europa cristiana, Covadonga. Allí la Santina, como se conoce popularmente a esta advocación mariana y cuya fiesta se celebra este 8 de septiembre, lleva siglos protegiendo a su pueblo. Además, es un símbolo de la construcción del Occidente cristiano.
En una entrevista con Iglesia en Asturias, el arzobispo habla de la Virgen y este santuario, pero también de este tiempo de pandemia, la esperanza cristiana en tiempos turbulentos y de cómo María cuida en todo momento de sus hijos:
-Ha sido un verano diferente.
- Sí, este año ha sido imposible coger unos días de descanso. Ha sido un verano de acompañar mucho a la gente; he podido ir bastantes veces a Covadonga y estar al hilo de las dificultades que sacerdotes, familias y fieles me han ido presentando para poder estar cerca de todos ellos.
- Contar con el Nuncio Apostólico, Mons. Bernardito Auza, en la inauguración de la Novena de este año, a pesar de todas las dificultades, ha sido todo un honor. ¿Con qué se queda de su intervención en Covadonga?
- Me quedo con la persona que, hace muchos años, estuvo en Covadonga, y le quedaba un grato recuerdo del lugar. De hecho, en su primera intervención llegando a España como Nuncio Apostólico, citó tres de los lugares que conocía de nuestro país, y uno de ellos era Covadonga. Este dato a mí me movió para invitarle a que hiciera esta inauguración de la Novena. Eso sí, le advertí que este año todo era un poco insólito, porque precisamente el primer día solemos tener un aluvión de autobuses, y este año, tanto de peregrinos como de concelebrantes, todo fue mucho más humilde.
Además, su homilía fue preciosa. Tuvo un recuerdo para el Papa Juan Pablo II y su visita al Santuario en 1989, y mencionó el hecho de que, dos años y medio antes, él pudo ser también peregrino en este lugar. Quiso incidir en la misma idea de san Juan Pablo II, y es que hablamos de Asturias como una de las raíces de esta Europa cristiana, y por tanto, ir a Covadonga supone reencontrarse con la historia que ha construido el cristianismo en este inmenso occidente.
También hizo una meditación sobre María, y dijo que Ella siempre tiene unas manos de Madre que saben abrazar en momentos de dificultad, refiriéndose es-pecialmente a la pandemia, y no sólo a la crisis sanitaria, sino también a la económica, como una presencia que sabe acompañarnos. Esta es la experiencia que tenemos siempre que vamos a Covadonga.
-Precisamente la pandemia está muy presente en el lema “María, fuente de alegría y esperanza”.
-Lógicamente. Siempre que volvemos a nuestro hogar, cuando contamos con el regalo de tener a nuestra madre –no es mi caso, que yo la perdí hace ya bastante tiempo–, vas a tu hogar sabiendo que allí eres esperado, eres acogido, no tienes que hacer ninguna presentación ni dar ningún currículum: vas donde eres querido, conocido y sostenido. Qué podemos decir, en esta situación. Pues que para nosotros María sea fuente de alegría, y por tanto, que las penas no tengan la última palabra. Y también fuente de esperanza, porque nos puede asistir un desánimo que araña esa esperanza.
En esta situación sanitaria han sido varias las disposiciones que se han ido planteando para los cristianos asturianos, según los diferentes momentos por los que hemos pasado. A veces, sin embargo, más aún estos días ante los rebrotes, nos quedan dudas de en qué momento nos encontramos.
Efectivamente, hemos ido dando indicaciones al hilo de lo que las autoridades sanitarias nos han ido marcando. Yo siempre digo que, como ciudadanos que somos los cristianos, tenemos que, con mucha responsabilidad, acatar en positivo estas indicaciones, porque redundan en el bien de la sociedad.
