Con casi 40 años de distancia sabemos ahora quién fue la persona que convenció a Franco para que frenara la expulsión del obispo de Bilbao, monseñor Añoveros, de España.

Hasta ahora, la leyenda que circulaba, y que casi todos daban por buena, era que el entonces Arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal española, cardenal Tarancón, había hablado con Franco y le había amenazado con excomulgarle si procedia a la expulsión del obispo de Bilbao de suelo español.

Gracias al testimonio del secretario personal de Don Marcelo, el sacerdote Don Santiago Calvo, que cuenta en un artículo publicado en www.cardenaldonmarcelo.es
los promenores de este suceso histórico de gran relevancia, sabiendo ahora la verdad completa del caso.
En 1974 el Obispo de Bilbao, monseñor Añoveros, redactó una homilía con la petición de que todos los sacerdotes de su diócesis la leyeran en las Eucaristías del domingo. El texto se titulaba: «El cristianismo, mensaje de salvación para los pueblos», y reivindicaba el hecho diferencial de Vascongadas y el uso de la lengua vasca.

«El texto llegó enseguida a manos del Gobierno de la Nación - cuenta Don Santiago Calvo- que exigió que no se pronunciara, por considerar que constituía un atentado a la unidad de España. El Obispo insistió en que se leyera, y el Gobierno dispuso el confinamiento en su domicilio y dispuso un avión en el aeropuerto de Sondica, para trasladarle fuera de España junto con su Vicario General, Don José Ángel Ubieta, acusado de ser el principal inspirador de la homilía».

«Monseñor Añoveros -continua monseñor Calvo- se negó a salir de su diócesis, y el Gobierno presionó sobre el Nuncio de Su Santidad, sobre el Presidente de la Conferencia Episcopal, sobre la Secretaría de Estado del Vaticano y la tensión llegó al mayor nivel. La solución podía estar en la intervención directa del Jefe del Estado y con esa intención el Cardenal Tarancón, Presidente de la Conferencia Episcopal, solicitó una visita, que no le fue concedida. Entonces ocurrió lo siguiente, que cuento en primera persona, tal como lo viví».

Don Marcelo fue el único obispo que pudo entrevistarse con Franco por el "caso Añoveros", y en su conversación, pudo transmitirle algunos mensajes que lograrón convencerle para que diera marcha atrás en su idea de expulsar a Añoveros de España.

El primero argumento que utilizó Don Marcelo fue que "si expulsaban a Monseñor Añoveros, las Cancillerías de todo el mundo lo comentarían muy mal contra España y no comprenderían que el único país `oficialmente católico´del mundo expulsaba a un Obispo por haber hecho una homilía, que no tenía no tenía la importancia que la estaban dando, iban a juzgar muy duramente a España y las consecuencias internacionales podrían ser tremendas".

El segundo argumento que transmitió Don Marcelo a Franco fue que "en España hay 23.000 Sacerdotes. De ellos, en las ciudades grandes (Madrid, Barcelona, Bilbao...) habrá unos l.000, acaso menos, que crean dificultades, pero hay más de 22.000 en toda España, que están trabajando muy bien, sirviendo a la Iglesia y a España de una manera ejemplar y de gran provecho en los lugares más difíciles, donde no ha podido llegar la labor del Estado ¿No cree que sería injusto que estos más de 22.000 Sacerdotes pagaran las consecuencias de ruptura con la Santa Sede, si denuncian el Concordato, si se quedan sin la paga del Estado, si éste no ayuda a la Iglesia?".

"El pueblo sencillo, que es tan bueno, no lo iba a entender…", le dijo Don Marcelo al Jefe del Estado, y éste "al que casi se le saltaban las lágrimas", según contó el propio cardenal González, le encaminó para que hablara con el presidente de Gobierno, Carlos Arias Navarro, y encontrará una solución al asunto.

A continuación, ReL reproduce el artículo completo de Don Santiago Calvo:

El Cardenal Marcelo paró la expulsión del Obispo de Bilbao

«Se cumplen estos días los treinta y ocho años del conocido como “Caso Añoveros”, que tuvo en vilo durante tres semanas a España entera, y de manera muy particular a los ambientes eclesiásticos y políticos. Deseo dar a conocer algunos detalles que aún no han sido publicados y que influyeron de forma definitiva en la solución de aquel problema, que ahora puede resultar incomprensible para muchos y entonces tuvo una importancia excepcional en España y fuera de nuestras fronteras.

