Padre Apeles, el sacerdote catalán conocido por sus polémicas apariciones televisivas en programas de debate y de cotilleo rosa, pero de tono poco serio y calificados como de "telebasura" como Moros y Cristianos, Crónicas Marcianas... estuvo presente en el último programa de La Noria, en la cadena Tele 5.
Confesó a su presentador Jordi González, que se encuentran tan profundamente deprimido que no desea seguir viviendo.
Quiso aclarar que no ha intentado suicidarse, porque, entre otras cosas, "la Iglesia ve mal el suicidio". "En ningún momento yo he dicho eso. Mi vida puede acabar como la de Carmina Ordóñez. Pero ella no se mató ni se suicidó, acabó mal por las cosas que tomaba. Y yo acabare mal probablemente por culpa de las mezclas que hago".
"Suicidarse implica voluntad de que alguien se quiere matar, yo en ningún momento he dicho eso, yo sólo he dicho que le pido a Dios cada día que sea el ultimo de mi vida, porque yo en este mundo no tengo ni objetivos ni ilusiones ni nada que hacer. A mí la vida me resulta una carga, me resulta pesada. No significa que me quiera matar. Pienso que hay un infierno y por eso no me he suicidado".
"Estoy medicado, tratado por los médicos, y bebo para olvidarme de los problemas del mundo y todo eso", dijo el Padre Apeles.
El padre Apeles que es un cura canónicamente "vago", es decir, que no tiene ningún encargo pastoral ni parroquia que atender, ni está incardinado en la diócesis en la que vive... va por libre. Desde hace años no tiene ningún superior ni obispo a quién reportar sus tareas pastorales.
"Si yo tuviese una mesa en La Noria, como siempre me hubiese gustado, quizá no estaría tan deprimido".
Paco Pepe Fernández de la Cigoña, el blogero católico más influyente en el mundo hispano, señala en uno de sus últimos comentarios en su blog "La Cigüeña de la Torre", que lleva por título El padre Apeles, un juguete roto que el cura catalán "era inteligente, brillante y sacerdote. Y eligió un camino que llevaba directamente al abismo. Ya está en él. Esas popularidades son efímeras y se le han acabado. Hoy es un claro juguete roto que se quiere morir. Caro precio pagó por unos días de fama incompatible con su estado sacerdotal. Y tampoco daba para ser cotizado como figura mediática una vez que se amortizó su clergyman".
"Le utilizaron por ser cura en un lugar donde el sacerdote estaba de más. Y el vendió su sacerdocio a programas de TV incompatibles con su estado. Hasta que se agotó el tema. Hoy ya no interesa a nadie. Sólo el morbo de ver hundido a quien tuvo sus días de vino y rosas puede darle algún minuto de pantalla y algún euro que es más bien una limosna insuficiente para poder vivir con un mínimo de dignidad. Hoy las rosas han desaparecido y queda sólo un mal vino para olvidar. Otro error más pues así no se olvida nada".
De la Cigoña termina su comentario con unas tristes palabras: "Duele ver a una persona hundida. Y más a un sacerdote. Pero el mismo se lo buscó. Y lo ha encontrado. Vaya si lo ha encontrado".