El arzobispo de Oviedo tiene fama de ser uno de los prelados españoles que más claras saben decir las cosas, y que no teme "pisar callos" si es preciso para proclamar la fe, aunque los callos sean de José Bono, Stephen Hawking o incluso del gobierno socialista en su conjunto, de cuya acción política formuló a principios de Adviento una crítica contundente.
Pero al llegar la "Pascua florida" con la que titula su carta pastoral del Domingo de Resurrección, Jesús Sanz Montes ha preferido un lenguaje evocador y poético que resalta la belleza y alegría de esta fiesta cristiana: "A veces la vida huele a azahar y sabe como a tomillo, y la tierra te llena de frescor mañanero, tanto que parece recién bañada con matutino remojo".
Y es que "la Pascua florida tiene esa belleza siempre nueva, que se estrena en esperanza y que se brinda con sonrisas, no como si nada hubiese pasado o como si nada estuviese pasando, sino precisamente en medio de todo esto".
Pascua, en hebreo, explica, significa "el paso, lo que acontece sin que nada ni nadie lo pueda detener. Dios pasa y pasea su vida habiendo vencido de mil modos la parada acorralante de la muerte".
Y cuando llega este día, "hay algo que se hace rebelde en nosotros por dentro, cuando una extraña y dulce fortaleza se resiste a que la vida se haga lenta, pesada, cansina y sin derrotero. Y esto es la exigencia de nuestro corazón que se hace demanda, se hace plegaria, se hace gracia en el encuentro. Sí, un encuentro entre mis preguntas más mías, y las respuestas del Señor que me las revela".
Porque la luz ·se demostró más grande infinitamente que todas nuestras oscuridades juntas", la bondad "se hizo hueco en medio de nuestras maldades" y "la gracia del Resucitado ha logrado hacer caducas a nuestras desgracias mortales", resume monseñor Sanz Montes para expresar el espíritu del día, antes de felicitarnos por él.
Pinche aquí para leer el texto completo de la Carta Pastoral del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes.