La edad media de una mujer en España es hoy de 45 años: es decir, ya está fuera de la edad fértil. Hay 7,5 millones de mujeres de nacionalidad española en lo que técnicamente se llama "edad fértil" (de 15 a 45 años).
Pero, en realidad, la fertilidad de una mujer de más de 40 años es, biológicamente, muy escasa (son 1,7 millones) y la de las mayores de 35 tampoco es óptima (son 1,5 millones). De hecho, los ovarios se estropean a partir de los 35 años. Mujeres españolas en la edad óptima, de 20 a 35, en realidad hay pocas: sólo 3,2 millones. Como media, hoy las madres primerizas tienen su primer hijo a los 32 años. Y pocas se animan a tener un segundo... o simplemente no les da tiempo antes de quedarse sin fertilidad.
Hay sólo 1,33 hijos por mujer en edad fértil, y solo gracias a la aportación de las inmigrantes. Una sociedad sana necesitaría 2,1 hijos por mujer fértil, pero hace 30 años que eso no pasa en España. Y cada vez habrá menos hijos porque cada vez hay menos mujeres en edad fértil.
El INE tiene los números... se considera edad fértil de 15 a 45 años pero hay más mujeres "maduritas" que "jovencitas", y las mayores son poco fértiles
En 2016 y en 2017 ha habido en España más muertes que nacimientos: no pasaba desde la Guerra Civil. Y parece que seguirá así o peor.
España es un país envejecido, de mujeres envejecidas que apenas tienen un hijo, con más muertes que nacimientos y que se mantiene en unos 100.000 abortos provocados (y a menudo pagados por el contribuyente) frente a apenas unos 400.000 nacimientos.
¿Unas subvenciones cambiarían las cosas?
¿Podría arreglarse dando algún dinerito a las familias españolas? ¿Mejorará la natalidad si mejora la economía?
La respuesta, según el demógrafo Alejandro Macarrón Larumbe es no: las subvenciones y la mejora económica apenas ayudarán un poquito a la natalidad. Se necesita un cambio completo de mentalidad. Al menos, en las personas en la edad de tener hijos.
J.M.Francàs entrevista a Macarrón, director de la Fundación Renacimiento Demográfico (www.renacimientodemografico.org) y autor del libro “El suicidio demográfico de España”.
"Cada nueva generación de españoles es un 35% a 40% menos numerosa que la anterior. De seguir así indefinidamente, teniendo tan pocos niños, desapareceríamos", explica Macarrón en la entrevista.
"Es un tema muy incómodo socialmente, ya que más de la mitad de los españoles tiene ahora solo un hijo, o ningún hijo. Y como los efectos de esa escasez de niños no se notan en el día a día, ya que el deterioro demográfico es muy lento, y a ningún político le piden cuentas por esto, lo dejan pasar. También influye que la comunidad académica-intelectual pasa tanto del tema como los políticos. Y los medios últimamente hablan un poco más del asunto, pero aún demasiado poco", denuncia el experto.
- ¿No puede haber detrás un intento de atacar a la ‘familia’?
- Lo hay. Siempre hay extremistas en cualquier sociedad. Pero no triunfarían si la gran mayoría de la población se opusiera frontalmente a ello, y si hubiera muchas más voces influyentes pro-familia y pro-hijos. A nadie le obligan a no casarse, ni a divorciarse, ni a abortar, ni a no tener hijos…
- Y, ¿hay voces influyentes pro-familia y pro-hijos?
- Las hay, pero demasiado pocas. Y así estamos como estamos.
- Ya sé que no es la razón más de fondo, pero con el problema de las pensiones, ¿nadie se plantea esto?
- Los “sabios” que hace cuatro o cinco años elaboraron la última reforma de las pensiones, al menos en lo que se publicó en prensa, no dijeron “ni mu” de natalidad. Y eso ha sido la tónica general hasta hace muy muy poco cuando se hablaba de pensiones.
- Y, ¿a qué achacas eso?
- No estoy seguro. No sé si es ignorancia de lo que la baja natalidad implica, o pensar que es irreversible, o cobardía, o influencia del mantra de que el mundo está superpoblado, o todo eso a la vez… También es cierto que una mejora de natalidad mañana no se notaría en la economía productiva hasta dentro de 20 a 25 años, y por tanto, si el gobierno te pide que “arregles” lo de las pensiones para los próximos 10 a 15 años, que nazcan o no niños ahora es indiferente.
- Pero si no se empieza, los 20 años no pasarán nunca y el problema crece…
- Desde luego...
- ¿Hay políticas reales que fomenten la natalidad?
- Hay políticas que han logrado éxitos parciales en otros países, pero en todos ellos han resultado ser insuficientes, y en casi todos ellos, además, en los últimos años se está produciendo una nueva caída de la fecundidad. En mi opinión, no han funcionado más que parcialmente, porque se han centrado casi exclusivamente en dar dinero o cosas equivalentes a las madres/familias. Y la causa principal de la baja natalidad no es el dinero, es cuestión de valores. De hecho, históricamente, la natalidad ha caído al crecer con fuerza la prosperidad.
- ¿El problema es el bienestar de occidente?
