Francisco Santos, un escolapio curtido en las misiones del Congo, es el párroco de la iglesia de Santa María del Pinar de Madrid que debía oficiar la misa de San Miguel, el jueves, cuando un perturbado mató de un disparo a Rocío Piñeiro Oitavén, una joven embarazada cuyo hijo sobrevivió mediante una cesárea en el propio templo.

Iván Berral hirió también de gravedad a otra feligresa, María Luisa Fernández antes de suicidarse de rodillas en el altar, y de cara al medio centenar de fieles reunidos en el templo. En una entrevista concedida a El Faro de Vigo, el sacerdote recuerda lo que sucedió tres días después, "el milagro de vida, en medio del horror y muerte que tuvo lugar aquí" .

Cuenta que salió de la sacristía porque escuchó las detonaciones, y fue cuando vio a dos mujeres sangrando en el suelo y al asesino en el altar con la pistola. "Me faltó un segundo de decisión para tirarme contra él y desarmarle", explica desolado. Pero fue entonces cuando Iván (así se llamaba el asesino) se suicidó.

En ese instante, a este sacerdote, se le vino la imagen de la matanza de Noruega a la mente, y temió por un segundo que ocurriera lo mismo. Por eso, se quitó el Alba y salió corriendo hacia él para asegurarse de que no podía seguir disparando. Efectivamente, ya estaba muerto.

Cuando el párroco de la iglesia se aseguró de que el asesino había fallecido, le retiró el arma y le dio al extremaunción. Después se acercó a una de las víctimas del tiroteo, María Luisa, que estaba viva, y le preguntó que cómo se encontraba. Dos feligreses estaban con ella taponándole las heridas.
Rocío fue esta tarde a la Iglesia porque era la fiesta de su patrón. Esta gallega estaba acompañada de su madre y a dos días de tener a su primer hijo. Cuando la dispararon, su madre entro en shock al verla en un enorme charco de sangre, y empezó a gritar para que la ayudaran.

En ese momento, el padre Santos tocó al frente de Rocío y notó que estaba caliente. En ese instante llamó a la policía y al arzobispo de Madrid (no quería que se enteraran por los medios de comunicación).

Los primeros en llegar fueron los policías y un agente intentó reanimar a Rocío hasta que llegó el Summa. A pesar de que Francisco había vivido situaciones muy duras en el Congo, afirma que ninguna ha sido de tanta gravedad como esta. Cuenta que el bebé vino al mundo en los bancos de madera de la iglesia, entre dos cuerpos yacentes, casquillos de balas ... Pero con todo el cariño de quienes estuvimos en su alumbramiento. No hay palabras para describir las emociones...
El sacerdote quiere decirle a los familiares de Rocío que tienen que tener la fuerza de la voluntad suficiente para salir adelante

El padre reza por Rocío y por su familia, para que encuentren consuelo, y por su bebé; pero también por el alma de Iván para que Dios le perdone.