Este lunes se celebró en la catedral de Valencia el funeral por las 222 víctimas mortales y 3 desaparecidos causados por las inundaciones del 29 de octubre.
Presidió la misa el arzobispo Enrique Benavent, con quien concelebraron los obispos valencianos, así como los sacerdotes de las parroquias de la llamada "zona cero" de la tragedia, en cuyas labores de limpieza y reconstrucción han participado intensamente. El pasado 20 de noviembre, el propio Benavent presidió en Madrid una misa concelebrada con todos los obispos españoles, reunidos para su asamblea plenaria.
Al funeral de esta tarde asistieron cerca de cuatrocientos familiares de las víctimas, además de los Reyes Felipe y Letizia, que asistieron a la eucaristía desde un sitial preferencial en la nave central de la seo. No estuvo Pedro Sánchez, aunque sí la vicepresidente María Jesús Montero y los ministros Ángel Víctor Torres y Diana Morant, así como el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, y alcaldes de las localidades afectadas por la gota fría, junto a otros representantes políticos.
Los Reyes Felipe y Letizia, durante la misa.
La imagen peregrina de la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad, fue trasladada desde su basílica y ubicada en el lado derecho del presbiterio, vestida con un manto morado en señal de duelo. La Coral Catedralicia cantó la misa de difuntos en gregoriano, junto a piezas del Réquiem de Gabriel Fauré (1845-1924).
Sanar el corazón herido y ofendido
Monseñor Benavent comenzó su homilía recordando la "única finalidad" de un funeral: "Orar por los difuntos pidiendo a Dios que lleguen a contemplar la belleza de su gloria" y por los desaparecidos para que pronto pueda conocerse su situación, y también para "escuchar juntos la Palabra de Dios, que es una palabra que nos ilumina en todos los momentos de nuestra vida, y de una manera especial, en situaciones tan difíciles como las que estamos viviendo".
"Únicamente en Cristo podemos encontrar el consuelo", señaló el prelado, y por eso es misión de la Iglesia "llevar a las personas a Cristo para que encuentren en él la paz que necesitan". Y añadió el prelado, en una alusión a la indignación social que ha suscitado la gestión de la tragedia por las autoridades, que "en nuestra oración le pedimos también al Señor que sane nuestro corazón: que ponga luz donde hay oscuridad, esperanza donde hay desesperación, paz donde haya división, amor donde hay odio y perdón donde haya ofensa".
Monseñor Benavent, durante la homilía.
Monseñor Benavent señaló los "signos de esperanza" que se han visto a pesar de la muerte y la destrucción: "Muchas personas que han fortalecido las manos débiles, que han animado a los inquietos... que han puesto gestos de alegría en medio de tanto sufrimiento. Son como pequeños brotes en medio de un desierto. Hemos tenido una experiencia de solidaridad que ha sacado a la luz lo mejor que hay en el corazón del ser humano: ha habido personas que en las horas más dramáticas han arriesgado su vida para salvar la de los demás; hemos visto la solidaridad de asociaciones e instituciones, entre las que hay que mencionar a la Iglesia, que han ofrecido sus locales e instalaciones para acoger a los afectados y ofrecerles lo que necesitaban en los primeros momentos; el testimonio de los miles y miles de voluntarios, muchos de ellos jóvenes que, de una manera espontánea, se han ofrecido para ayudar a los afectados; la profesionalidad de los cuerpos de seguridad y de muchos servidores públicos venidos de toda España, que no se han limitado a realizar su trabajo, sino que lo han hecho con un auténtico espíritu de servicio y entrega".
Esperanza
"No dudéis de que Cristo también está junto a vosotros", concluyó el obispo dirigiéndose a las víctimas y a la sociedad valenciana y española en su conjunto: "El sufrimiento se superará si juntos somos capaces de ponernos en pie, de mirar el futuro con esperanza, de unir nuestras fuerzas en favor de los más golpeados por la tragedia. En esta Eucaristía le pedimos al Señor que las dificultades no nos lleven a caer en la insolidaridad, que las diferencias no lleguen a convertirse en divisiones, que las perspectivas distintas a la hora de afrontar los problemas no perjudiquen a los más necesitados, que los intereses propios no prevalezcan sobre el bien común".
La Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia.
Monseñor Benavent concluyó su homilía recordando a todos, en valenciano, la presencia de la Mare de Déu dels Desamparats, que también sabe de dolor, pero "cuya fe es más fuerte que su dolor", y en cuyo corazón "quienes ocupan el lugar principal son quienes más sufren".
"Que todos lleguéis a experimentar su consuelo y su protección maternal. Amén", invocó.