El arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, ha bendecido esta mañana en la catedral de Valencia la lápida sepulcral del cardenal Agustín García-Gasco, fallecido el pasado 1 de mayo en Roma a los 80 años de edad, cuando se disponía a participar en la beatificación del papa Juan Pablo II, y que fue arzobispo de Valencia entre 1992 y 2009.
La lápida que custodia los restos mortales del cardenal, en la capilla de San José de la Seo, está tallada en mármol de color gris oscuro y en ella ha sido grabada en latín la siguiente inscripción:
Agustín García-Gasco y Vicente, nacido en el lugar de Corral de Almaguer, cerca de Toledo, Obispo Auxiliar de la sede matritense primero, y que finalmente rigió prudentísimamente la Iglesia Valentina desde el año del Señor 1992 hasta el año 2009. Se esforzó con empeño en la formación de la grey. Fundó la Universidad Católica de San Vicente Mártir y otros institutos para instruir al pueblo de Dios.
Defensor activo de la dignidad de la vida humana, erigió el Instituto Pontificio Juan Pablo II para el Matrimonio y la Familia en Valencia, donde promovió y llevó a cabo felizmente el V Encuentro Mundial de las familias, presidido por el Sumo Pontífice Benedicto XVI.
Creado Cardenal del orden de los presbíteros el año del Señor 2007, mientras participaba en Roma en la solemne beatificación de Juan Pablo II fue arrebatado por una muerte repentina a los ochenta años de edad.
Descansa aquí para vivir eternamente.
En la ceremonia de bendición ha participado el obispo auxiliar de Valencia, Enrique Benavent, y el cabildo metropolitano de la Seo, que han concelebrado previamente con el prelado la misa capitular.
También han participado el sacerdote Antonio Corbí, que fue secretario particular del cardenal García-Gasco, y el vicario episcopal de la archidiócesis de Madrid José Luis Huéscar. Además han asistido, entre otras personas, el vice gran canciller de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, José Tomás Raga, el rector José Alfredo Peris, y el gerente, Juan Morote, entre otros responsables del centro universitario.
Durante el acto ha reinado una emoción contenida, porque los veintisiete años del cardenal García-Gasco en la archidiócesis crearon numerosos lazos afectivos con el clero y la feligresía, para los cuales fue un momento muy duro aquel en que llegó la noticia de su muerte, justo cuando la Iglesia celebraba el día grande de Juan Pablo II.