»El asunto empezó a conocerse por algunos obispos los días 20-21 de febrero de 1974, durante una reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal en una casa de Ejercicios de El Escorial, donde Mons. Antonio Añoveros, Obispo de Bilbao, enseñó el documento a algún obispo de su especial amistad.

»En concreto consistió en que el Sr. Obispo de Bilbao (monseñor Añoveros) redactó una catequesis-homilía para que fuera leída en todas las Misas que se celebraran el domingo en la Diócesis. El texto llegó enseguida a manos del Gobierno de la Nación que exigió que no se pronunciara, por considerar que constituía un atentado a la unidad de España. El Obispo insistió en que se leyera, y el Gobierno dispuso el confinamiento en su domicilio y dispuso un avión en el aeropuerto de Sondica, para trasladarle fuera de España junto con su Vicario General, Don José Ángel Ubieta, acusado de ser el principal inspirador de la homilía.

»Monseñor Añoveros se negó a salir de su diócesis, y el Gobierno presionó sobre el Nuncio de Su Santidad, sobre el Presidente de la Conferencia Episcopal, sobre la Secretaría de Estado del Vaticano y la tensión llegó al mayor nivel. La solución podía estar en la intervención directa del Jefe del Estado y con esa intención el Cardenal Tarancón, Presidente de la Conferencia Episcopal, solicitó una visita, que no le fue concedida. Entonces ocurrió lo siguiente, que cuento en primera persona, tal como lo viví.

»El domingo, 3 de marzo, al llegar yo de la Catedral, poco después de las 11 de la mañana, pasé al despacho del Sr. Cardenal, Don Marcelo, que me dijo textualmente: “Acaban de llamarme Jubany, Cirarda y Yanes, para que intente ver a Franco, que no ha querido recibir al Cardenal Tarancón, para ver si se puede arreglar el asunto de Añoveros. La cosa, según me han dicho, está muy complicada.”

»“Por lo que me dicen -añadió- hay un avión en el aeropuerto de Sondica para obligarle a salir de España. Jubany dice que el ambiente en Barcelona está muy encrespado y que puede producirse una revolución, si expulsan a Añoveros. Yanes, Secretario de la Conferencia Episcopal, me dice que me llama en nombre del Presidente, el Cardenal Tarancón. Cirarda, desde Córdoba, dice que en Bilbao la expulsión de Añoveros traería unas consecuencias terribles. Los tres insisten que yo intente ver a Franco, que se ha negado a recibir al Cardenal Tarancón y que acaso a mí me recibirá; que, por favor, intente verle cuanto antes”.

»Después de varias llamadas logré poner en contacto al Sr. Cardenal con Don Fernando Fuertes de Villavicencio, Jefe de la Casa Civil del Generalísimo, el cual dijo que Su Excelencia le recibiría al día siguiente, a las 11 de la mañana.

»Lunes, día 4 de marzo.- A las 9 de la mañana, salimos hacia Madrid. Llegamos en una hora a la entrada de la capital. y, para hacer tiempo, pasamos a tomar un café, en un bar en la calle Antonio Leyva.

»A las 11 menos 10 bajamos del coche a la puerta del palacio de El Pardo. A las 11 en punto el Generalísimo recibió a D. Marcelo.

»Cuando llevaban reunidos exactamente 28 minutos, sonó un timbre, el Ayudante Militar que estaba en una mesa del antedespacho pasó al despacho el Generalísimo y salió acompañando a D. Marcelo, el cual desde el teléfono del Ayudante llamó a D. Antonio del Valle, cuñado y Jefe del Gabinete del Presidente del Gobierno, Don Carlos Arias Navarro. Los dos mantenían muy buena relación desde que Don Marcelo fue Obispo de Astorga, cuando Don Antonio era Presidente de la Diputación de León. Don Marcelo le dijo desde dónde estaba llamando y que necesitaba ver con toda urgencia al Presidente Arias. Inmediatamente salimos para la Presidencia del Gobierno, en el Paseo de la Castellana, nº 5.

»El entonces obispo auxiliar de Cádiz, Antonio Añoveros, procede a la bendición del local de los antiguos alumnos del colegio salesiano, en 1961.

»Ya dentro del coche D. Marcelo me dijo: “Le he expuesto todo, como me lo han contado los que me llamaron ayer. Sólo ha reaccionado cuando le he dicho que en Barcelona se podría echar la gente a la calle y podría producirse una revolución. Me ha dicho: “Eso se acaba en media hora”. Cuando le he dicho que, si expulsaban a Monseñor Añoveros, las Cancillerías de todo el mundo lo comentarían muy mal contra España y no comprenderían que el único país "oficialmente católico" del mundo expulsaba a un Obispo por haber hecho una homilía, que no tenía no tenía la importancia que la estaban dando, iban a juzgar muy duramente a España y las consecuencias internacionales podrían ser tremendas.... No reaccionó. Le insistí diciendo que Monseñor Añoveros era un gran español, antiguo Capellán de las Brigadas navarras en la guerra, que era muy buen Obispo... No reaccionó.”

»“Pero, cuando le he dicho: Excelencia, en España hay 23.000 Sacerdotes. De ellos, en las ciudades grandes (Madrid, Barcelona, Bilbao...) habrá unos l.000, acaso menos, que crean dificultades, pero hay más de 22.000 en toda España, que están trabajando muy bien, sirviendo a la Iglesia y a España de una manera ejemplar y de gran provecho en los lugares más difíciles, donde no ha podido llegar la labor del Estado ¿No cree que sería injusto que estos más de 22.000 Sacerdotes pagaran las consecuencias de ruptura con la Santa Sede, si denuncian el Concordato, si se quedan sin la paga del Estado, si éste no ayuda a la Iglesia?
 
»El pueblo sencillo, que es tan bueno, no lo iba a entender… Esto le impresionó a Franco, que empezó a pestañear y casi se le saltaban las lágrimas. Entonces le he dicho: ¿Me permite Su Excelencia ir desde aquí a visitar al Presidente del Gobierno? Franco abrió los ojos con señal clara de asentimiento y me dijo: “Sí, vaya. Puede llamar por teléfono desde aquí”. Don Marcelo me añadió: “No sé si tendremos éxito, me da la impresión que el Generalísimo está bien dispuesto. Pero el problema puede estar en el Gobierno. En fin, Dios proveerá…”.

»Desde El Pardo nos fuimos a la Presidencia del Gobierno. Estuvo Don Marcelo con el Presidente Don Carlos Arias casi una hora. Salió con impresión pesimista sobre una posible solución satisfactoria del asunto. “Yo ya no he podido hacer más, me dijo. Ahora a rezar… Dios quiera que se encuentre una salida para que no tomen la determinación de expulsarle. Sería terrible”.

»El martes, 20 de marzo, el Ministro de Justicia, Don Francisco Ruiz Jarabo visitó a Don Marcelo, en el Colegio “Jesús Maestro”, en Madrid. Comentaron el asunto de aquellos días y la solución que había tenido el problema. El Ministro le dijo que, gracias a una intervención genial del Jefe del Estado en el Consejo de Ministros del viernes, día 8, se había salvado la situación, y le refirió con detalle las palabras del Generalísimo sobre las consecuencias graves, que se iban a seguir para los más de 22. 000 Sacerdotes que estaban trabajando de forma ejemplar, en los sitios más difíciles de España, si se denunciaba el Concordato y se expulsaba a Monseñor. Añoveros. Cuando terminó, le dijo Don
Marcelo: “Pues ese fue el razonamiento que yo le hice y esas mismas palabras le dije yo al Generalísimo en la audiencia que tuve con él el pasado día 4”.

»Ruiz Jarabo quedó sorprendido y afirmó: “Pues, Sr. Cardenal, esto lo ignorábamos los Ministros. Ud. con su intervención ha facilitado una salida airosa y nos ha salvado de una situación que hubiera sido terrible, si se produce la expulsión de Mons. Añoveros. Muchas gracias por su acierto y por la confianza que ha tenido conmigo para contármelo”.

»Los hechos fueron así. Lo refiero ahora como lo viví y anoté entonces. Los lectores pueden sacar las consecuencias que les plazca».

Santiago Calvo Valencia es canónigo de la Catedral Primada de Toledo. Fue Secretario Particular del Cardenal Marcelo González durante cuarenta y tres años y le acompañó en todas las gestiones que cuenta en este artículo.