Hace casi un año, con la llegada del virus a España la mayoría de las diócesis decidieron cerrar las iglesias y suspender las misas públicas. Sólo meses más tarde abrieron y se retomaron las eucaristías con fieles. Pero desde entonces los templos no se han llenado como antes de la pandemia y aún ahora menos con las nuevas olas de coronavirus.
Sobre este hecho reflexiona el cardenal Cañizares, arzobispo de Valencia, en su carta semanal, donde constata la enorme disminución de la asistencia a misa. Para ello pone de ejemplo la misa de domingo a las 12.00 en la catedral. “La encontré medio vacía, no llegaba ni por asomo al aforo permitido, sentí una gran pena y me invadió un dolor y tristeza grande; casi me puse a llorar, tuve que contener las lágrimas”, confiesa el purpurado.
Además, recalca que “esta disminución la había experimentado ya el domingo anterior, y el domingo anterior, lo mismo con respecto al domingo precedente. Y así está sucediendo, según me informan, en la mayoría de las iglesias de la diócesis”.
“La gente tiene miedo a contagiarse y a contagiar y, como dije en otro escrito, ‘yo también’. Ese miedo real e inducido parece ser una de las motivaciones que conducen a los fieles a abstenerse de la participación presencial en la Santa Misa dominical. ¡No tengamos miedo! Al contrario, necesitamos de la Eucaristía porque queremos continuar siguiendo a Jesucristo, ser discípulos suyos, ser testigos y anunciadores valientes del Evangelio para renovar el mundo, hoy”, afirma Cañizares en la carta.
De este modo, el arzobispo de Valencia reconoce que lo que más le preocupa “es que los fieles católicos no se vean despojados o privados de poder participar en la Eucaristía y comulgar, y de acudir a Cristo, presente en medio nuestro, para acompañarle, adorarle y estar con Él, hablarle ante el Sagrario de todos los templos”.
Y para ello, insiste en recordar “a los sacerdotes que tengan abiertos los templos todo el día, donde no sea imposible, con el Santísimo expuesto para visitarle, adorarle, e implorar su auxilio y su ayuda que sólo de Él nos vendrá en estos momentos difíciles que atravesamos. Por esto mismo dije a todos los sacerdotes que, al menos los domingos, multipliquen las celebraciones de la Santa Misa, cuantas veces sea necesario, aunque vengan pocos, pero que, con las debidas disposiciones y cuidados, puedan comulgar y escuchar en directo, presencialmente, la Palabra de Dios”.
“Nos encontramos ahora con el terrible mal o con la paradoja dolorosa, que cuando más se necesita, los fieles se quedan sin la Eucaristía dominical, sin comulgar, que es imprescindible”, afirma el cardenal, que incide en que “todo esto tiene que ver, y mucho, con la libertad religiosa y de conciencia, que sí es derecho fundamental e inalienable”.
Por otro lado, el arzobispo denuncia que “en las actuales circunstancias, al menos algunos gobiernos autonómicos se están pasando, y mucho, en cuanto a libertad religiosa se refiere, al rebajar de manera humillante los números permitidos para participar en los templos, en las celebraciones de la Santa Misa. Aunque no sea políticamente correcto el denunciarlo, creo que ha llegado la hora en que no se puede callar por más tiempo: ¿Se puede, acaso, callar ante las limitaciones de aforos, con números incluso ridículos, a todas luces arbitrarios, injustos, irrisorios e irrazonables en algunas Comunidades Autónomas sin contar con la Iglesia? ¿No se estarán poniendo trabas a un derecho fundamental e inalienable?”.
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