Más de 4.000 personas asistieron en este sábado a la beatificación de María Emilia Riquelme y Zayas, conocida como madre Riquelme, en un acto en la catedral de Granada presidido en representación del Vaticano por Angelo Becciu.
Becciu, prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos, encabezó junto a otros dos cardenales, dos arzobispos, siete obispos y dos obispos auxiliares la concelebración de una ceremonia que ha contado con un total de 120 sacerdotes y a la que también ha asistido el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno.
Hermanas provenientes de todo el mundo
En una fría mañana de otoño, el acto de beatificación de la fundadora de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada, que tienen en Granada su casa madre, ha estado representado por doscientas hermanas de la congregación procedentes de los países donde estas misioneras están presentes, como Portugal, Brasil, Bolivia, Colombia, Estados Unidos, México, Angola y Filipinas.
La ceremonia, presidida por la imagen de la Archicofradía del Santísimo Rosario y el cuerpo de María Emilia ante el altar donde ha sido proclamada beata, ha contado con otras comunidades de hermanas y peregrinos procedentes Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca, Pamplona, Cáceres y Segovia. En el denominado “rito de beatificación”, se ha dado lectura a la carta apostólica en la que el Papa Francisco inscribe en el Libro de los Beatos a Riquelme y Zayas.
"Una cristiana ejemplar"
En su homilía, el cardenal prefecto Becciu destacó que la nueva beata “recibe el reconocimiento de sus virtudes y de su santidad de vida, porque en ella veneramos a una cristiana ejemplar, un alma de Dios, separada de todo lo mundano. Nos encontramos frente a una mujer de gran fervor religioso, cuya existencia se centró en el Señor, a quien ella reservó el primer lugar. Todo esto fue posible gracias a su fe profunda y viva en el misterio de Dios, que fue la luz que la iluminó hasta el final”.
Igualmente, el cardenal señaló que de la madre Riquelme De la nueva Beata “llama la atención sobre todo la ‘pasión’ eucarística, vivida personalmente con constancia y transmitida a sus hermanas. Su vida se presenta como un camino gradual de profundización y de maduración, guiado por la perspectiva eucarística como fuente de una caridad con una clara proyección eclesial y misionera. Nos encontramos frente a una religiosa mística y, al mismo tiempo, de gran espíritu apostólico, que vivió en la contemplación continua de Cristo, su esposo, y en la oración incesante por la salvación de las almas”.
La humildad, una de las grandes virtudes
Por otro lado, durante la homilía el cardenal Becciu agregó que “uno de los rasgos característicos de su espiritualidad era la humildad. No presumía de su ascendencia aristocrática ni de sus dotes humanas, por el contrario, siempre se consideraba la última, la más pequeña de todos, la más pecadora ante Dios. No solo hablaba de sí misma de una manera humilde, sino que también aceptaba con la misma actitud las humillaciones que muchas veces le infligieron otras personas, especialmente cuando comenzó el proceso de fundación del Instituto. Su humildad siempre estuvo acompañada de dulzura y amabilidad, pero también de energía en la defensa de los derechos de sus hijas ante ciertas intrusiones injustas en la vida de la Congregación”.
Posteriormente, durante el canto de aclamación, se descubrió una “gigantografía” (póster a gran formato) de la nueva beata, han tañido las campanas de las iglesias de Granada y las reliquias de Riquelme y Zayas, contenidas en una urna transparente, han sido llevadas en procesión hasta ser colocadas cerca del altar.
El colombiano Nelson de Jesús Yepes, cuya curación de una pancreatitis severa con pronóstico de muerte es el primer caso reconocido por la Iglesia como milagro por intercesión ante Dios de María Emilia Riquelme, también ha asistido al acto junto a su esposa, Aldanari Molina.
Riquelme y Zayas, que nació en Granada en 1847, fundó el Instituto de las Misioneras del Santísimo Sacramento y de la Beata Virgen María, llamadas "Riquelminas" en honor a su fundadora.
Pasó por varias congregaciones hasta crear la suya y obtener la aprobación papal y, a los noventa años, pudo ver cómo su fundación llegó a Brasil y más tarde a Portugal. María Emilia Riquelme y Zayas murió a los 93 años en Granada el 10 de diciembre de 1940.
Puede leer aquí la homilía íntegra del cardenal Becciu en la beatificación de la Madre Riquelme