Durante este fin de semana se está celebrando en Madrid el II Encuentro Internacional de Políticos Católicos donde este sábado intervino el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin.
En su alocución, el número dos de la Santa Sede lanzó varias preguntas: “¿Es suficiente, en un mundo dominado por la crisis, que la pandemia solo ha acentuado, una presencia orientada al mero servicio […]? ¿O más bien debemos trabajar para que una humanidad, en este momento encerrada por la emergencia del contagio, pueda comprender los signos de los tiempos y no se conforme con captar la realidad, quizá contemplarla, pero después sucumbir bajo su peso?”.
De este modo, Parolin pidió desde el auditorio del CEU San Pablo a los 70 políticos católicos procedentes de 19 países allí presentes que aparte de “el mayor compromiso, competencia, transparencia y profesionalidad”, se planteen “qué puede aportar la visión cristiana”, que es “esperanza y certeza al mismo tiempo”.
Tal y como recoge el Arzobispado de Madrid, el purpurado puso el foco en dos aspectos clave del magisterio de la Iglesia y del Papa Francisco para la construcción del bien común: la cultura del encuentro y la amistad social, que no pueden reducirse por los políticos a "meros eslóganes de propaganda".
En su opinión, esta cultura del encuentro es una actitud que pasa por “hacer de la diversidad un valor agregado, un enriquecimiento”, que permite las personas desarrollen, en palabras de Evangelii gaudium, “la dimensión social de sus vidas configurándose como ciudadanos responsables en el seno de un pueblo, no como masa arrastrada por las fuerzas dominantes”.
“Integrar diversas realidades es a menudo difícil y lento, pero […] se trata de un camino seguro que debemos recorrer para garantizar una sólida consistencia a la acción política, para que sea capaz no sólo de responder a la crisis, sino de afrontarla y superarla”, agregó.
Por su parte, el secretario de Estado explicó que la amistad social “no es puro sentimiento ni una construcción del pensamiento”, sino “el efecto de la acción política, de la mejor, la que es capaz de comprender las exigencias desde abajo y trasladarlas subsidiariamente al plano decisorio, legislativo, económico y social”.
Es aquí donde surge –agregó- la “preocupación por los que más sufren, por los que son descartados, volviéndose casi invisibles”, muchas veces “víctimas de políticas y de estrategias económicas que solo encuentran referencia en los datos analíticos, en los índices de producción o en la escala de eficiencia”.
En su intervención, el cardenal Parolin reiteró la necesidad de que la acción política incluya “una dimensión antropológica fundada, que pone al centro la persona”, de que se reconozca el valor de la justicia como “regulador social”, y de una “política coherente que, desde la comunidad política local o nacional, sea capaz de actuar hasta la dimensión internacional”. Además, de forma especial en momentos como el actual, recordó que hay desafíos que requieren ser “gobernados” y ha solicitado que la autoridad no se ejerza con “una visión personal, partidista o nacional”, sino con “un sistema organizado de personas e ideas compartidas y posibles” en busca del bien común.