- Tal vez sea ésta la pregunta esencial de esta entrevista. Benjamin Franklin, a mediados del Siglo XVIII, pronosticó que la desbordante natalidad de la América inglesa de la época, integrada sobre todo por personas muy religiosas, iría a menos según la población fuera prosperando. “He observado que la gente con más dinero se lo piensa más a la hora de tener hijos”, escribió este genio polímata (editor, hombre de negocios, escritor, científico, inventor, político…. y todo ello de forma sobresaliente), quien se aplicó a sí mismo el cuento. Él tuvo dieciséis hermanos. Ya de adulto, ganó mucho dinero, y tuvo solo dos hijos (más uno extramatrimonial).
»Sí parece que el bienestar económico y de salud -junto con el radical cambio de estructuras económicas, políticas, legales y de valores y hábitos sociales y morales que se ha producido en paralelo a su logro-, es la clave principal de fondo de la bajísima natalidad occidental. Y eso es una preocupante realidad, porque el bienestar alcanzado es / parece irrenunciable. Pero claro, si no logramos compatibilizar ese bienestar con una natalidad suficiente, para lo que necesitamos reinventar parcialmente el modelo de sociedad actual, perderemos bienestar y acabaríamos desapareciendo. [...]
- Con este panorama, ¿ qué hacemos?
- Necesitamos un gran “rearme moral” pro-hijos y pro-familia, algo más fácil de desear y pedir que de lograr, claro. Hay que exponer a toda la sociedad, empezando por los niños en el colegio, pero no solo a ellos, nuestra cruda realidad demográfica, y lo bueno que es para casi todos los seres humanos tener familia propia con críos. O recuperamos espíritu de sacrificio, y tenemos entre todos los suficientes hijos, o si no, evitar hoy meternos en el lío de tener “churumbeles”, por comodidad, será la tristeza y la pobreza del mañana, por el desplome demográfico de la sociedad, en general, y el vacío afectivo y de cuidados familiares de quienes no tuvieron hijos, en particular.
» Además, hay que contarles a esos escolares y jóvenes que esto es un esfuerzo que compensa. Que la alegría de vivir con hijos y lo que te devuelven a lo largo de tu vida, compensa (ojo, también hay que volver a educar a los hijos en el agradecimiento y la ayuda a sus padres cuando estos lo necesiten). Además, y partiendo de eso, hay que cambiar muchas leyes y costumbres en la sociedad actual para favorecer e incentivar que se formen familias, que estas sean muy mayoritariamente estables, y tengan varios hijos en media. Pero lo fundamental es ese rearme moral. Con él, lo otro vendrá por añadidura. Sin él, le seguirá dando pereza a demasiada gente embarcarse en este “adorable lío” de tener varios niños. Si solo valoramos el dinero y la comodidad personal, tener hijos no compensa.
Los parques ya no son para niños sino para personas de edad avanzada
Haciendo algunos números... riqueza no son hijos
En la web del Foro de la Familia (www.forofamilia.org) Macarrón insiste en el mismo concepto: mejorar la economía no traerá más hijos "per se".
Así, denuncia que "se expone mucho en los medios de comunicación, por parte de todo tipo de personas, la idea que “cómo van a tener más hijos los españoles, con las dificultades económicas que ha habido con la crisis y que aún persisten para muchos en estos años de post-crisis”. Lo cierto es que la fecundidad de los españoles contemporáneos es bajísima, vaya bien, mal o regular la economía".
Lo muestra con unas tablas. Hay tres periodos:
- antes de la crisis económica, de 2002 a 2007
- durante lo peor de la crisis, de 2008 a 2014
- después de la crisis, de 2015 a 2017
Después muestra una tabla para medir la riqueza del país: una estimación del crecimiento del PIB por español en el período en que fueron concebidos los niños nacidos cada año (entre finales de marzo del año previo y finales de marzo del año en cuestión, salvo los prematuros o de embarazos muy prolongados).
¿Conclusión? No hay relación: cuando mejora la economía no mejora la natalidad.
Hay una pequeña excepción: "En 2008 hubo un pequeño repunte de fecundidad, probablemente debido a que fue el primer año cuyos bebés fueron concebidos sabiendo sus padres que cobrarían el “cheque bebé” de 2.500 euros. Pero ese efecto se agotó en un año, ya que en 2009 la fecundidad fue idéntica a la de 2007. Y luego, cuando se quitó el “cheque bebé” (con retirada efectiva desde finales de 2010, y anunciada en mayo de 2010) no se notó apenas la cosa, porque en 2011 la fecundidad fue solo 0,01 hijos por mujer inferior a la de 2010".
"Aunque las medidas de compensación y estímulo económico a la natalidad sean socialmente justas y necesarias, el grueso de la solución a nuestro problema de falta de nacimientos deberá basarse en abordar otros factores". Enuncia algunos:
- el poco prestigio social de la maternidad, y el poco deseo de los adultos jóvenes de formar familias y tener niños,
- la creciente desestructuración familiar;
- las dificultades de compatibilización entre la vida laboral y familiar;
- los españoles tienen el primer hijo a edades cada vez más avanzadas;
- "nuestras autoridades, el mundo académico y la sociedad civil no dan apenas importancia al gravísimo problema español de baja natalidad"; etc..
Se necesita una cultura que premie, alabe, promueva y facilite el tener hijos y familias estables. Una cultura que no lo hace, como la actual, simplemente colapsará por el peso del envejecimiento y se extinguirá.
Josep Maria Francàs reflexiona sobre estos datos demográficos: