Para el nuevo secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, el "enemigo auténtico" no es la derecha sino la Iglesia católica, que como bien sabe el exalumno pilarista, nunca va a "reconsiderar" ni "revisar", como sí lo podría hacer la derecha, sus opiniones sobre materias como el aborto.
Así es como lo ve el escritor Juan Manuel de Prada después de analizar las intervenciones del nuevo jefe de Ferraz que fuera ovacionado por sus correligionarios este fin de semana durante el 38 Congreso del partido celebrado en Sevilla.
Rodeado de casi mil delegados socialistas, Rubalcaba advirtió que "si retrocedemos cada vez que la derecha llega al poder, y reconsidera todas las leyes, trata de imponernos su dogmas y revisa las normas con las que iniciamos la transición, el PSOE se va a plantear muy seriamente también la revisión de todos esos pactos y, en concreto, los acuerdos con la Santa Sede".
¿A qué reconsideraciones se refería Rubalcaba? Según De Prada, a dos: "A la tibia reforma de la ley del aborto y la sustitución de ´Educación para la Ciudadanía´ por otra llamada ´Educación Cívica y Constitucional´, que tal vez sea el mismo perro con distinto collar".
De Prada desmiente estas afirmaciones apuntando en un artículo de opinión que publica ABC que "ni un supuesto ´derecho al aborto´ ni la llamada ´Educación para la Ciudadanía´ forman parte de las normas con que ´iniciamos la transición´, ni de ningún consenso de treinta años, sino que son creaciones zapateriles de nuevo cuño, contestadas además por amplios sectores de la sociedad".
"En este sentido, -continúa De Prada- podría afirmarse que el único ´dogma´ que el nuevo gobierno ´trata de imponer´ es el mismo que antes impusieron los socialistas: a saber, que la aritmética parlamentaria favorece la revisión de las leyes. ´Dogma´» democrático contra el que, desde luego, podrían oponerse severas objeciones; pero en ningún caso hubiésemos pensado que Rubalcaba fuese a hacerlo".
De Prada pide que se presete atención sobre la "brutalidad" de la advertencia del secretario general socialista ("Nos replantearemos nuestras posiciones, que han sido sensatas en pos de la convivencia y cohesión social"), "afirmación, en la que, a la vez que se reconoce la sensatez de las posiciones adoptadas por los socialistas hace treinta años, Rubalcaba aboga por adoptar otras distintas, que inevitablemente (según el sentido inequívoco de la frase) habrán de ser insensatas".
Pero hay una "admonición más truculenta" aun que la anterior: "si la derecha no admite la evolución del proceso político abierto en la transición que a los socialistas les permita realizar sus aspiraciones, entonces los socialistas revisarán los acuerdos con la Santa Sede".
"Que sus disensiones con la derecha las pretenda solventar Rubalcaba revisando tratados internacionales es, cuanto menos, pintoresco; por lo que hemos de deducir que para Rubalcaba la derecha no es el auténtico enemigo, pues sabe bien que las leyes que ahora la derecha ´reconsidere´ pueden a su vez ´reconsiderarlas´ los socialistas, cuando la aritmética parlamentaria los beneficie. El enemigo auténtico es la Iglesia, que como bien sabe Rubalcaba nunca va a ´reconsiderar´ ni ´revisar´ sus opiniones; en esto, al menos, puede afirmarse que ´el que avisa no es traidor´", concluye De Prada.
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