"Después de comer noté en Murcia que el suelo del Palacio Episcopal se movía", explica el obispo de Cartagena-Murcia, José Manuel Lorca. "A los diez minutos me llamó el vicario de Lorca, me explicó lo que había pasado y fuimos allí inmediatamente. Cuando llegábamos se producía el segundo terremoto, más fuerte que el primero".
Así sintió el obispo los dos terremotos (de 4,4 y 5,2 puntos en la escala de Richter) que ayer tuvieron lugar en Lorca, causando el derrumbe de algunos edificios, ocho víctimas mortales y dos heridos muy graves.
"Estuve diez años en la parroquia de San Mateo de cura, así que conozco a mucha gente en Lorca, y hoy me he encontrado con mucho dolor, mucho sentimiento a flor de piel y he tenido una enorme sensación de impotencia. Todos sabíamos que es una zona sísmica, y cuando era cura en San Mateo a veces sentíamos temblores, como si un tren pasase bajo los pies. Pero esta vez el epicentro estuvo debajo", explicaba emocionado al volver por la noche de la ciudad siniestrada.
"Una persona me decía: "he firmado una hipoteca y ahora no puedo ni entrar en mi casa". Había gente muy nerviosa, y yo también estaba roto por dentro, pero a algunos les he intentado tratar con cientos de personas, hablando con dolor, pero no enfadadas con Dios, sino aceptando una realidad dolorosa, y pidiendo fuerzas para seguir adelante. Me han llamado de la Santa Sede, interesándose por lo sucedido y de manera muy emocionada les he pedido que den gracias al Papa por su interés. Mañana, bien temprano, estaremos de nuevo en Lorca".
Para el padre Maximiliano, que es de Lorca y acompaña al obispo, lo más impresionante ha sido el desalojo del asilo de ancianos de San Diego, "muy tradicional aquí".
"Ha sido una experiencia muy dura, esos ancianos residentes que hemos sacado al huerto... Son cosas que nos sobrepasan humanamente, te deja un poco desarmado", explica.
"Mi madre y mi hermano viven aquí, pero por precaución se han ido a Murcia. Ha sido como una pesadilla de unas horas, sobre todo ver los domicilios dañados, o abandonados. Lo que puedo decir es que la gente de Lorca es, ante todo, solidaria, y se ha visto el apoyo de unos a otros. Es una gran ciudad y saldrá adelante. Pero ahora, que estamos conduciendo de vuelta a Murcia, sólo me adelantan ambulancias: están derivando los heridos a la capital", explicaba casi a medianoche.
Luis Emilio Pascual, el capellán en la Universidad Católica San Antonio (UCAM), sintió moverse el suelo mientras daba clase en Murcia. "Esto se mueve", decían los alumnos. "Se ha notado como si pasase una máquina pesada", explica. "Tenemos varios cientos de alumnos de Lorca en la Universidad y pueden haber tenido problemas para volver a casa".
¿Tiene Dios algo que ver con los terremotos? "Dios no tiene significación en un terremoto, ni a favor ni en contra. La tierra está en movimiento, es parte de la vida. Estamos a expensas de los movimientos sísmicos, y más en la zona de Lorca, pero la forma en que construimos, la seguridad, también es importante", apunta.
¿Y qué decir a quien haya quedado herido por este evento, a alguien que diga que ahora vivirá con miedo? "A un alumno que dijera que tiene miedo le diría que saque todos sus sentimientos al exterior, que se exprese, sacarlo fuera siempre es bueno. Sin embargo, como decía Santa Teresa, en tiempos de malanza no hay que hacer mudanza: no hay que tomar decisiones serias, radicales en momentos de impacto. Se parece a reaccionar al accidente de un pariente: hay que expresar rebeldía, temor, lo que queramos, pero no buscar respuestas rápidas, porque el sentido viene con el tiempo", explica el padre Luis Emilio. "La vida tiene gozo y sufrimiento y hay que aceptarlo, pero eso se aprende a posteriori. Ahora es el momento de enfadarse, emocionarse. La Biblia está llena de rebeldías y con Dios podemos enfadarnos si hace falta, porque Él sabe que es fruto de un momento".