Dicho esto, actualmente las normativas siguen siendo las mismas: distancias, mascarillas obligatorias, y gel que nos permite desinfectarnos las manos. Las misas y celebraciones, siempre con el aforo que está permitido, que es el 75%. Tenemos que decir que nuestras iglesias y locales parroquiales son de los más seguros. Primero porque tenemos estas medidas, pero además porque los locales son desinfectados al término de una reunión o celebración litúrgica. Que no cunda el pánico, ni haya miedos advenedizos, porque vamos al encuentro del Señor y de los hermanos con total seguridad.
-Ahora mismo, ¿cuál es su principal preocupación en esta situación en la que nos encontramos, tanto de crisis sanitaria, pero también económica y social?
- En primer lugar, me preocupa que no quede confinada nuestra esperanza, y que no prevalezca un temor, o un pánico, que termine por hacernos extraños entre nosotros. Por eso, el reabrir nuestras iglesias, después de tenerlas que cerrar por prudencia, supuso abrir a la gente estos espacios donde ellos pueden encender su esperanza ante al Señor, ante la Virgen, ante los santos. Que no queden confinadas nuestra fe y esperanza, sino que sólo quede confinado el virus.
Me preocupa también que, junto con las consecuencias sanitarias en las tantísimas personas que han fallecido en soledad, haya quedado tanta gente tocada por la enfermedad. También todas aquellas personas que aún luchan contra ella. Junto a la oración por los difuntos, la cercanía a los enfermos y a los que, con enorme generosidad, están a su lado, como enfermeros, médicos, capellanes, religiosas, voluntarios y tantas personas que, en los servicios diversos, están colaborando para salir a flote y superar esta pandemia.
Pero además de la sanitaria, está la otra crisis que ha venido como consecuencia, y es la crisis económica. Me preocupan las personas que han perdido su trabajo, personas que no han recibido ni reciben ninguna ayuda, y las personas que no ven un horizonte halagüeño. Hago mío su dolor, sus preguntas, y quiero compartir con ellos las posibles vías de salida. Por eso, desde nuestra Cáritas estamos como nunca ayudando a las personas que han quedado desasistidas en sus trabajos o en sus soledades.
-El confinamiento obligó a suspender, y en el mejor de los casos, a retrasar, bodas, primeras comuniones, y también ordenaciones. ¿Cómo afrontamos esta situación para este curso que comienza?
- Cedí los calendarios a cada sacerdote y a las comunidades parroquiales, como no podía ser de otra manera, porque no es lo mismo hablar de una parroquia urbana en el centro de Oviedo o Gijón, que hacerlo de una rural, donde habrá muchos menos niños para hacer la Primera Comunión, confirmarse etc. De modo que es cada párroco, con su comunidad cristiana, quien mejor tiene que rehacer el calendario y la agenda. Y así se ha venido haciendo. Me consta que ha habido comuniones que han tenido lugar en la fecha que ya estaba fijada, y en otros casos, esta se ha trasladado, y se van secundando las fechas adoptadas. En cualquier caso, estamos para favorecer el bien de los niños, de los jóvenes, de las familias, sin caer en la imprudencia de hacer una celebración porque sí, cuando hay motivos que nos están exigiendo un plus de prudencia.
- El martes celebraremos el día de Nuestra Señora de Covadonga, con la eucaristía en el Santuario a las 12, como cada año. ¿Qué le pide a la Virgen este año?
- El Evangelio de ese día nos dice que María subió con prisa a la montaña para ir al encuentro de su prima Isabel. Ambas estaban embarazadas, siendo ambas madres de un milagro. Es el milagro lo que yo pido a la Virgen, y que Ella nos acoja cuando nosotros, con la premura de nuestras preguntas, nuestras incertidumbres, acudimos subiendo un año más a este Santuario tan querido. Que la Madre de Dios nos acoja, que sea para nosotros esas manos que saben abrazarnos y esa presencia que sabe sostener lo mejor que tenemos cada uno. Se lo pediré con prisas, sin ninguna pausa, estando seguro de que Ella nos lo va a conceder, sin ninguna duda.