El arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, alentó anoche en Valencia a los cientos de jóvenes que llenaron la Basílica de la Virgen en la vigilia de oración mensual que convoca el prelado, a optar por Jesucristo, “por la libertad y justicia verdaderas a la que nos llama”, porque “eso es lo auténticamente nuevo frente a otros modelos”.
“Os invito a hacer una nueva revolución, no con armas, insultos, batallas, falta de respeto a los demás o destrucción de la convivencia, sino quitando todas las esclavitudes que hay, como vivir en pecado o sólo para uno mismo”, aseguró el titular de la archidiócesis de Valencia, que tomó como base para su catequesis un texto del profeta Isaías.
“La auténtica libertad no es hacer lo que a mí me da la gana, sino parecerme más a Dios en la vida, porque cuanto más te entregues y sirvas a los demás, y no a ti mismo, alcanzas la libertad verdadera que es la que hay que cantar en las calles y la que hay que instaurar en las naciones, eliminando las tinieblas de este mundo”, argumentó monseñor Osoro.
“Lo antiguo, lo viejo, lo de siempre, lo que ya no sirve es mirar al otro como a un enemigo, como alguien que no es mi hermano, dividir a la humanidad”, aseguró el arzobispo de Valencia que invitó a todos los jóvenes “a lo nuevo, a dejarse cincelar el corazón por el Señor, no para vocear, gritar, armar algarabías por las calles sino todo lo contrario, para transformar desde dentro el corazón de los hombres”.
“El Señor nos llama a la justicia verdadera, que es la que tenemos que implantar entre los hombres, y eso es lo nuevo”, insistió el arzobispo de Valencia, que sostuvo ante los jóvenes que “el Señor nos ha pedido que seamos luz en medio de este mundo pero al estilo de Cristo, no voceando por las calles, sino dando testimonio con la vida, con la fuerza de la entrega, del servicio, de la fidelidad, y del sacrificio por seguir a Jesucristo”.
Según monseñor Osoro, “la justicia verdadera, la justicia de Dios no es la justicia de los hombres en la que a cada uno se le da lo que se merece según nuestras medidas; la justicia de Cristo va más al fondo, a la hondura de la existencia, porque te entrega hasta lo que no mereces, te da su propia persona, su propia vida” y, por ello, “ésa es la justicia que tenemos que implantar en medio de los hombres y de la historia”.