Los ambulatorios, centros médicos y hospitales españoles, incluidos algunos católicos, suelen ofrecer directamente anticonceptivos y esterilizaciones a las parejas que buscan ayuda médica para evitar un embarazo; habitualmente no cuentan con sistemas de ayuda a la fertilidad y muy pocos de ellos las derivan a centros que ofrecen servicios de planificación familiar natural.
La Seguridad Social no financia la enseñanza de los métodos naturales de regulación de la fertilidad (aunque sí la píldora anticonceptiva y el aborto); las personas interesadas en conocerlos, tienen que acudir normalmente a asociaciones privadas como la Asociación Española de Profesores de Planificación Familiar Natural RENAFER, la Organización Mundial del Método de la Ovulación Billings (WOOMB), los Centros de Orientación Familiar (COF) u otras entidades de la Iglesia católica.
Esta formación no está reglada en hospitales ni centros médicos, ni siquiera en los de la Iglesia. En los últimos años se ha intentado introducir este aprendizaje en la universidad, como asignatura de libre configuración, pero todavía se imparte en pocos lugares.
“Desgraciadamente, los métodos naturales son poco conocidos y, salvo alguna excepción, no se puede acceder a ellos desde el sistema público de salud, excepto si se coincide con algún médico, matrona o enfermera que sepa del tema y voluntariamente quiera divulgarlo”, explica a ZENIT Juncal Martínez Irazusta, médico de familia del servicio madrileño de la salud y monitora de métodos naturales de regulación de la fertilidad desde hace once años.
Martínez Irazusta ha enseñado a miles de parejas a conocer los métodos naturales y su filosofía de vida, tanto para evitar como para conseguir embarazos.
“Los médicos que colaboramos en esto ayudamos también a la búsqueda del embarazo haciendo tratamientos que ayuden a conseguir el fin sin sustituir el acto conyugal, como la estimulación ovárica, la medicación para mejorar la muestra espermática,...”, explica, lamentando que las unidades de reproducción se decanten por las técnicas de reproducción asistida (inseminación, FIVET, ICSI,…).
Y concluye: “Con mi experiencia, puedo asegurar que con los métodos naturales se consiguen muchos más embarazos que con las técnicas de reproducción asistida”.
De hecho, algunas publicaciones científicas demuestran que se logran los mismos embarazos mediante la naprotecnología con procedimientos menos agresivos y sin inconvenientes éticos por el uso de embriones.
Dada la alta eficacia de la Planificación Familiar Natural, su enseñanza ha sido recomendada en informes internacionales como el de Salud Sexual y Reproductiva del Parlamento Europeo, publicado en 2002.
Guadalupe Alsina, veterana monitora de Renafer en Barcelona, también lamenta las dificultades para acceder a los métodos naturales de planificación familiar, así como su escasa presencia en el ámbito de la enseñanza de los profesionales de la salud.
Sin embargo, valora el aprovechamiento de las nuevas tecnologías para difundirlos, a través de páginas web, aplicaciones para el i-phone, tests y pequeñas máquinas de venta en farmacias,…
El vicedecano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, responsable de la web quiero1embarazo.com, Jokin de Irala, considera “sorprendente” que esos métodos no se enseñen en más lugares.
“Son ecológicos, más baratos, no tienen efectos secundarios, …, ¿por qué no se les da más prioridad?; para un dolor de cabeza, ¿qué das? ¿paracetamol o morfina?”, plantea. “La planificación familiar es lo básico, lo eficiente, es la “atención primaria” en este campo”.
Además, el conocimiento de la fertilidad, fundamento de la Planificación Familiar Natural, aumenta los conocimientos de las personas sobre sí mismas y puede contribuir a crear en el hombre y en la mujer una mayor sensación de ser responsables de su sexualidad y de la procreación, añade el experto.
Respecto a las posibles causas de que esos métodos estén tan poco extendidos, De Irala apunta a “un posible sesgo ideológico, el interés económico de la industria farmacéutica y médica y el hecho de que sea más fácil vender una pastilla que educar a las parejas para que administren autónomamente su fertilidad”.
“La Organización Mundial de la Salud ha afirmado en repetidas ocasiones que estos métodos funcionan y son fáciles de aprender –añade-. No estoy haciendo estas afirmaciones desde la perspectiva de la religión”.
La enseñanza de los métodos naturales –los principales son el Billings, el sintotérmico y el de lactancia y amenorrea-, requiere la formación previa de los especialistas que los enseñan, un interés de las parejas que los quieren aplicar, dedicar tiempo y hacer un seguimiento.
Para ello, el sistema sanitario se adapta, afirma De Irala: “En algunos países lo han resuelto haciendo un pack: se enseña el método por un precio cerrado que incluye seis sesiones y tres meses de seguimiento”.
El sistema nacional británico de la seguridad social financia el método sintotérmico y De Irala cree que en España “si lo financiaran, a lo mejor los centros de salud tendrían más facilidades para enseñarlo y los hospitales podrían trabajar en coordinación o de manera concertada con centros que están especializados en su enseñanza”.
Para el presidente de la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos, José María Simón Castellví, resulta de especial importancia que los hospitales de titularidad o ideario católico cuenten con un sistema de ayuda a la fertilidad y de atención a la familia.
“Si no, ¿cómo resuelven muchas consultas que reciben?”, pregunta, lamentando que en algunos hospitales en cuya dirección participa la Iglesia, con mayor o menor implicación, se dispensen sistemáticamente anticonceptivos, se realicen esterilizaciones e incluso se llegue a practicar selección de embriones y abortos.
En la encíclica Evangelium Vitae, del año 1995, Juan Pablo II destacó la necesidad de revisar la función de los hospitales, de las clínicas y de las casas de salud, cuya identidad debe ser especialmente “clara y eficaz en los institutos regidos por religiosos o relacionados de alguna manera con la Iglesia”.
“Estas estructuras y centros de servicio a la vida, y todas las demás iniciativas de apoyo y solidaridad que las circunstancias puedan aconsejar según los casos, tienen necesidad de ser animadas por personas generosamente disponibles y profundamente conscientes de lo fundamental que es el Evangelio de la vida para el bien del individuo y de la sociedad”, indicó.
El documento añade que “es peculiar la responsabilidad confiada a todo el personal sanitario: médicos, farmacéuticos, enfermeros, capellanes, religiosos y religiosas, personal administrativo y voluntarios. Su profesión les exige ser custodios y servidores de la vida humana”.
Y destaca que “los centros de métodos naturales de regulación de la fertilidad han de ser promovidos como una valiosa ayuda para la paternidad y maternidad responsables”.