La presión ejercida desde el Vaticano contra la Iglesia catalana para que dejen de practicarse abortos en los hospitales con representación eclesiástica empieza a tener consecuencias. El pasado 6 de junio y en respuesta a una carta del sacerdote Custodio Ballester, que acudió a Roma a denunciar la situación, la Santa Sede emitió una carta en la que expresaba su preocupación por los hechos e instaba a los responsables a buscar una «solución lo más urgente posible».
En la misiva, que este diario publicó el pasado día 21, el Vaticano reconocía también tener constancia del problema y que había tenido contactos previos con representantes de la Iglesia catalana para abordarlo.
Tras hacerse pública la comunicación de Roma, el Arzobispado de Barcelona, que tiene dos representantes en el Hospital de Sant Pau —los mismos que la Generalitat y el Ayuntamiento—, se pronunció abiertamente sobre la cuestión y, en declaraciones a este diario, aseguró haber dado órdenes al Servicio de Ginecología del hospital barcelonés para que dejaran de practicarse abortos.
Ayer, fuentes médicas del hospital catalán reconocieron que «suscriben totalmente» las declaraciones realizadas por el Arzobispado, que posteriormente ratificó en un comunicado. Fuentes consultadas por ABC próximas al hospital aseguran que, a instancias del Arzobispado y los miembros del Patronato, ha llegado a la dirección médica la consigna al centro sanitario de que dejen de practicarse Interrupciones Voluntarias de Embarazo (IVE).
«La presión es muy fuerte y el hospital tiene ya decidido dejar de ser abortista, con lo que la polémica se aplacaría», indicaron a ABC las citadas fuentes. A comienzos de semana se supo que el cardenal arzobispo de Barcelona, monseñor Lluís Martínez Sistach, había apartado de su cargo a uno de los respresentantes que tenía en el hospital, el padre Joan Turull, que es también el rector del Seminario de Barcelona, miembro del Consejo del Presbiterio y del Colegio de Consultores, Canónigo de la Catedral , Delegado de Pastoral Vocacional, Vocal del Colegio de Párrocos de la Ciudad de Barcelona y miembro del Patronato de la Residencia Sacerdotal.
Mientras el Arzobispado de Barcelona va moviendo piezas para resolver la situación, el obispo de Tarrasa (Barcelona), Saiz Meneses, el primero en posionarse públicamente en contra de estas prácticas —véase la edición del 30 de agosto de 2010 de este diario—, sigue esperando respuesta del Vaticano. Según afirmaron ayer portavoces de este obispado, monseñor Meneses envió hace unos meses una carta a la Santa Sede en la que denunciaba esta situación. A raíz de la denuncia mediática también dimitió de su cargo de vicepresidente del Patronato del Hospital de Sant Celoni (Barcelona) el sacerdote Ignasi Fuster.
El presbítero decidió tirar la toalla tras años de lucha a contracorriente para que en su centro dejaran de practicarse abortos. Fuentes del Obispado de Tarrasa recordaron ayer que han hecho llegar a la dirección del Hospital de Granollers y Sant Celoni un comunicado censurando la práctica de abortos en estas instalaciones.