Tras la muerte este domingo del cardenal José Manuel Estepa, arzobispo emérito castrense, a la edad de 93 años, la Casa Real dirigió un telegrama a su sucesor, monseñor Juan del Río, recordando "sus grandes cualidades humanas, su labor pastoral con las Fuerzas Armadas, su gran conocimiento, sensibilidad y sabiduría, así como su cercanía con toda nuestra familia".
Con ese mismo sentimiento, el Rey Felipe VI asistió este martes por la mañana a su funeral en la catedral castrense de Madrid, donde fue recibido por monseñor Del Río y dio el pésame a los familiares del prelado fallecido, entre ellos, una hermana, un hermano y varios sobrinos. Además de los jefes de los tres Ejércitos, se encontraban también presentes el cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, su predecesor el cardenal Antonio María Rouco Varela y el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella.
Al pie del altar se situó el féretro, cubierto por una bandera de España, así como el báculo, la mitra y un retrato del cardenal fallecido. En su homilía, el arzobispo castrense ensalzó el papel que Estepa tuvo durante la Transición, cuando fue auxiliar del cardenal Vicente Enrique y Tarancón: "¿Acaso se puede entender la Transición sin la fuerza de la Iglesia buscando la reconciliación?".
Monseñor Del Río recordó también que el cardenal Estepa "sufrió enormemente con los españoles los años de plomo de ETA", cuando tuvo que oficiar numerosos funerales de militares asesinados por la banda terrorista como vicario general castrense, cargo que ocupó a propuesta del rey Juan Carlos desde 1983 a 2003.
Otro rasgo que destacó es que fue "un servidor cercano y leal a los Reyes sin hacer ruido y sin aparentar nada. Sirviendo a la Corona, sirvió también a la reconciliación de los españoles".
Durante el funeral se leyó el telegrama de condolencias enviado por el Papa Francisco. El cardenal Estepa fue uno de los principales redactores del Catecismo de la Iglesia Católica, una labor que fue reconocida por Benedicto XVI en 2010 cuando le nombró cardenal, aunque por tener ya más de ochenta años no podía participar en un eventual cónclave.
Durante la ceremonia religiosa fueron interpretados el himno de España y La muerte no es el final.