«Se han quedado enterrados Santa María Magdalena, San Francisco, San José y el Crucificado. Santa Clara se quedó justo encima de los escombros y hemos salvado a Santa Ana, a la Inmaculada, a Santa Teresita y al Corazón de Jesús». La hermana Isabel Teresa da el parte de víctimas del terremoto delante de los restos del convento de las Clarisas de Lorca.
Las monjas presenciaban el miércoles cómo se apuntalaba la iglesia tras el temblor de las cinco cuando la tierra empezó a moverse dos horas después con más fuerza. Todo se vino abajo y algunos ya piensan que fue un milagro que no muriera nadie en el convento. «¡Señor, aquí estamos para sacarte!», dijo Ginés Orenes, un vecino de Lorca que, empujado por la fe e ignorando el peligro, se puso de inmediato a retirar cascotes con ayuda del constructor Pascual Mora. Su objetivo era recuperar el sagrario.
Las hermanas seguían preocupadas, cuenta Orenes. Faltaba la custodia. «Al día siguiente regresé, volví a meterme entre las piedras y la encontré casi intacta». ¿Y la Inmaculada? La imagen de Roque López, conocido discípulo de Salzillo, también seguía sepultada. Para Orenes y Mora era una empresa imposible. «Señor, mándame a tus ángeles que con esto no puedo. Y llegaron los bomberos».
La hermana Isabel Teresa, que acaricia con cariño los dedos mutilados de Santa Clara, recuerda cómo uno de los bomberos estaba «cagaico» ante el peligro que suponía el rescate de la Inmaculada, pero finalmente la sacaron con algunos rasguños.
Ninguna de las diez clarisas resultó herida, pero el edificio ha sufrido daños irreparables. Las cinco mayores han sido trasladadas al convento hermano de Santomera, también en la región murciana, y el resto se han instalado en un edificio adyacente para convivencias inaugurado dos semanas antes del seísmo. Allí, en una sala habilitada como oratorio ofrece la primera misa dominical tras la tragedia el obispo de Cartagena, José Manuel Lorca, que ya ha informado al Vaticano del desastre que ha supuesto para los templos el seísmo. Hay varias cuentas bancarias abiertas en la página web de la diócesis.
Medio centenar de feligreses, Ginés Orenes y Pascual Mora entre ellos, asisten al acto y comparten bizcocho al final. La Inmaculada, Santa Ana, el sagrario y la custodia están felizmente presentes en la ceremonia. Santa Teresita permanece en la cocina.