Por primera vez desde mediados del siglo XII, Santiago de Compostela, Galicia y España entera celebran el día de la festividad del Apóstol Santiago sin que la primera edición del Codex Calixtinus figure en los archivos de la catedral compostelana. Su desaparición por robo, comunicada el pasado 5 de julio, ensombrece parcialmente la celebración del santo patrón de la nación y de la comunidad autónoma gallega, en un momento en que creyentes de todo el mundo afluyen a uno de los mayores centros de peregrinación de la Cristiandad.
Como es habitual cuando no es Año Santo, el Rey Juan Carlos ha designado a una autoridad gallega para representarle en la ofrenda-invocación que, durante la misa, leerá este año la presidenta del Parlamento autonómico, Pilar Rojo, ante el celebrante, el obispo compostelano Julián Barrio. Está prevista la asistencia al acto religioso del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y de otras autoridades. Fuentes de la política gallega consultadas por este medio no descartan que en la ofrenda-invocación se haga mención al robo del preciadísimo códice medieval.
En lo que respecta al estado actual de la investigación del hurto, fuentes de la misma explicaron que, durante la semana pasada, la Policía ha recibido “una llamada anónima desde un teléfono público”, a la cual siguió “una conversación muy creíble” a propósito del posible paradero del valioso manuscrito.
Con esta comunicación telefónica, y pese al secreto con que se llevan las investigaciones, la Policía se inclina por descartar la hipótesis de un robo por motivos puramente económicos, en tanto que en la conversación se habló expresamente de la “devolución” del códice.
En un principio, se apunta que la causa de la devolución prometida puede deberse a un “arrepentimiento” provocado por la conmoción internacional causada por el robo, o bien a un propósito aleccionador –es decir, que el manuscrito se sustrajo como toque de atención sobre las condiciones de custodia, sean del propio manuscrito, del patrimonio catedralicio o del eclesiástico en general–.
Como fuere, tras la mencionada comunicación “muy creíble”, los policías al cargo de la investigación barajan que el Codex Calixtinus pueda devolverse en algún templo del Norte de España, aunque no en la catedral de Santiago. En este sentido, fuentes de la investigación sugieren que los ladrones pueden valerse del secreto de confesión para comunicar el paradero de la obra, si bien en la conversación mantenida por el supuesto caco con la Policía en ningún caso se aludió “ni al cuándo ni al dónde” de la devolución.
Tal y como informó este periódico días atrás, la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional tomó declaración a los sacerdotes responsables de la custodia del Codex Calixtinus en unos interrogatorios “exhaustivos” y “durísimos”. Se da la circunstancia de que, al ser las autoridades eclesiásticas tanto las poseedoras del documento como las responsables de su custodia, los propios interrogados –a quienes oficiosamente se da por inocentes en el robo– deben ser informados por la Policía del estado de las investigaciones.
Sí se ha criticado, en cambio, incluso en el propio ámbito eclesiástico, la “rutina” con que aparentemente se conservaba un manuscrito tan valioso como el Codex Calixtinus.