En marzo, respondiendo a las críticas del líder de la oposición sobre su carencia de un plan energético fiable ("si esto es un plan energético, que baje Dios y lo vea", había dicho Mariano Rajoy), José Luis Rodríguez Zapatero fue un poco más allá de la frase coloquial para pedir al presidente del PP "que hable con Dios y nos diga cómo es el plan que hay que hacer".

La alusión fue mal recibida por romper el código no escrito de respeto verbal a las creencias religiosas ajenas que impera normalmente entre los dirigentes de los partidos de cierto nivel.

Pero este sábado el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, cuya posible pertenencia a la masonería ha sido objeto de multitud de comentarios, incidió en lo mismo, al meter a Dios por medio para reírse de Rajoy: "Es tan negativo, que cuando Dios creó a Rajoy, al día siguiente descansó... y él también se apuntó al descanso", proclamó, entre las risas del respetable, en un mitin en Villagarcía de Arosa, en Pontevedra.

Se da la circunstancia de que Caamaño representa al ala más laicista del Gobierno, que ha impulsado la retirada de crucifijos de los espacios públicos, por ejemplo. Y bajo su mano está la futura ley de libertad religiosa, aparcada por ahora por el Ejecutivo pero cuyas anticipadas directrices ya han suscitado el recelo de la Iglesia.